El hijo mayor releva a Luciano, jefe del clan, para reflotar la compañía’ .
Luciano Benetton, de 76 años, lleva 47 haciendo jerseys, y muchas cosas más que, en realidad, hace tiempo que dan más dinero que los jerseys. Son casi los mismos años de su hijo Alessandro, de 48, que ayer tomó la presidencia de la famosa marca italiana de Treviso de manos de su padre. Es vicepresidente desde 2004 y el relevo se anunció en 2006, aunque ha tardado en hacerse realidad. Aunque Alessandro parezca crecidito, a esa edad en Italia, un país de viejos regido por gerontocracias, se suele ser solamente un joven prometedor.
Alessandro ha crecido de forma paralela a la marca. Tenía un año cuando nació el Grupo Benneton. Cinco cuando abrió su primera tienda en París. La primera en Nueva York, en 1980, le pilló con 16 y se hizo mayor de edad justo a tiempo, cuando se lanzó la primera campaña publicitaria escandalosa de Oliviero Toscani. Para entonces ya estaba estudiando en Estados Unidos, donde se graduó en Boston. Luego se sacó un máster de administración de empresas en Harvard. Entre otras cosas allí se estudiaba el modelo empresarial de Benetton. Al salir ya era todo un ejecutivo al que le esperaba un día la herencia del imperio familiar. El momento ha llegado y le toca, precisamente, reinventar aquel modelo.
El primer trabajo de Alessandro Benetton fue de analista en Goldman & Sachs. Luego montó, con 25 años, una empresa de 'private equity' (inversión de capitales en empresas), 21 Investimenti, luego 21 Partners. Fue una de las primeras de Italia, donde eso entonces sonaba a chino. También a su padre. «Tengo la fortuna de que él, aunque no entendía lo que hacía, no se preocupó y me dejó hacer», ha explicado. Ahora esta firma gestiona 1.300 millones, con una cartera de 32 empresas.
En este paso de lo concreto, los jerseys, a lo abstracto, las finanzas, se lee el salto fenomenal de la familia, que en una generación ha cumplido de forma idílica el sueño del progreso de la Italia de la posguerra, y de cualquiera. Su padre a esa edad, con 25 años, salía por primera vez del pueblo, Treviso, cerca de Venecia, tierra pobre -que ahora es rica- y de nieblas. Era 1960 y Luciano Benetton fue a Roma para ver los Juegos Olímpicos, donde se quedó alucinado, «una emoción inimaginable», por la mezcla de razas, banderas y colores. Fue una impresión que llevaría lejos. Cinco años después fundó Benetton con sus tres hermanos, Gilberto, Carlo y Giuliana. Vendieron una bicicleta y compraron una máquina de tejer.
Se acababa de crear una dinastía, una más en el peculiar capitalismo familiar italiano, donde las empresas duran siglos, hechas de experiencia, calidad y tradición. En 1969 se compraron una mansión cerca de Treviso, Villa Minelli, como primer paso para la creación de esa marca aristocrática, la propia familia Benetton. Ha sido un proceso discreto, dentro del carácter reservado y con clase del clan, que solo tuvo un momento de exhibición en la foto que se hicieron en 2006 en 'Vanity Fair', con los 38 miembros de la familia. Solo los que tenían el apellido, sin mujeres, maridos ni allegados. Ahora culmina esa obra con el primer relevo generacional.
Rumores de fusión
Alessandro Benetton, casado con la campeona de esquí Deborah Compagnoni y con tres hijos, lleva en la casa desde 2004 y asume el control total, que ya venía ejerciendo en la práctica desde 2010, en un momento difícil. Su misión, de hecho, es renovar y potenciar la marca madre, que es el punto débil del grupo y sufre desde hace tiempo el rodillo de la competencia de colosos como Zara y la sueca H&M. De hecho, los rumores de una fusión con Inditex el pasado mes de enero dispararon el título un 10%.
