Bill Keller: Ex director del "New York Times".
sus 63 años extraordinariamente bien llevados, Bill Keller acumula el currículo que todo periodista firmaría: fue testigo directo de la caída de la Unión Soviética, ganó un premio Pullitzer por contarlo y dirigió el periódico probablemente más influyente del mundo en una de sus etapas más decisivas.
-¿Cuál fue su día más difícil al frente del 'New York Times'?
-Creo que fue el día en que supe que uno de nuestros reporteros, con su intérprete y el conductor, había sido secuestrado en Afganistán. En las escuelas de periodismo no te preparan para este tipo de tragedias humanas. Milagrosamente consiguieron escapar, así que le puedo contar también mi mejor día en el 'New York Times': cuando me avisaron de que habían sido liberados. En ocho años como director del periódico me he enfrentado a muchos problemas financieros, a conflictos con la Administración Bush por la publicación de temas delicados, pero al final lo que más me ha afectado es la tragedia humana, la gente que muere o que sufre.
-Wikileaks reabrió el viejo debate sobre el derecho a publicar una noticia cuando su origen es turbio o sus repercusiones son contrarias a los intereses de su país. ¿Dónde está el límite?
-No hay una fórmula aplicable, valoras los pros y contras, y decides. En el caso de Wikileaks no hubo ninguna duda de que lo publicaríamos. Desde el principio, antes de hablar con el Gobierno, decidimos que no íbamos a publicar los nombres de inocentes que podrían estar en peligro, pues no tenían ningún valor como información y sin embargo podían acabar siendo asesinados. Entramos en conflicto con el Gobierno por otros temas. Por ejemplo, había varios cables sobre Yemen que demostraban que su presidente estaba coordinado con EE UU en operaciones especiales sobre Al-Qaida. El Departamento de Estado estaba muy preocupado porque temía que su publicación provocara una revuelta en Yemen por permitir que se violara su soberanía. Les escuchamos, lo debatimos seriamente y al final lo sacamos a la luz.
-¿Cuántas veces le ha llamado un político para pedirle que no publique una información? ¿Y cuántas le ha hecho caso?
-Según una especie de protocolo informal, si el desacuerdo con el Gobierno no es muy grave, el director ni se entera. Pero si el Gobierno tiene una postura más seria respecto a la publicación de una noticia, entonces es cuando me llama el director de la CIA, o el del FBI, o el secretario de Estado o de Defensa... Mientras fui director, recuerdo unas seis veces en que me llegó esa llamada, y la mayor parte de ellas acabamos publicando.
-Y los dueños del 'New York Times', ¿también le presionan?
-El consejo de administración se ocupa de temas financieros, nunca he sentido ningún tipo de presión en ese sentido. El 'New York Times' es una antigua cabecera, y es su tradición y orgullo conceder mucha independencia a sus editores y redactores.
-El eslogan que aupó a Bill Clinton a la Casa Blanca frente a Bush padre, 'Es la economía, estúpido', ¿sigue plenamente vigente?
-La postura sobre Afganistán o sobre el aborto puede tener importancia en la opinión pública norteamericana, pero la mayor parte de los votantes deciden en función de que la economía se recupere o no. Les preocupa su futuro, si pueden llevar a sus hijos a la Universidad, si pueden pagar sus casas... Esas son las cosas que realmente mueven a los votantes.
-Como corresponsal, primero en Moscú y más tarde en Sudáfrica, contó el desmoronamiento de la Unión Soviética y el final del apartheid. Después de aquellos estallidos de euforia, ¿están hoy mejor los sudafricanos y los rusos?
