miércoles, 29 de junio de 2011

Millonario por unas horas.

Muchas personas se han preguntado alguna vez en la vida qué harían si un día se levantan y se convierten de la noche a la mañana en millonarios. Son ilusiones, pero hay veces que se convierte en realidad, aunque sea por unas horas. Esto es lo que le pasó a Francisco Javier Sánchez, camarero del Restaurante Rafael, en la céntrica calle Santa Eulalia de Mérida, el pasado día 21 de junio. Tras pedir un extracto de su cuenta en una entidad bancaria apareció que el dinero que tenía disponible era de casi cien millones de euros (99.999.990 €).
Francisco Javier estaba esperando un ingreso de la devolución de la Renta y desde hacía unos días siempre realizaba la misma operación. A las siete de la mañana introducía su tarjeta Visa en el cajero de una de las dos entidades bancarias con las que trabaja para ver si el ingreso había llegado, pero siempre se encontraba un 'no' por respuesta.
Pero un día llegó la sorpresa. Introdujo su tarjeta en un cajero 4B, pidió el saldo de su cuenta y el aparato le sacó un papel en el que ponía que tenía casi 100 millones de euros. «Mi primera reacción fue temblar. Imagínate, yo solo a las siete de la mañana pegando saltos en la calle Santa Eulalia sin saber dónde meterme», explica gesticulando Francisco Javier Sánchez.
Con el extracto en el bolsillo y con una sonrisa de oreja a oreja se fue a su trabajo. Llegó al restaurante y al primer cliente que entró se lo contó. «Recuerdo que se echó las manos a la cabeza y me decía: ¡Vete a sacar dinero! Y yo le decía que no, pero él insistía. ¡Inténtalo y saca algo!», cuenta el camarero, quien asegura que estaba muy nervioso y que a la hora de servir ya no sabía si el cliente le había pedido un café o un zumo o si la tostada era de cachuela o de mantequilla. A las diez de la mañana ya se había enterado media calle y muchos le llamaban 'el millonario'.
Fue sobre esa hora cuando acudió a las dos entidades bancarias para explicarles lo ocurrido. En ambos sitios le explicaron que era un error del sistema al meter una tarjeta Visa en un cajero 4B, y que si hubiera sacado dinero, tarde o temprano, se habrían dado cuenta del error.
«Desde entonces sigo siendo igual de pobre, pero yo digo que también soy rico porque el extracto de la cuenta lo sigo conservando en el bolsillo», comenta entre carcajadas el camarero.
Casado y con dos niños, Sánchez cuenta que lo peor fue cuando llegó por la tarde a su casa y se lo contó a su mujer. «Casi me cuesta el divorcio. Me dijo que ella hubiera ido a sacar dinero».
«Si le dejo la tarjeta a mi mujer se va a Brasil, porque ella es brasileña. Lo que hubiera tardado en darle la tarjeta y decirle que tiene cien millones en el banco, ya no la veo más», comenta.

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