Aunque al oír el nombre se piense en jerseys, que es lo que llevaba Luciano con tres marcas -Benetton, Sisley y Playlife-, el Grupo Benetton se dedica a lo grande a otros negocios que le van mejor, y los dirige su hermano Gilberto: la cadena de restauración Autogrill, la compañía de autopistas Autostrade, ahora Atlantia, y los aeropuertos de Roma, Florencia, Turín y Bolonia. También estaban en el mercado de telecomunicaciones en Telecom, pero fue un desastre y lo dejaron en 2010. Todo ello está controlado por Edizioni Holding, donde están los cuatro hermanos y es lo que hace que aparezcan desde hace años, puesto arriba, puesto abajo, entre los diez hombres más ricos de Italia. En la lista Forbes de 2012 son los novenos.
Pero la moda lleva años en declive y la crisis le ha pegado fuerte. Benetton ha cerrado en 2011 el peor año de su historia con solo 73 millones de beneficio, frente a los 102 de 2010, 121 de 2009 y 155 de 2008. Según los analistas, el grupo ha sido mal gestionado, con una estructura poco dinámica y ha cambiado de dirigentes cinco veces en diez años. En 2010 adoptó una cadena de mando «bizantina», según la prensa. Dos consejeros delegados sobre los que se hallaba Alessandro, que a su vez era vicepresidente de su padre. Ha sido un ensayo de transición al momento de la verdad.
Alessandro Benetton ha preparado una gran transformación y ha habido ya movimientos tácticos. En febrero salió del negocio de las grandes obras públicas y cedió el control de la constructora Impregilo. A nivel simbólico, pero sintomático, también fue un trauma el dejar el patrocinio histórico de los equipos de baloncesto y voleibol de Treviso, de punta en sus disciplinas, aunque mantienen el del rugby.
Al margen de detalles, la señal más importante es el abandono de la cotización en Bolsa, que cuajó el pasado 30 de marzo, tras 26 años en los mercados. Es un paso clave para empezar a reinventar la marca sin sobresaltos, con un nuevo proyecto de modelo de negocio a largo plazo que la vuelva a hacer competitiva. El título Benetton había caído a mínimos históricos y la oferta de compra de acciones de la familia para recuperar el 27% del capital flotante fue baja, 4,6 euros, lo que valoraba el grupo en 775 millones, menos que su patrimonio inmobiliario, que rondaría los 1.000 millones.
En los últimos meses Alessandro ha ido perfilando sus ideas. Ha nombrado un nuevo director creativo, You Nguyien, y otro de comunicación, Gianluca Pastore. Se están lanzando a fondo en internet y en tres años esperan volcar en este campo el 80% de las inversiones creativas, «para crear una relación directa con el individuo consumidor». El grupo es el segundo en Italia, después de Ikea, en explotar las nuevas posibilidades del mundo digital: en Facebook tiene un millón de 'amigos', con los que mantiene una intensa actividad y hasta organiza los castings para sus campañas a través de los foros sociales.
La campaña que marcó el inicio de la nueva etapa, el pasado mes de noviembre, fue sonada, pues significó el regreso al escándalo como reclamo una década después del adiós de Oliviero Toscani. Esta vez se les ocurrió sacar escenas de besos improbables, entre Barack Obama y Hu Jintao, Benedicto XVI y un iman de El Cairo, Benjamin Netanyahu y Mahmoud Abbas, Merkel y Sarkozy. El Vaticano amenazó con una denuncia y la Casa Blanca también se cabreó bastante. La campaña fue retirada y hubo críticas a lo que algunos interpretaron como un intento de recuperar el brillo del pasado por la vía rápida. «El desafío es siempre el mismo -ha dicho su padre en su entrevista de despedida en el 'Corriere'-, hacer, imaginar, innovar».
Alessandro tiene 48 años. Desde ayer es el nuevo presidente del Grupo Benetton.-foto.
