YA SOLO ME VISTO DE MUJER EN CASA.
Toni Cruz Empresario.foto.
«La Trinca habría tenido huevos para hacerle una canción a Urdangarin», dice el artista reconvertido hoy en empresario del vino.
Dejó La Trinca y le dio por la tele. Dejó la tele y le dio por el vino. Toni Cruz (Girona, 1946) todo lo que toca lo convierte en oro. Y sobre todo, en espectáculo. La cena que ofreció hace unos días, con su inseparable Josep María Mainat, en el restaurante giratorio de El Xalé de Montjuic para presentar sus nuevos caldos fue de las que tardan en olvidarse. Qué tendrán ellos, qué tendrán...
- Primero se bebe y luego se canta. Pero usted, como Serrat o Lluis Llach, antes cantó y ahora se dedica al vino.
- Cantando se dilapida mucho vino, así que al cabo de unos años los cantantes nos hemos puesto de acuerdo para devolverle a la naturaleza todo lo que nos hemos bebido.
- Y aquí está con sus nuevas criaturas...
- Un Laurona 2006 y un René Barbier 'blanc de noirs'. Además de un aceite de los olivos próximos a las viñas.
- ¿Qué da más euforia, el vino o un buen índice de audiencia?
- En estos momentos hay pocas euforias televisivas. Pero un gran 'share' celebrado con un buen vino es lo máximo.
- ¿Alguna vez ha dicho eso de 'he creado un monstruo'?
- La televisión que se hace en España es buena. Pero hay productos que se repiten muchas veces y cada réplica es peor que la anterior. Degeneran. Sí, he creado un monstruo, pero con ciertas personas.
- ¿Con Javier Sardá, tal vez?
- No. Él se creó solo. Creó un estilo que se añora.
- ¿A Sardá se le ha agotado el carisma?
- Lo que se le han acabado son las ganas de hacer televisión.
- Desde que dejaron Endemol, lleva usted más de un año sin probar la potente droga de la tele. ¿Hay síndrome?
- Un año está bien ver los toros desde la barrera. Pero en un mes o dos volvemos con una nueva compañía.
- ¡Qué hiperactivo! Supongo que entiende que los suizos hayan votado 'no' a tener seis semanas de vacaciones.
- Es que hay poca gente que tenga tantas vacaciones.
- ¿Usted qué votaría?
- Votaría por tener fines de semana. Por tener ocho o diez días al mes. Ahora solo descanso quince días al año. Y me va bien.
- La Trinca desapareció. El 'trinque' sigue vigente.
- Sigue, aunque ahora parece estar en decadencia. Ya era hora de que se pusiera freno a todo esto. Ha sido una locura.
- Y lo dice alguien que ha hecho dinero sin robar...
- Sin robar, por supuesto, y sudando mucho, porque ganar el dinero honradamente cuesta.
- Ya, pero estar forrado no tiene ahora buena prensa.
- Yo no estoy forrado. Tengo compañías, empresas, dinero invertido. Yo intento crear riqueza con puestos de trabajo. Soy de esos antiguos que creen que la especulación por la especulación no nos lleva a ningún sitio.
- ¿A qué le cantaría hoy La Trinca?
- ¡Buf! Tendríamos que sacar un 'long play' cada semana. Hablaríamos de lo del Tribunal Constitucional con Garzón, de los dineros de Valencia, de los EREs...
- ¿Tendrían huevos para hacerle una canción a Urdangarin?
- Sí, claro. La Trinca ha tenido huevos para eso y para más. Teníamos seis huevos, que conste.
- Total, para pasar a la historia como los del 'cilindrín'.
- Bueno, es que hay canciones que pican más que otras, son más divertidas, más locas...
- ¿Se ríe con José Mota?
- Hay cosas de él que me gustan y hay otras que son un poco más plastas. Pero el conjunto de José Mota está muy bien.
- Por cierto, ¿sigue vistiéndose de mujer?
- ¡Ya no! Bueno, en casa, privadamente, alguna vez.
- ¿Cuál es el secreto de su eterno matrimonio con Mainat?
- Pues que ya nos lo hemos dicho todo.
- Creo que discuten mucho.
- Continuamente. Y por cualquier gilipollez. Las paces ya ni las hacemos. Después de tomar un café se nos pasa.
Trabajador. «No estoy forrado, tengo empresas, dinero invertido. Soy de esos antiguos que creen que la especulación por la especulación no nos lleva a ningún sitio». -foto.
TÍTULO: ESPICHA
Una espicha es una reunión festiva asturiana en la que se bebe sidra. Consiste, o consistía más bien, en juntarse varias personas en un llagar para abrir o "espichar" un tonel de sidra, una pipa, como se suele llamar a esos grandes toneles de unos quinientos litros, donde el zumo de manzana evoluciona durante dos o tres meses. El momento propio de las espichas es enero o a la más comienzos de febrero, para los que no trasiegan la sidra y sólo la tienen tres meses en barrica. Para los que la trasiegan y dejan en barrica hasta cinco meses, una buena ocasión es la fiesta de San José, el 19 de marzo. Es el momento de catar la nueva sidra antes de embotellarla. Es también el momento de corregir algún defecto que pueda subsanarse antes del embotellado.