-Una de las lecciones que aprendimos de Sudáfrica y de la Unión Soviética es que los levantamientos populares y las revoluciones, si bien son apasionantes cuando ocurren, a veces tienen consecuencias inciertas. Creo que Rusia está hoy mejor que bajo Lenin o Breznev y muchísimo mejor que con Stalin, aunque es evidente que el final de la Unión Soviética no supuso el paraíso en la Tierra para los rusos. Sudáfrica es un lugar mucho mejor hoy en día que bajo el apartheid, especialmente para los negros, pero hay mucha crispación política, un gran desfase entre ricos y pobres... En la 'primavera árabe', tu corazón apoya a los que luchan en la plaza de Tahrir, en Libia o en Siria, que quieren acabar con el tirano, y tienen derecho. Pero es iluso pensar que a esa tiranía le sustituya una sociedad pura donde todo se arregla solo, hay que ser más realista respecto a las revoluciones.
-España sólo aparece últimamente en las páginas de su periódico para recibir palos. ¿Es consciente de la repercusión que tiene para un país salir en la primera página del 'New York Times'?
- Síiii, bueno. Es la gran verdad del periodismo, las malas noticias son noticia y las buenas no tanto. Saber si los fondos de emergencia van a tener que rescatar a España es noticia, cierto. Lo único que puedo decir es que también publicamos noticias negativas sobre Estados Unidos, así que no hay que tomárselo como algo personal. Y también escribimos cosas buenas sobre España: sobre la revolución de la cocina española...
-Estados Unidos vuelve a crecer tras estar al borde de la quiebra. ¿Cuál es su receta?
-La experiencia americana precisamente te enseña por qué nosotros no podemos predicar al resto del mundo cómo tienen que gestionar sus economías. Cada país tiene que buscar su camino y tomar sus propias decisiones. Incluso en Estados Unidos hay discusiones muy duras sobre cuánto va a durar aún la recesión. Estamos en la fase de rehabilitación pero no nos han sacado del hospital todavía, así que tenemos que ser un poco más humildes a la hora de decir a los demás qué tienen que hacer.
-¿Cree que el Gobierno argentino se hubiera atrevido a privatizar una multinacional estadounidense?
-Hum... No lo sé.
-Después de ver caer tantos regímenes, ¿opina que los españoles deberíamos empezar a pedir visado para emigrar a su país?
-España tiene siglos de historia, riquezas naturales, una población bien formada, una ubicación fantástica... por supuesto que va a salir de ésta. Pero bueno, la gente me acusa de optimista, así que...
-¿Le suena la noticia del elefante?
-Se refiere a la cacería del Rey, ¿no?
-Por primera vez, el Rey ha pedido perdón públicamente por su error. En EE UU varios presidentes han tenido que hacerlo, pero es algo más inhabitual en una monarquía.
-Estoy a favor de las disculpas. Yo he tenido que pedirlas algunas veces por haber publicado cosas que no eran precisas. Creo que es bastante refrescante que un rey, que no tiene que presentarse para ser elegido, empiece a sentir que debería rendir cuentas a la ciudadanía.
Bill Keller asegura que es más divertido ser reportero que director-foto.
TÍTULO: UNA PASTILLA AL DÍA PARA EVITAR EL CÁNCER DE MAMA.
El uso de fármacos en mujeres de alto riesgo impide la aparición de un tercio de los tumores mamarios.
Se imaginan tener que tomar cada día una pastilla para prevenir el cáncer como quien la toma para evitar un infarto? El camino ya está abierto. Cada vez más mujeres se someten a tratamientos de quimioprevención, que es así como se llama la terapia, con el fin de impedir la aparición de un tumor mamario. Son pacientes que, por diferentes motivos -unas, por ejemplo, por la existencia de antecedentes familiares y otras por haberse visto en la tesitura de tener que extirparse un quiste benigno-, viven con muchísimas posibilidades de enfrentarse a un diagnóstico de cáncer en el pecho.
Bill Keller asegura que es más divertido ser reportero que director-foto.
TÍTULO: UNA PASTILLA AL DÍA PARA EVITAR EL CÁNCER DE MAMA.
El uso de fármacos en mujeres de alto riesgo impide la aparición de un tercio de los tumores mamarios.