TÍTULO: ESTOY PENSADO SACAR EL CARNET DE MOTO- LARA ÁLVAREZ.
Se acerca la gran fiesta del motociclismo. Este fin de semana el Mundial aterriza en Jerez y el equipo de Telecinco ya está camino del circuito gaditano. Lara Álvarez (Gijón, 1986) nos cuenta lo que se cuece en la calle de boxes.
– ¿Cómo ha empezado esta nueva aventura?
– El primer Gran Premio, en Qatar, fue fantástico. La afición nos ha recibido con los brazos abiertos, pero hay que ser humilde. Acabamos de empezar y no tenemos la carga histórica de la retransmisión, aunque poco a poco crearemos la nuestra propia.
– ¿Algún susto en el pit-lane?
– Hemos tenido suerte porque allí, entre los cascos, el retorno, la cámara... es fácil tenerlo. Menos mal que Isaac, el cámara que va conmigo, lleva ocho años en esto y conoce al dedillo cómo desenvolverse en el circuito. Además, Dorna, la organizadora del mundial, nos ha puesto un equipo que garantiza nuestra seguridad en las primeras carreras.
– Llega la cita más esperada. ¿Cómo describiría Jerez?
– Es uno de los circuitos más especiales. El ambientazo allí es brutal. En los últimos entrenamientos, antes de ir a Qatar, estuvimos allí y ya había muchísima gente. Te quedas sin respiración.
– ¿Y cómo lleva eso de estar todo el día de viaje?
– Me gusta. Tener la suerte de poder volar a Australia, Japón … ¡es genial! Prefiero eso que estar metida en un despacho. Pero se nota el cansancio. Son muchas horas de trabajo, tienes que estar siempre informada, todo el rato improvisando...
– ¿Da tiempo a ver algo más que el circuito?
– Gracias a ‘Los ojos de Lara’, una sección en la que muestro el lugar donde se disputa la carrera, puedo conocer un poquito más cada sitio porque voy un día antes para grabarla. Si no fuera por eso, del hotel al circuito y del circuito al hotel.
– Dicen que Sara Carbonero rechazó la oferta por los viajes. ¿Porqué aceptó usted?
– Tengo 25 años y era una apuesta importante. Es halagador que quisieran contar conmigo. Supone un cambio radical en tu vida profesional, pero también en la personal porque los viajes son continuos. Estoy aprendiendo mucho; apañármelas en otros idiomas, aprender a superar el cansancio y a estar sola... Ayuda a espabilar.
– ¿Qué sabía de las motos?
– Hacía años que las seguía en TVE. Ellos hacían un trabajo estupendo. Coincidí con Ernest Riveras –del equipo de la pública–, y le pedí que me contara todo. Estoy dispuesta a que me digan los fallos y a que me enseñen. Mi intención es acercar la emoción a todos los públicos. Que mi madre se siente a ver el Mundial y le interese.
– ¿Le gusta la velocidad?
– Hace apenas dos meses que me saqué el permiso de coche. De moto no tengo, pero me lo estoy pensando. En los circuitos nos movemos en Vespas y me encanta.
– ¿A dónde le gustaría llegar en la televisión?
– No sabría decirte. Nunca me imaginé que terminaría en la retransmisión de motociclismo. Tampoco me imaginaba haciendo fútbol. No me cierro puertas.
– Es pronto, pero, ¿por quién apuesta este año?
– Pedrosa o Lorenzo, en MotoGP; Márquez en Moto2 y Viñales en Moto3. Triplete español. ¡Es nuestro año!
– Sale con Sergio Ramos. ¿Cómo lleva ser objetivo de la prensa?
– Si te soy sincera no me doy cuenta de mucho. Soy una chica de 25 años como cualquiera, con su trabajo, con sus obligaciones... No voy a dejar de hacer nada de lo que hago por eso. No tengo nada que esconder.
