domingo, 2 de junio de 2013

El mensaje de la piel,./ PARIS Y NUEVA YORK EN 110 PELÍCULAS,.

TÍTULO: El mensaje de la piel,.

PhotoEspaña 2013 toma cuerpo, literalmente. La XVI edición del festival de la fotografía y las artes visuales utiliza la anatomía humana como tema genérico, superando la tradicional interpretación erótica y, paralelamente, poniendo en evidencia su facultad para la expresión de los más diversos lenguajes, desde el más realista a aquellos que buscan una exploración más lírica o espiritual, interpreto,.


PhotoEspaña 2013 toma cuerpo, literalmente. La XVI edición del festival de la fotografía y las artes visuales utiliza la anatomía humana como tema genérico, superando la tradicional interpretación erótica y, paralelamente, poniendo en evidencia su facultad para la expresión de los más diversos lenguajes, desde el más realista a aquellos que buscan una exploración más lírica o espiritual, interpretaciones que, a menudo, apelan a lo afectivo y la experiencia común entre autor y modelo. La piel es el escenario para el amor y la fantasía del 'voyeur', pero también constituye un campo para cualquier guerra y un ámbito para la reivindicación, según explicó el comisario Gerardo Mosquera en la presentación de la última propuesta que realizará como responsable de la muestra.
Exposiciones individuales y colectivas, autores consagrados y nuevos valores, se incluyen en un programa formado por setenta y cuatro muestras, veintiséis de las cuales forman parte de la sección oficial. El certamen es una de las propuestas más atractivas y con mayor capacidad de convocatoria de la temporada cultural en todo el país, con más de 600.000 visitantes el pasado año y, a pesar de las reducciones presupuestarias, la presente cita mantiene un voluminoso programa y amplía el número de sedes. Además de la central madrileña y las cercanas de Alcobendas, Alcalá de Henares y Cuenca, en esta ocasión se han sumado espacios de Lanzarote y Zaragoza, y se ha anunciado que una selección podrá ser contemplada en Berlín, Praga y París. El certamen también colabora con una entidad de Sao Paulo para organizar un evento de similares pretensiones en el país sudamericano.
El encuentro con los 'grandes' es el mayor reclamo del festival, que siempre ha recurrido a nombres de relieve para atraer a un público masivo. En esta coyuntura recesiva, esa estrategia resulta decisiva tanto para conseguir apoyo privado como para seguir ostentando ese favor tan necesario para defender su supervivencia. La cultura, incluso cuando se trata de eventos multitudinarios, es una de las principales víctimas de los recortes de la Administración.
A ese respecto, la edición en ciernes nos ofrece todo un duelo entre dos maestros norteamericanos. La muestra conjunta de Harry Callahan y Edward Weston, abierto en el Círculo de Bellas Artes, se halla entre las visitas ineludibles. La complicidad entre modelo y autor aparece como el nexo común del trabajo de ambos, una percepción que trasciende la estereotipada interpretación sexual y nos habla del afecto. Las ochenta imágenes de 'El, ella, ello' emanan sensualidad, pero también transmiten la intensidad de las relaciones sentimentales.
Las mujeres
Eleanor, la esposa de Callahan, aportó el motivo central de su inspiración durante décadas. Este autor norteamericano, de formación autodidacta, destacó por su constante investigación en torno a la luz o las posibilidades proporcionadas por las exposiciones múltiples. Los retratos de Charis, Margareth o Tina, las amantes que jalonaron la intensa vida sentimental de Weston, forman parte de su abundante creación, desarrollada en todas las vertientes. Las fotografías de detalle, realizadas sobre vegetales comunes, participan de la misma exquisita sensualidad que transmiten los posados de sus mujeres desnudas.
