TÍTULO: EN PORTADA--Estos profesores-foto- están revolucionando la enseñanza.
Un día decidieron grabar sus clases en vídeo, colgarlas en la red y, de pronto, se convirtieron en un fenómeno capaz de revolucionar la enseñanza. el éxito de estos profesores, con sus clases gratuitas, de calidad y `adictivas´, calienta el debate sobre cómo adaptar el sistema educativo al mundo del siglo XXI.
«La escuela es aburrida». «El mundo entero se está transformando, pero el sistema educativo no ha cambiado desde el siglo XIX». «El modelo del profesor que suelta la lección a sus alumnos y luego los examina bajo un patrón estándar ha caducado». Bajo estas premisas, expertos de medio mundo llevan años pensando en cómo adaptar las aulas al siglo XXI.
Un debate que, hasta hoy, no parecía estar aportando grandes cambios al modo en que aprenden nuestros hijos. El éxito de la Academia Khan –un proyecto que ofrece clases gratis en Internet, que acumula casi 140 millones de visitas y cuyos vídeos ya se utilizan en el programa escolar en varias escuelas de California–, sin embargo, parece haber agitado la discusión en el seno de la comunidad educativa.
El gran eje del debate es cómo hacer atractivos el aprendizaje y la enseñanza. Una misión en la cual las nuevas tecnologías están llamadas a jugar un papel decisivo. Proyectos como la Academia Khan o el del valenciano Juan Medina, cuyos vídeos(www.lasmatematicas.es) cuentan ya con más de 20 millones de visitas, así parecen demostrarlo.
Ni Khan ni Medina, en todo caso, cuyas iniciativas arrancaron en 2006, son pioneros en este campo. Tres años antes, el astrofísico Walter Lewin convulsionó la enseñanza de la física con demostraciones prácticas que colgaba en la web. En sus clases, Lewin dejaba que una bola de acero colgada de un péndulo se acercara a su mentón o que la corriente eléctrica fluyera por su cuerpo. Hoy, sus más de cien vídeos acumulan dos millones de descargas cada año.
La idea detrás de esta enseñanza abierta y compartida es sencilla: se graban las lecciones y se cuelgan al alcance de cualquiera en cualquier momento y en cualquier lugar. Las de Khan, por ejemplo, comenzaron a ser utilizadas en 15 escuelas de California al inicio del presente curso escolar. «Los alumnos –explica Khan–ven los vídeos en sus casas, pueden rebobinar, detenerse, ir hacia adelante, verlo las veces que deseen; la lección está así siempre a su disposición». Al día siguiente, en clase, comparten lo aprendido, resuelven dudas y se desarrolla la interacción entre el profesor y sus alumnos. «Todos aprovechan mejor el tiempo que pasan juntos –añade Khan– con ejercicios prácticos y actividades en grupo».
Este nuevo concepto se ha dado en llamar flip teaching (`darle la vuelta a la enseñanza´) y lo que propone en última instancia es invertir el método donde el profesor habla y los alumnos escuchan. Los mayores críticos del flip teaching, curiosamente, acusan a gente como Khan o Medina de ser demasiado tradicionales en su forma de enseñar. Los constructivistas, defensores del aprendizaje por descubrimiento, donde el alumno aprende las cosas por sí mismo para que así desarrolle su destreza para resolver problemas, no ven nada significativo en esta tendencia. Para este grupo, que promueve una revolución para que en las aulas domine la experimentación, lo que hacen Khan o Medina sigue siendo transmisión de conocimiento, no construcción del mismo.
Discrepancias aparte, la idea de que el modelo tradicional ha perdido validez despierta amplio consenso. Así lo cree Juan Freire, experto en cultura digital y ponente en el próximo Congreso Ciudadanía Digital, que acogerá San Sebastián los días 8 y 9 de mayo: «La educación se ha basado siempre en la transferencia de conocimientos del profesor al alumno –subraya–. Ahora, esta transferencia puede producirse de otras maneras».
Richard Baraniuk, fundador de Connexions, una pionera web de código abierto donde compartir, reutilizar, recombinar, interconectar y enriquecer libros de texto, conmocida ya como el `Napster de la educación´ asegura que, de hecho, en un aúla, a partir de la tercera fila el grado de atención decrece exponencialmente. «Si lo que quieres es contarle algo a alguien –argumenta Baraniuk– una clase-conferencia puede ser útil, pero si quieres que aprenda de verdad, su eficacia es relativa».