Luciano Benetton, de 76 años, lleva 47 haciendo jerseys, y muchas cosas más que, en realidad, hace tiempo que dan más dinero que los jerseys. Son casi los mismos años de su hijo Alessandro, de 48, que ayer tomó la presidencia de la famosa marca italiana de Treviso de manos de su padre. Es vicepresidente desde 2004 y el relevo se anunció en 2006, aunque ha tardado en hacerse realidad. Aunque Alessandro parezca crecidito, a esa edad en Italia, un país de viejos regido por gerontocracias, se suele ser solamente un joven prometedor.
Alessandro ha crecido de forma paralela a la marca. Tenía un año cuando nació el Grupo Benneton. Cinco cuando abrió su primera tienda en París. La primera en Nueva York, en 1980, le pilló con 16 y se hizo mayor de edad justo a tiempo, cuando se lanzó la primera campaña publicitaria escandalosa de Oliviero Toscani. Para entonces ya estaba estudiando en Estados Unidos, donde se graduó en Boston. Luego se sacó un máster de administración de empresas en Harvard. Entre otras cosas allí se estudiaba el modelo empresarial de Benetton. Al salir ya era todo un ejecutivo al que le esperaba un día la herencia del imperio familiar. El momento ha llegado y le toca, precisamente, reinventar aquel modelo.
El primer trabajo de Alessandro Benetton fue de analista en Goldman & Sachs. Luego montó, con 25 años, una empresa de 'private equity' (inversión de capitales en empresas), 21 Investimenti, luego 21 Partners. Fue una de las primeras de Italia, donde eso entonces sonaba a chino. También a su padre. «Tengo la fortuna de que él, aunque no entendía lo que hacía, no se preocupó y me dejó hacer», ha explicado. Ahora esta firma gestiona 1.300 millones, con una cartera de 32 empresas.
En este paso de lo concreto, los jerseys, a lo abstracto, las finanzas, se lee el salto fenomenal de la familia, que en una generación ha cumplido de forma idílica el sueño del progreso de la Italia de la posguerra, y de cualquiera. Su padre a esa edad, con 25 años, salía por primera vez del pueblo, Treviso, cerca de Venecia, tierra pobre -que ahora es rica- y de nieblas. Era 1960 y Luciano Benetton fue a Roma para ver los Juegos Olímpicos, donde se quedó alucinado, «una emoción inimaginable», por la mezcla de razas, banderas y colores. Fue una impresión que llevaría lejos. Cinco años después fundó Benetton con sus tres hermanos, Gilberto, Carlo y Giuliana. Vendieron una bicicleta y compraron una máquina de tejer.
Se acababa de crear una dinastía, una más en el peculiar capitalismo familiar italiano, donde las empresas duran siglos, hechas de experiencia, calidad y tradición. En 1969 se compraron una mansión cerca de Treviso, Villa Minelli, como primer paso para la creación de esa marca aristocrática, la propia familia Benetton. Ha sido un proceso discreto, dentro del carácter reservado y con clase del clan, que solo tuvo un momento de exhibición en la foto que se hicieron en 2006 en 'Vanity Fair', con los 38 miembros de la familia. Solo los que tenían el apellido, sin mujeres, maridos ni allegados. Ahora culmina esa obra con el primer relevo generacional.
Rumores de fusión
Alessandro Benetton, casado con la campeona de esquí Deborah Compagnoni y con tres hijos, lleva en la casa desde 2004 y asume el control total, que ya venía ejerciendo en la práctica desde 2010, en un momento difícil. Su misión, de hecho, es renovar y potenciar la marca madre, que es el punto débil del grupo y sufre desde hace tiempo el rodillo de la competencia de colosos como Zara y la sueca H&M. De hecho, los rumores de una fusión con Inditex el pasado mes de enero dispararon el título un 10%.