La panorámica por la historia también incluye una retrospectiva del trabajo del también norteamericano Emmet Gowin, abierta en la sala de exhibiciones de la Fundación Mapfre. Como en los casos anteriores, el ámbito familiar se erige en el eje central de un trabajo con numerosas ramificaciones y que llega al momento presente. En la exposición convergen las imágenes de su pequeño universo doméstico, pivotado en su mujer Edith, envuelto en un aura de particular romanticismo, y los grandes proyectos llevados a cabo por todo el mundo, caso de las series aéreas, otra de sus señas de identidad, en torno al volcán Saint Helens, Petra, Panamá o la más reciente en torno a los paisajes andaluces. Gowin, que fue alumno de Callahan y ha enseñado fotografía en la Universidad de Princeton, compagina su interés por el retrato íntimo con una visión panorámica del impacto humano en el medio natural.
El mundo doméstico de John Fitzgerald Kennedy según la mirada de Mark Shaw se convertirá, sin duda, en uno de los mayores alicientes de PHotoEspaña, todo un fenómeno de masas. La Fundación Loewe muestra los retratos oficiosos del presidente asesinado junto a Jacqueline y sus hijos realizados por uno de los grandes del periodismo estadounidense. Una vez más, las instantáneas ponen de manifiesto la complicidad entre el autor y los modelos, y, sobre todo, esa rara facultad para trasmitir un cúmulo de sensaciones a partir de la aparente naturalidad en el posado y la elaboración de una cálida atmósfera.
La temprana desaparición de Shaw oscureció su aportación profesional, recuperada tras el descubrimiento de este material gráfico, origen de un álbum ampliamente difundido. Este profesional llevó a cabo una intensa labor como 'free lance' que incluye numerosas portadas y reportajes para las revistas 'Life', 'Harper's Bazaar' y 'Mademoiselle', fotografías de personalidades de la talla de Pablo Picasso, Elizabeth Taylor, Grace Kelly y Audrey Hepburn, e incursiones en el ámbito de la pasarela para las casas Chanel y Balenciaga. El exquisito uso del color y la composición explican el intenso 'glamour' que desprenden sus imágenes.
Los históricos
El viaje por el cuerpo también recala en las vanguardias históricas. La obra de Frantisek Drtikol, desarrollada en los años veinte del pasado siglo, refleja la ebullición creativa ligada a ese periodo. Los desnudos femeninos de este autor checo se hallan fuertemente influidos por las corrientes simbolistas y modernistas. El violento contraste entre luces y sombras siluetea las figuras y proporciona una intensa belleza a las imágenes que podemos contemplar en la Sala de Calcografía Nacional de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
La mencionada corriente modernista permite establecer un sutil vínculo entre las piezas de Drtikol y la creación del polaco Zbigniew Dlubak, iniciada a finales de la década de los cuarenta. Este superviviente de Mathausen utiliza el cuerpo para un ejercicio de investigación visual desprovisto de cualquier mensaje erótico. Su recurso a la repetición, las simetrías o el detalle en primer plano, sugiere una peculiar reflexión en torno a la relación de sometimiento entre modelo y fotógrafo en el ámbito del desnudo. La sala Juana Mordó del Círculo de Bellas Artes acogerá una selección de su obra más experimental.
