1. En España tenemos varios ejemplos de estas ciudades situadas al borde de acantilados, quizá la más famosa sea Cuenca. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad, lo que ha supuesto una apertura a sus criterios estéticos, pues Cuenca ha crecido en plena libertad durante su historia, abandonando los ejes de simetría. La ciudad fue construida entre las Hoces de los ríos Júcar y Huécar. Dada su geografía era una ciudad casi inexpugnable. Desde la edad media hasta hoy, crece adaptándose al entorno. Las casas, a veces superpuestas, otras colgadas sobre el y otras en forma de rascacielos que se adaptan a los desniveles del terreno.
2. Los monasterios cristianos ortodoxos de Meteora, en Grecia, están clasificados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1988. Son construcciones encaramadas en la cumbre de impresionantes masas rocosas grises, talladas por la erosión y llamadas Meteora –que significa “suspendidos del cielo”-. Se encuentran hasta una altura de 600 metros y están habitados desde el siglo XIV. Su origen viene de los primeros monjes que habitaron los Meteoros, que eran ermitaños que vivían en las cuevas y querían estar más cerca del Creador.
3. Ronda (Málaga), rodeada de montañas de gran continuidad y mediana altitud. Algo tendrá esta ciudad, que Orson Welles quiso que sus cenizas descansaran aquí, concretamente en el pozo de la finca de Antonio Ordóñez.
4. Castellfollit de la roca (Gerona).
Castellfollit de la Roca es un pueblo de unos 1.000 habitantes y menos de 1 Km2 de superficie, hecho que lo convierte en uno de los municipios más pequeños en extensión de Cataluña. A pesar de ello, se ha convertido en una de las imágenes más fotografiadas de Cataluña.
El perfil de la iglesia y de las casas que cuelgan sobre la pared de basalto, al borde del precipicio, pero es también un magnífico mirador natural desde el cual pueden observarse los valles de los dos ríos Fluvià y Toronell.
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