Aunque al oír el nombre se piense en jerseys, que es lo que llevaba Luciano con tres marcas -Benetton, Sisley y Playlife-, el Grupo Benetton se dedica a lo grande a otros negocios que le van mejor, y los dirige su hermano Gilberto: la cadena de restauración Autogrill, la compañía de autopistas Autostrade, ahora Atlantia, y los aeropuertos de Roma, Florencia, Turín y Bolonia. También estaban en el mercado de telecomunicaciones en Telecom, pero fue un desastre y lo dejaron en 2010. Todo ello está controlado por Edizioni Holding, donde están los cuatro hermanos y es lo que hace que aparezcan desde hace años, puesto arriba, puesto abajo, entre los diez hombres más ricos de Italia. En la lista Forbes de 2012 son los novenos.
Pero la moda lleva años en declive y la crisis le ha pegado fuerte. Benetton ha cerrado en 2011 el peor año de su historia con solo 73 millones de beneficio, frente a los 102 de 2010, 121 de 2009 y 155 de 2008. Según los analistas, el grupo ha sido mal gestionado, con una estructura poco dinámica y ha cambiado de dirigentes cinco veces en diez años. En 2010 adoptó una cadena de mando «bizantina», según la prensa. Dos consejeros delegados sobre los que se hallaba Alessandro, que a su vez era vicepresidente de su padre. Ha sido un ensayo de transición al momento de la verdad.
Alessandro Benetton ha preparado una gran transformación y ha habido ya movimientos tácticos. En febrero salió del negocio de las grandes obras públicas y cedió el control de la constructora Impregilo. A nivel simbólico, pero sintomático, también fue un trauma el dejar el patrocinio histórico de los equipos de baloncesto y voleibol de Treviso, de punta en sus disciplinas, aunque mantienen el del rugby.
Al margen de detalles, la señal más importante es el abandono de la cotización en Bolsa, que cuajó el pasado 30 de marzo, tras 26 años en los mercados. Es un paso clave para empezar a reinventar la marca sin sobresaltos, con un nuevo proyecto de modelo de negocio a largo plazo que la vuelva a hacer competitiva. El título Benetton había caído a mínimos históricos y la oferta de compra de acciones de la familia para recuperar el 27% del capital flotante fue baja, 4,6 euros, lo que valoraba el grupo en 775 millones, menos que su patrimonio inmobiliario, que rondaría los 1.000 millones.
En los últimos meses Alessandro ha ido perfilando sus ideas. Ha nombrado un nuevo director creativo, You Nguyien, y otro de comunicación, Gianluca Pastore. Se están lanzando a fondo en internet y en tres años esperan volcar en este campo el 80% de las inversiones creativas, «para crear una relación directa con el individuo consumidor». El grupo es el segundo en Italia, después de Ikea, en explotar las nuevas posibilidades del mundo digital: en Facebook tiene un millón de 'amigos', con los que mantiene una intensa actividad y hasta organiza los castings para sus campañas a través de los foros sociales.
La campaña que marcó el inicio de la nueva etapa, el pasado mes de noviembre, fue sonada, pues significó el regreso al escándalo como reclamo una década después del adiós de Oliviero Toscani. Esta vez se les ocurrió sacar escenas de besos improbables, entre Barack Obama y Hu Jintao, Benedicto XVI y un iman de El Cairo, Benjamin Netanyahu y Mahmoud Abbas, Merkel y Sarkozy. El Vaticano amenazó con una denuncia y la Casa Blanca también se cabreó bastante. La campaña fue retirada y hubo críticas a lo que algunos interpretaron como un intento de recuperar el brillo del pasado por la vía rápida. «El desafío es siempre el mismo -ha dicho su padre en su entrevista de despedida en el 'Corriere'-, hacer, imaginar, innovar».
Alessandro tiene 48 años. Desde ayer es el nuevo presidente del Grupo Benetton.-foto.
TÍTULO: ESTOY PENSADO SACAR EL CARNET DE MOTO- LARA ÁLVAREZ.
Alessandro tiene 48 años. Desde ayer es el nuevo presidente del Grupo Benetton.-foto.