Además de esa privilegiada ocasión para recuperar los grandes legados, PHotoEspaña también pulsa los nuevos rumbos de la fotografía contemporánea. La retrospectiva dedicada a Darren Almond, ubicada en la Sala de la Comunidad de la calle Alcalá, constituye otro de los hitos en este apartado. El autor, uno de los miembros de la generación de los Young British Artists, muestra fotografías, esculturas, pinturas y obras audiovisuales. El paso del tiempo, la memoria y la melancolía, recorren un trabajo con una profunda carga emocional. La exposición concluye cronológicamente con 'All things pass', una filmación en torno al Chand Baori, el mayor aljibe del mundo, que nos interpela sobre el ritmo de las estaciones, la actividad del individuo y el orden del mundo.
Retrato español
En el capítulo de las aportaciones nacionales destacamos la participación de Azucena Vieites y Rafael Sanz Lobato y el repaso al trabajo de Laura Torrado. La fotografía ejerce de aglutinante de una expresión artística con proyecciones tan diversas como el dibujo, la escultura, la performance o el vídeo, pero que siempre tiene como rasgo común la expresión de un intenso ejercicio de introspección y cierto sentido dramático alrededor de la puesta en escena. 'La oscuridad natural de las cosas', inaugurada en el Canal de Isabel II, nos muestra ese particular imaginario con su propio cuerpo como habitual contenedor.
El homenaje a Manolo Laguillo representa otra de las citas atractivas con la fotografía española y, posiblemente, de las más desconcertantes según los parámetros de esta edición. La retrospectiva del Museo ICO abarca treinta y cinco años de trayectoria y recoge obras de todos sus ciclos temáticos, cercanos al estudio arquitectónico y urbanístico, muy descriptivo pero ajeno a la obviedad, conceptualmente cercano a la línea emprendida por los 'new topographics' en la década de los setenta.
Ese repaso a la creación contemporánea da lugar a descubrimientos muy interesantes. Entre otras propuestas de relieve, encontramos las fotografías de Violeta Bubelyte, presentes en el Museo Nacional del Romanticismo. Como en anteriores ocasiones, sus piezas revelan la ausencia del componente sexual a favor del torno frágil condición humana. Se trata de autorretratos que nos hablan de la soledad o el dolor desde perspectivas formales muy diferentes. Esta artista lituana emplea la imagen naturalista o incluso hiperrealista, y, asimismo, utiliza procedimientos como la exposición prolongada para generar ambientes nebulosos. La comunicación en el plano íntimo también se puede vehicular desde el lenguaje corporal. Las imágenes de Luis González Palma y Graciela de Oliveira, expuestas en la Casa de América, escenifican una reflexión en torno a la familia en fases como el deseo de un hijo, la separación o los motivos de la seducción.
El concepto del cuerpo a la manera de espejo y campo de expresión de fenómenos como la alteridad, mapa de los cambios sociales y testimonio de la muda en los códigos de representación, anima muestras colectivas como 'Colectiva VII', la dedicada a la vanguardia feminista de los setenta según los fondos de la Sammlund Verbund y 'Conocimiento es poder', con su reflexión ideológica.
La anatomía humana, habitual herramienta del narcisismo, también asume funciones combativas a menudo desde la práctica performativa, con especial énfasis en el ámbito de la lucha de la mujer o de las minorías sexuales. Así, la belleza se alía con la reivindicación homoerótica en las imágenes de Robert Mapplethorpe, la apuesta de la galería Elvira González dentro de la sección Off. Aunque exhibidas en un espacio privado, las instantáneas del desaparecido autor norteamericano ejemplifican el lema de PHotoEspaña 2013 y, paralelamente, avalan esa explícita intención de llegar a un público amplio.