En la actualidad ya no se suelen usar toneles de roble o castaño, sino grandes envases de acero inoxidable de hasta mil litros, que tienen la ventaja de no comunican sabor. En las antiguas pipas, hoy en trance de desaparición, había tres orificios: el “esquive” de unos cuatro o cinco centímetros, situado en medio de la panza de la duela maestra, para el llenado y vaciado; un grifo de madera y un agujero de tamaño de un lápiz taponado con una espicha, una estaquilla de madera de forma cónica. La pipa queda recostada sobre las duelas con el esquive mirando al techo. El grifo se aplicaba a una de los dos fondos circulares de la pipa y bastante encima del grifo estaba la espicha.
Los actuales envases de acero carecen de espicha. El grifo ya no es de madera. Y la reunión gastronómica en la que la espicha consiste, no se celebra en enero o en primavera, sino a lo largo de todo el año. La sidra que se escancia no proviene de una pipa, sino de botellas. Pero se continúan celebrando en un lagar.
Como las espichas se celebran en lagares, tienen lugar en las afueras de las poblaciones. Los lagares —llagares en asturiano— tienen grandes espacios tanto para el aparcamiento como para una reunión que puede ser muy numerosa. Se trata de un encuentro durante el cual se come y se bebe sidra, aunque también hay vino y otras bebidas. No hay primer plato, ni segundo plato, sino que la comida se dispone directamente en las en mesas; pero no en forma de buffet. Se acostumbra a ofrecer alimentos diversos como chorizos a la sidra, jamón, lacón, quesos, huevos cocidos con sal y pimentón, tortilla de patata, empanada o concejales de bacalao, etcétera. Casi todo está dispuesto de tal manera que puede llevarse directamente a la boca, sin necesidad de platos ni cubiertos, ni hacer colas para ir llenado la propia bandeja o plato ante un mostrador en el que se ha depositado la comida. Cuando excepcionalmente los platos o los cubiertos son necesarios, suelen estar ya distribuidos por las propias mesas. Las sillas no están situadas al lado de las mesas, sino al fondo contra las paredes.
Este modo y manera disponer la comida y bebida da a la espicha un carácter muy evolutivo. Se forman corrillos y se cambia de un corrillo a otro y de mesa en mesa con toda facilidad. Al cabo de una hora o poco más ya se ha podido conversar con todos los asistentes. La forma de vestir, tanto para hombres, como para mujeres, es muy informal. Los hombres no deben usar corbata y el calzado deportivo y los vaqueros son muy bienvenidos. Las reglas no son nada estrictas tampoco en cuanto a la hora en que los asistentes deben llegar o marcharse. Se puede llegar tarde sin que esto entorpezca la marcha de la reunión. La espicha cumple la función de merienda-cena, tanto por la hora de celebración como por el menú servido.
Las espichas pueden estar intercaladas o culminar con baile, con una actuación folklórica, con un juego de salón o con cualquier otro entretenimiento en los que los participantes lucen sus habilidades. Un escenario es fácilmente improvisado.
Las espichas han tenido mucho éxito entre las distintas Facultades y Escuelas de las Universidades de León y Asturias en las que la bebida protagonista es la sidra. Aparte su bajo costo, tienen la ventaja de facilitar una convivencia amable e informal entre alumnos, profesores y personal de la administración y servicios, al margen ya de los condicionamientos académicos. La espicha como fórmula gastronómica y de reunión social empieza a tener adeptos fuera ya de Asturias.
Este modo y manera disponer la comida y bebida da a la espicha un carácter muy evolutivo. Se forman corrillos y se cambia de un corrillo a otro y de mesa en mesa con toda facilidad. Al cabo de una hora o poco más ya se ha podido conversar con todos los asistentes. La forma de vestir, tanto para hombres, como para mujeres, es muy informal. Los hombres no deben usar corbata y el calzado deportivo y los vaqueros son muy bienvenidos. Las reglas no son nada estrictas tampoco en cuanto a la hora en que los asistentes deben llegar o marcharse. Se puede llegar tarde sin que esto entorpezca la marcha de la reunión. La espicha cumple la función de merienda-cena, tanto por la hora de celebración como por el menú servido.
Las espichas pueden estar intercaladas o culminar con baile, con una actuación folklórica, con un juego de salón o con cualquier otro entretenimiento en los que los participantes lucen sus habilidades. Un escenario es fácilmente improvisado.
Las espichas han tenido mucho éxito entre las distintas Facultades y Escuelas de las Universidades de León y Asturias en las que la bebida protagonista es la sidra. Aparte su bajo costo, tienen la ventaja de facilitar una convivencia amable e informal entre alumnos, profesores y personal de la administración y servicios, al margen ya de los condicionamientos académicos. La espicha como fórmula gastronómica y de reunión social empieza a tener adeptos fuera ya de Asturias.
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