Se imaginan tener que tomar cada día una pastilla para prevenir el cáncer como quien la toma para evitar un infarto? El camino ya está abierto. Cada vez más mujeres se someten a tratamientos de quimioprevención, que es así como se llama la terapia, con el fin de impedir la aparición de un tumor mamario. Son pacientes que, por diferentes motivos -unas, por ejemplo, por la existencia de antecedentes familiares y otras por haberse visto en la tesitura de tener que extirparse un quiste benigno-, viven con muchísimas posibilidades de enfrentarse a un diagnóstico de cáncer en el pecho.
La prevención con fármacos evita ese trago a más de un tercio de las candidatas y algunos estudios aseguran que a casi la mitad de ellas. «Hablamos de fármacos que se toleran muy bien y que, utilizados correctamente, ofrecen resultados muy buenos», asegura el oncólogo Javier Cortés, director de la Unidad de Cáncer de Mama del Instituto Oncológico Baselga (IOB) y uno de los mejores especialistas de España en el tratamiento de estos tumores. La atención del cáncer de mama constituye uno de los mayores retos sanitarios para cualquier servicio de salud. En España, la enfermedad se descubre cada año en 16.000 nuevas mujeres y se cobra las vidas de otras 6.000. Casos conocidos, como el de la cantante Luz Casal, sirven para poner rostro a las 45 nuevas mujeres que, cada día, reciben esa misma noticia.
Como el colesterol
El de mama es, de hecho, el tumor que más muertes causa en las mujeres, por encima del colorrectal, el de estómago y los de páncreas y pulmón. De ahí que el desarrollo de fármacos preventivos haya adquirido un enorme interés entre los profesionales de la Oncología Médica. Los primeros ensayos comenzaron a hacerse en la década de los noventa con pacientes que ya habían tenido que enfrentarse al tratamiento de lesiones precancerosas. En los últimos años, esta práctica ha comenzado a extenderse también a mujeres sanas, personas que no estando enfermas tienen mucho riesgo de estarlo.
Cortés, director también del Programa de Cáncer de Mama del hospital Vall d'Hebron -considerado por la profesión como uno de los mejores de España-, compara la quimioprevención con la toma de medicamentos contra el infarto y la hipertensión. «¿Qué sentido tiene disminuir el colesterol o vigilar la tensión? El infarto puede aparecer o no hacerlo. Esto es lo mismo». Los medicamentos buscan evitar la aparición de lesiones precancerosas en mujeres predispuestas a sufrir la enfermedad y no representan, pese a su llamativo nombre, una terapia tan agresiva como puede resultar la quimioterapia tradicional. Son pastillas que, generalmente, se recetan una al día durante cinco años y su toma «se asemeja más a la de una aspirina» que a la de una 'quimio'.
«¿Cómo sabemos que ha merecido la pena tomarlas?», se pregunta el experto, antes de darse él mismo la respuesta. «Del mismo modo que evaluamos el resultado de las pastillas contra el colesterol. Es imposible la certeza absoluta cuando no se dan casos, pero lo que sí está demostrado es que si comparamos dos grupos de pacientes de riesgo, uno que ha recibido medicación frente a otro al que se le ha dado placebo, comprobamos que el número de nuevos cánceres, como de nuevos infartos, es mayor en el segundo».
Enfermedad crónica
El cáncer de mama es todavía el tumor que más mujeres mata, pero el especialista catalán está convencido de que dentro de unos años se convertirá en una enfermedad crónica. Los avances en diagnóstico y tratamiento de los últimos años apuntan en esa dirección. Cada vez es posible detectar la enfermedad con mayor antelación, lo que, unido a las nuevas técnicas quirúrgicas, ha permitido reducir al 30% «como mucho» las mastectomías que se practican.
La buena noticia es que la mortalidad por tumor mamario desciende ya a un ritmo anual del 1,4%. La incidencia, sin embargo, aumenta cada año de un 1% a un 2%. «Para la mayoría de las pacientes, ésta será algún día una dolencia crónica. Entre tanto pensemos en las mujeres que lo padecen. Mientras se nos muera una sola no habremos vencido a la enfermedad», concluye Cortés.
Se recetan una al día durante cinco años y su toma «se asemeja más a la de una aspirina» que a la de una 'quimio,etc,.
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