TÍTULOParís y Nueva York en 110 películas

París y Nueva York, capitales de los sueños, la bohemia, el arte y el vicio, son también ciudades fetiche para muchos cineastas. Por algo los,.
 
 
París y Nueva York, capitales de los sueños, la bohemia, el arte y el vicio, son también ciudades fetiche para muchos cineastas. Por algo los hermanos Lumière, inventores del cinematógrafo, filmaron en París, y por algo Nueva York es el escenario de un sinnúmero de películas, desde las arrebatadamente románticas a las que recrean crímenes y tiroteos. El viajero tiene ahora la oportunidad de recorrerlas en clave fílmica. 'París de cine' y 'Nueva York de cine' son dos títulos que acaba de sacar la editorial Lunwerg y que proponen itinerarios que los amantes del cine jamás sospecharían.
Cada una de las guías ofrece 55 películas y dos recorridos temáticos que permiten al cinéfilo y viajero embelesarse con el perfume del 'glamour'. En suma, 110 películas para adentrarse en esos garitos humosos de la ley seca o esos cabarés parisinos donde acecha el pecado.
De Buñuel a Tarantino, de Billy Wilder a Brian de Palma, son muchos los cineastas que han quedado cegados por la ciudad de la luz. Violeta Kovacsiscs y Deborah Marín orientan al lector y el turista por los lugares que pisaron Matt Damon, Audrey Tautou, Harrison Ford o Catherine Deneuve. ¿Qué mitómano puede resistir la tentación de no husmear por los alrededores del apartamento en que Marlon Brando y Maria Schneider protagonizaron sus lances sexuales en 'El último tango en París'? Seguramente nadie.
Trocadero, donde se yergue la Torre Eiffel, es un plató grandioso. Allí transcurren escenas de 'El caso Bourne' o 'El discreto encanto de la burguesía'. Pasado el puente de Bir-Hakeim y delante de los antiguos estudios de Radio France, está la isla artificial en la que se erige una réplica de la Estatura de la Libertad. El lugar resultaba pintiparado para que Roman Polanski rodara el tiroteo final de 'Frenético'.
'Charada', la memorable película de Stanley Donen, regala unas vistas de París impagables. Las arcadas del Palais Royal se antojan perfectas para rodar una escena de acción como la que se desarrolla en este filme, a caballo entre el thriller y la comedia romántica. Las sombras y escondrijos ayudan a infundir emoción al desenlace. Para muchos espectadores, los disparos que se intercambian Gary Grant y Walter Matthau, parapetados ambos tras las columnas, no pueden ocurrir en otro lugar. Monmartre dejó su impronta en la historia del cine gracias a 'Amélie'. Los admiradores de Audrey Tautou deben saber que la frutería donde la actriz hunde sus dedos en un saco de semillas se encuentra en la calle de Trois Fères, en el empinado barrio de Montmartre. Este enclave se ha convertido en un santuario al que peregrinan los cineastas. No en vano, ha acogido el rodaje de 'Los cuatrocientos golpes', de François Truffaut. Será que la angostura de sus calles se presta tanto a acoger filmes de cine negro como comedias arrobadas.
Algo parecido sucede con Nueva York. No parece lo más cómodo calzarse unos 'manolos' de Blahnik para emular las andanzas de la coqueta Carrie Bradshaw en 'Sexo en Nueva York'. Y menos para recorrer la distancia que hay entre la Biblioteca Pública de Nueva York y su abigarrado apartamento en el número 66 de la arbolada calle Perry. Lejos de este rincón del West Village, la Gran Manzana esconde un generoso puñado de escenarios de obligada visita para los mitómanos. Lugares que han forjado parte del ADN de esta gigantesca urbe donde hay comercios cuyo nombre está grabado a fuego en el imaginario colectivo. Ahí está la carísima joyería Tiffany, en el número 727 de la Quinta Avenida, inmortalizada por Blake Edwards en 'Desayuno con Diamantes'; o la mansión escogida por Coppola en Staten Island para que Brando y Al Pacino lucieran su talento en 'El Padrino'.
Lugares inscritos en el celuloide y nuestra memoria sentimental. Es el caso de Central Park, el Museo Metropolitano, el MoMA de Nueva York o la Estación Central, un titánico edificio plasmado en un sinfín de ocasiones, desde 'Con la muerte en los talones' a 'Atrapado por su pasado' o, más recientemente, en 'Los vengadores'. Otros como la cancha de baloncesto de Harlem donde transcurre uno de los primeros momentos de 'West Side Story' o la inmejorable estampa del puente Queensboro sobre el río Hudson, en ese banco donde Woody Allen y Diane Keaton observan el amanecer en 'Manhattan'
Ciudad de encarnizadas batallas entre superhéroes y villanos. El vetusto rascacielos que fue la sede del 'The New York Times' hasta 1995 en Turtle Bay también sirvió para acoger el 'Daily Planet', el periódico de 'Superman'. El edificio se ha convertido en un lugar venerado por millones de fans. Spiderman, Batman o Iron Man también son otros de lo que han hecho sus cameos bajo el 'skyline' neoyorquino,.

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