«Los niños de hoy –abunda el británico Ken Robinson, autor del Informe Robinson, texto clave sobre los retos de la educación en el siglo XXI– se están criando en el periodo de estímulos más intenso de la historia: Internet, móviles, publicidad, televisión… y son penalizados en la escuela cuando se distraen. Pero ¿de qué se distraen? Pues de cosas aburridas, casi todo lo que se les enseña en el colegio». Por eso, para Robinson, una de las premisas básicas que debe plantearse cualquier reforma educativa es no aburrir.
Khan es de los que han tomado nota de este principio. Así lo entienden, al menos, los millones de personas que han dejado sus comentarios de agradecimiento en su web. «Recuerdo –cuenta Khan– uno de los primeros que recibí: `Por primera vez en mi vida me he reído haciendo derivadas´. Poco después recibí otro: \\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\\\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\''\''\\\''\''Mi hijo de 12 años es autista y las matemáticas eran para él una pesadilla. Nos tropezamos con sus vídeos sobre decimales y lo entendió enseguida. No nos lo podíamos creer\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\\\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\''\''\\\''\''. Imagínese –subraya Khan–, yo era analista de riesgos; no estaba acostumbrado a esto [se ríe]. Me hizo sentirme muy bien y decidí seguir». Ahora, seis años después, arropado por los grandes popes del negocio tecnológico, Khan piensa a lo grande: «Quiero ofrecer conocimiento de calidad sobre cualquier tema. Y gratis. Me gustaría hacer de la escuela un lugar divertido y eficaz, características que hoy no reúne».
Los vídeos que Khan realiza no son visualmente arrebatadores: su voz suena sobre un fondo negro a modo de pizarra en el cual sus explicaciones van traduciéndose en imágenes. Su estilo entusiasta y ameno, así como la entrega que pone en cada lección, es el factor que ha seducido a sus millones de seguidores. Es decir, la tecnología, para Khan, no es más que un vehículo bien aprovechado; sin talento comunicador, nadie le habría prestado tanta atención.
Internet aporta, en este sentido, un elemento de juicio inapelable. De entre toda la maraña de profesores y divulgadores que pueblan la Red, solo triunfan aquellos que enganchan con el alumno. «Hay mucha gente que, más que contenidos, ofrece un show –subraya Khan–. Otros saben mucho, pero aburren a las piedras. Supongo que conseguí aunar contenido y ritmo adecuados».
Esta criba, digamos, natural que se produce en la Red refuerza una de esas premisas educativas sobre las que cabe poca discusión: la clave de la buena enseñanza pasa por contar con buenos profesores. Este es, precisamente, uno de los puntos que a Ken Robinson le gusta subrayar. «Ya sea por Internet, a distancia o en persona, cualquier estudiante puede seguir un programa de estudios inadecuado –apunta–. Lo importante es que tus esfuerzos se enfoquen en la dirección correcta para sacar lo mejor de ti mismo, lo cual se consigue con una buena orientación. La tecnología es muy útil, pero sin buenos profesores que animen e impliquen a los alumnos seguimos igual».
«Implicar a los alumnos» es, para Robinson, otro de los conceptos que debe regir toda reforma educativa que se precie. Según él, nuestro sistema anula la individualidad al definir la inteligencia en función de las aptitudes académicas. «Deberíamos pasar –sugiere– de este sistema `industrial´ a uno \\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\\\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\''\''\\\''\''agrícola\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\\\\\\\\\''\''\\\''\''\\\\\\\''\''\\\''\'' donde el colegio ponga las condiciones para que nuestras capacidades puedan florecer».
Son ideas que enlazan con la teoría de las inteligencias múltiples elaborada por el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales Howard Gardner. Este psicólogo, investigador y profesor estadounidense entiende que cada persona posee talentos específicos y que estos determinan nuestro aprendizaje. «Puedes ser sobresaliente en matemáticas, de la media en idiomas y mediocre en dibujo –sustenta Gardner–. Todos poseemos fuerzas relativas en potencia, pero para desarrollarlas se necesita motivación, modelos, apoyos…». En opinión de Gardner, Robinson y un gran número de expertos, el sistema que trata a todos los alumnos igual no facilita el desarrollo de ese potencial. «Debemos despertar en los niños todo eso que está dentro de ellos», concluye Gardner.
TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA CON ESOS DIABLILLOS ALBORATADORES.
Tiene la intención el Gobierno de impulsar una reforma legislativa que asimile las penas que se imponen por ley a los terroristas callejeros con las que sufren aquellos que dedican una tarde de su vida a perpetrar actos vandálicos en las ciudades con motivo de alguna fiesta de guardar. En la reciente y fallida -y violenta- huelga general convocada por los sindicatos de siempre se vivieron varios incidentes de importancia gradual: existieron, como es natural, piquetes coactivos, insultadores, amenazantes; se dieron los Willys Toledo que se dedicaron a romper bares y a zarandear pequeños propietarios; y se dieron los violentos aprendices de terroristas que aprovecharon la convocatoria y se sumaron a la fiesta con objeto de destruir lo que pillaran por delante (imágenes vistas por todos y que se dieron en Barcelona). De los primeros solo sorprende la resignación con la que unos y otros admiten que su figura esté dentro de la normalidad y que parezca, incluso, saludable. Del cretino del segundo caso, el trastornado ese que dice ser actor y que poco más se representa que a sí mismo, solo cabe aplicarle leyes que penen el acto violento de destruir propiedad privada de los demás. De los terceros habría que hablar más pausadamente. El perfil político no es ajeno a unos grupos de difícil socialización que han hecho del placer de destruir su último fin. Justifican mediante un ideario aterrador toda acción dedicada a atemorizar a su entorno: somos los más fuertes, somos revolucionarios, debemos ser impunes por mediar en nuestros actos el fin irrenunciable de la verdadera justicia... Son de extrema izquierda y en Barcelona han creado su particular parque temático, lo cual no debería extrañar tanto como lo hace. ¿Por qué siempre en Barcelona han de pasar estas cosas? Por la debilidad de las respuestas sociales, mediáticas y políticas que se han tenido con ellos. La esfera sociopolítica barcelonesa está llena de buenas intenciones y de conductas políticamente correctas. Es el paraíso de la corrección política y del buenismo. Ante la existencia de estos capullos en calles o universidades siempre habrá un rector timorato que los ampare o un político compasivo que haga las veces de pésimo traductor social y que entienda y justifique su comportamiento como una muestra contracultural de inconformismo. Siempre habrá un idiota, vengo a decir, que relativice el hecho de que quemen un Starbucks, que los califique como `gamberros´ -que es como decir que son unos `diablillos´ a los que reñir cariñosamente cuando lleguen a casa- o que los defina con una palabra neutra como hace la prensa local en más de una ocasión: `alborotadores´. Como si fuesen unos niños traviesos.
No son alborotadores. Son violentos profesionales del terrorismo callejero, que en el País Vasco tiñen su comportamiento de ideología independentista y en Barcelona lo hacen de leninismo renovado. Son facinerosos que han ido fanatizándose a ritmo galopante, de escasa edad mental y física, y de no poca excitación desmedida ante el pavor ciudadano que puedan crear a su paso, incendiando coches o contenedores, destrozando escaparates, quemando comercios o dedicándose al pillaje. Aparecen cuando surge la ocasión y salen, por lo general, bien parados: unos cuantos detenidos pasan la noche en el calabozo y al día siguiente se van a casa.
Si la ley se endurece hasta lo razonable y las autoridades entienden que tienen un serio problema (parece que ¡por fin! el Ayuntamiento de Barcelona se va a personar en las causas abiertas contra estos tipos), podrá ocurrir con ellos lo que pasó con los integrantes de la mal llamada `kale borroka´: que carguen con la responsabilidad de sus actos y penen por ello y que de su bolsillo o del de sus padres salgan las indemnizaciones por el mobiliario allanado. En tierras vascas tal reforma penal y tal postura administrativa han servido para calmar las llamas de las calles. A pesar de los lamentos que ya creo oír de algunos cómplices ideológicos de esta alegre panda, también pueden servir para arrinconarlos legítimamente en el resto de España.
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