domingo, 10 de julio de 2011

COLOMBIA LA LEY EN LA JUNGLA.

Colombia, un país que ve cada día más cerca la rendición de las FARC. Las operaciones antiterroristas del Ejército en la última década dan sus frutos.
COLOMBIA
Caza y captura a las Farc.
SELVA ESMERALDA. La brigada móvil n.º 8 lidera las operaciones contra los insurgentes del comandante Alfonso Cano en Tolima. Como en Vietnam, el helicóptero es el estilete en la selva.foto.

Más débiles que nunca, las Farc van camino de perder su larga batalla. Tras 47 años de lucha, el estado colombiano se ve cerca de la victoria. Gracias, sobre todo, al papel del ejército. Tras eliminar a los últimos cabecillas de la guerrilla, los militares acechan ahora al nuevo comandante, Alfonso Cano.


Rendición. El Estado colombiano estaba en vías de perder la guerra civil que libraba con las FARC y el ELN durante cuatro décadas cuando el 7 de agosto de 1998, a las tres de la tarde, Ernesto Samper Pizano traspasó los poderes de presidente de la República a Andrés Pastrana Arango. Trece años después, la foto fija del enfrentamiento entre el Estado y los terroristas a los que algunos románticos siguen atribuyendo la condición de guerrilla es radicalmente distinta. Los que hoy marchan inexorablemente hacia la rendición son los que en 1998 se creían muy cerca de la victoria final.


El cambio diametral que se ha gestado en estos años tiene un soporte principal: el Ejército colombiano. Los hombres que están constantemente expuestos a los ataques de las FARC y que se encuentran en permanente operación de acoso a los alzados en armas en todos los rincones del país. Un Ejército que en la última década ha realizado infinidad de brillantes operaciones que han ido descabezando a las FARC. Recuérdese la operación militar que acabó con Raúl Reyes en territorio ecuatoriano el 1 de marzo de 2008. Era ministro de Defensa colombiano el hoy presidente, Juan Manuel Santos Calderón. Fue una operación que no solo acabó con la vida de este terrorista y algunos allegados, sino que además probó la aquiescencia de regímenes bolivarianos con las FARC y dio acceso al ordenador de Reyes, en el que se encontraron abundantes testimonios de su colaboración con otras organizaciones terroristas, ETA entre ellas.


La tensión que se vivió en aquel momento entre Colombia y sus vecinos bolivarianos dista mucho del momento político presente.
Y eso es, en pura lógica, contradictorio con el hecho de que hoy sea presidente el entonces ministro de Defensa. Pero Santos quiere demostrar que él fue leal a Uribe mientras fue su ministro de Defensa. Y ahora ha decidido hacer política de una forma muy distinta a su predecesor, aunque con el mismo objetivo final: la victoria del Estado de derecho sobre los criminales de las FARC.


Cuando Santos llegó al poder las relaciones de vecindad pasaban por un momento de ruptura total con Venezuela y de parálisis asfixiante con otros vecinos como Ecuador o Bolivia. Santos decidió dar un giro a esa situación a base de mucha diplomacia directa, de bastante conversación serena con Hugo Chávez -y para eso hace falta una paciencia infinita, porque una conversación con Chávez puede desembocar en un monólogo más largo que un ramadán en el Polo Norte- y de continuar con la mano dura contra las FARC sobre el terreno. Exactamente lo que está haciendo en este momento. Su objetivo prioritario hoy es «dar de baja» a Alfonso Cano, el guerrillero que actualmente funge como comandante del Bloque Central, comandante en jefe y miembro del Secretariado de las FARC. Cano está también al frente del clandestino Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, proyecto de las FARC lanzado el 29 de abril de 2000, y del Partido Comunista Clandestino Colombiano o PC3. Y cuando una operación como la que reflejan las imágenes de estas páginas logre su objetivo y acabe con la carrera delictiva de Cano, otro -más débil- ocupará su lugar y se convertirá en el nuevo objetivo prioritario del Ejército colombiano.

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