sábado, 18 de junio de 2011

Los jóvenes no son ni egoístas ni pasivos

Los jóvenes no son ni egoístas ni pasivos-fotos.-Arrastran un largo listado de sambenitos: inactivos, parásitos, “pasotas”… Sin embargo, un estudio acaba de desmontar toda la teoría de la inactividad juvenil al cifrar el perfil de “ni-nis” auténticos en 80.593 ciudadanos. Un número que asusta, pero que tan solo supone un 1,1% de los españoles de entre 16 y 29 años, y muy lejos de la supuesta “generación perdida” de la que algunos hablan. Esta es una de las conclusiones de “Desmontando a ni-ni. Un estereotipo juvenil en tiempos de crisis”, elaborado por el Instituto de la Juventud y dirigido por el profesor de Sociología de la Universidad Complutense Lorenzo Navarrete.

Según el inform, hay una juventud “muy consumista, muy desorientada y perpleja, pero que tiene proyectos y está muy enganchada al futuro”. A la juventud actual no le falta motivación ni inhibición. De hecho, echando cuentas, quedarían más de siete millones y medio de jóvenes a los que el cartel de perezosos y desmotivados no les cuadra en absoluto y entre ellos, hay muchos cuya conciencia social los ha llevado a implicarse en actividades de voluntariado sin más recompensa que la satisfacción personal. Se trata de un grupo que participa en estas actividades en igual medida que los más mayores.
España los voluntarios se han estabilizado en torno al 19% de la población, también entre los jóvenes. Y eso a pesar de que aquí no tenemos una cultura del voluntariado tan interiorizada como en otros países de Europa”, cuenta Nieves Alonso, jefa del Servicio de Voluntariado de la Comunidad de Madrid. Este servicio es uno de los encargados de informar y ofrecer un listado de asociaciones afines al perfil del interesado. Lo hacen a través de un teléfono gratuito, pero también a través de los puntos de información de voluntariado presentes en las universidades, epicentro de muchas actividades solidarias, como el acompañamiento de ancianos a cambio de una habitación.

Mujer y universitaria.

A las 11 de la noche de un lunes de invierno, Cristina conversa y hace bromas con los sin techo que van a pasar la noche en los soportales del Teatro Real. Son los habituales, cinco hombres con la dentadura estropeada y edad imposible de calcular que, entre cartones, dan cuenta del café caliente que las voluntarias de la ONG Solidarios para el Desarrollo han traído para ellos.

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