TÍTULO: ESTOY PENSADO SACAR EL CARNET DE MOTO- LARA ÁLVAREZ.
Se acerca la gran fiesta del motociclismo. Este fin de semana el Mundial aterriza en Jerez y el equipo de Telecinco ya está camino del circuito gaditano. Lara Álvarez (Gijón, 1986) nos cuenta lo que se cuece en la calle de boxes.
– ¿Cómo ha empezado esta nueva aventura?
– El primer Gran Premio, en Qatar, fue fantástico. La afición nos ha recibido con los brazos abiertos, pero hay que ser humilde. Acabamos de empezar y no tenemos la carga histórica de la retransmisión, aunque poco a poco crearemos la nuestra propia.
– ¿Algún susto en el pit-lane?
– Hemos tenido suerte porque allí, entre los cascos, el retorno, la cámara... es fácil tenerlo. Menos mal que Isaac, el cámara que va conmigo, lleva ocho años en esto y conoce al dedillo cómo desenvolverse en el circuito. Además, Dorna, la organizadora del mundial, nos ha puesto un equipo que garantiza nuestra seguridad en las primeras carreras.
– Llega la cita más esperada. ¿Cómo describiría Jerez?
– Es uno de los circuitos más especiales. El ambientazo allí es brutal. En los últimos entrenamientos, antes de ir a Qatar, estuvimos allí y ya había muchísima gente. Te quedas sin respiración.
– ¿Y cómo lleva eso de estar todo el día de viaje?
– Me gusta. Tener la suerte de poder volar a Australia, Japón … ¡es genial! Prefiero eso que estar metida en un despacho. Pero se nota el cansancio. Son muchas horas de trabajo, tienes que estar siempre informada, todo el rato improvisando...
– ¿Da tiempo a ver algo más que el circuito?
– Gracias a ‘Los ojos de Lara’, una sección en la que muestro el lugar donde se disputa la carrera, puedo conocer un poquito más cada sitio porque voy un día antes para grabarla. Si no fuera por eso, del hotel al circuito y del circuito al hotel.
– Dicen que Sara Carbonero rechazó la oferta por los viajes. ¿Porqué aceptó usted?
– Tengo 25 años y era una apuesta importante. Es halagador que quisieran contar conmigo. Supone un cambio radical en tu vida profesional, pero también en la personal porque los viajes son continuos. Estoy aprendiendo mucho; apañármelas en otros idiomas, aprender a superar el cansancio y a estar sola... Ayuda a espabilar.
– ¿Qué sabía de las motos?
– Hacía años que las seguía en TVE. Ellos hacían un trabajo estupendo. Coincidí con Ernest Riveras –del equipo de la pública–, y le pedí que me contara todo. Estoy dispuesta a que me digan los fallos y a que me enseñen. Mi intención es acercar la emoción a todos los públicos. Que mi madre se siente a ver el Mundial y le interese.
– ¿Le gusta la velocidad?
– Hace apenas dos meses que me saqué el permiso de coche. De moto no tengo, pero me lo estoy pensando. En los circuitos nos movemos en Vespas y me encanta.
– ¿A dónde le gustaría llegar en la televisión?
– No sabría decirte. Nunca me imaginé que terminaría en la retransmisión de motociclismo. Tampoco me imaginaba haciendo fútbol. No me cierro puertas.
– Es pronto, pero, ¿por quién apuesta este año?
– Pedrosa o Lorenzo, en MotoGP; Márquez en Moto2 y Viñales en Moto3. Triplete español. ¡Es nuestro año!
– Sale con Sergio Ramos. ¿Cómo lleva ser objetivo de la prensa?
– Si te soy sincera no me doy cuenta de mucho. Soy una chica de 25 años como cualquiera, con su trabajo, con sus obligaciones... No voy a dejar de hacer nada de lo que hago por eso. No tengo nada que esconder.
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