No es probable que Ignacio González (Madrid, 1960) pudiese imaginarse el panorama de amotinamiento general que tiene organizado en la ...
No es probable que Ignacio González (Madrid, 1960)
pudiese imaginarse el panorama de amotinamiento general que tiene
organizado en la capital cuando, hace tres meses, heredó la presidencia
de Esperanza Aguirre. Entonces solo acertaba a agradecer a su mentora,
entre gallos y lágrimas, haberle encumbrado al puesto -para el que no
fue elegido- en pago a su fidelidad.
En tan breve espacio de tiempo, ha logrado poner en pie
de guerra al personal sanitario con sus planes de privatización y el
pago del euro por receta -que entrará en vigor con el nuevo año,
desoyendo incluso el dictamen del Consejo de Estado-; ha convertido el
Metro en trinchera de resistencia sindical a los recortes del transporte
urbano, y ha hecho que el fundido en negro se convierta en el programa
de moda en Telemadrid, pendiente de un brutal ERE que dejará en la calle
a más de 900 trabajadores en una plantilla de 1.200, y que le obligará a
enviar su mensaje de fin de año por internet. Y todo ello, mientras
hace frente a todos los demás conflictos incubados en las políticas de
austeridad y subidas de impuestos del Gobierno central.
Ignacio González creció a la sombra de Esperanza Aguirre,
a cuyo servicio se consagró casi desde el momento en que, con 24 años y
al poco de licenciarse en Derecho, se hizo con una plaza de técnico
superior en el Ayuntamiento de Madrid. Miembro del Partido Popular,
Aznar contó con él en todas sus legislaturas, primero como subsecretario
de Cultura y, después, como ocupante idóneo de las secretarías de
Estado para la Administración Pública e Inmigración.
Desde 2003, tras el 'tamayazo', la traición socialista
que hurtó la presidencia de la Comunidad de Madrid a Rafael Simancas y
se la puso en bandeja al PP de Aguirre, se dedicó a trabajar en
exclusiva para ella. Durante todos estos años, González consolidó su
posición en el Ejecutivo regional. Quienes lo aprecian destacan su
capacidad de trabajo y su habilidad para la negociación; sus
detractores, en cambio, lo retratan como un político maquiavélico. En
ambos casos se reconoce su valía y su conocimiento de todos los resortes
del poder en Madrid.
Siempre se mostró conforme con su trajín en la
trastienda, sin discutir el protagonismo de la presidenta. Junto a ella
se curtió en los periódicos revuelos que Aguirre organizaba con
declaraciones como cargas de profundidad; es posible que ahí perdiera el
miedo a los encontronazos, si es que alguna vez lo tuvo. Lo que sucede
es que González carece del don de su predecesora para moverse con gracia
entre turbulencias. Quizás pretendió emularla hace unos días cuando
afirmó, tajante, que «los médicos no operan porque no quieren». Pero esa
frase, que en boca de ella serviría para sumar a su bando a los
pacientes que sufrían las consecuencias de la huelga, en la de él
únicamente consigue irritar al personal sanitario y dejar la impresión
de que resulta imposible negociar con alguien así.
Paralelamente a su ascenso en la política madrileña se ha
hecho con el mando en la organización regional del PP, de la que es
secretario general, y ha tomado parte en el pulso que mantienen los
sectores encabezados por Gallardón y Aguirre. En los últimos rifirrafes
se ha enfrentado a la alcaldesa, Ana Botella, a la que cortó el camino
para escapar de las responsabilidades en la tragedia del Madrid Arena y
de quien dijo que no se enteraba de lo que pasaba al conocer que había
firmado en contra de los planes de transformación del Hospital de la
Princesa.
Tanto González como Botella, coronada regidora tras la
marcha de Gallardón al Ministerio de Justicia, tratan de aprovechar el
tiempo de que disponen para hacerse merecedores del regalo recibido y
ganarse el derecho a la reelección, cada uno con su propio estilo; ambos
saben perfectamente que salen perdiendo en la comparación con quienes
les cedieron el testigo.
El presidente madrileño ya ha demostrado que se siente
con las manos libres para llevar a cabo sus proyectos, aunque requieran
un coste político elevado. Pero el exceso de confianza puede volverse
peligroso: por mucho que Tomás Gómez parezca incapaz de convertirse en
alternativa en 2015, no conviene abusar de la paciencia de los
ciudadanos. Muchos se sienten como la protagonista de ese chiste de los
Reyes Magos rijosos que González tuiteó involuntariamente, y ya están
hartos de ponerse las pilas.
El Pacto es una miniserie de televisión dirigida por Fernando Colomo para Telecinco que trata temas como la importancia de la amistad durante la adolescencia, los conflictos paterno-filiales, las inquietudes personales y la búsqueda de la identidad propia, y que está inspirada en el caso real ocurrido en Massachussets (EE. UU.), donde 7 adolescentes de un mismo colegio pactaron quedarse embarazadas a la vez.-foto.
El pacto se sumerge en la historia de Rebeca, María, Ana, Bea, Vivi, Merche y Carol, siete amigas y estudiantes de 4º de ESO de la misma clase que toman una sorprendente decisión: quedarse embarazadas a la vez. En protesta de que el director echó a María del colegio por el simple hecho de quedarse embarazada. Además que cada una tenía problemas personales que les hicieron aceptar el pacto.
Protagonistas
- Marina Salas es Rebeca.
- Diana Gómez es María.
- Macarena García es Ana.
- Georgina Latre es Bea.
- Denise Maestre es Vivi.
- Vicky Luengo es Merche.
- Natalia Rodríguez es Carol.
- Gara Muñoz es Tina.
Personajes
Rebeca (Marina Salas): Es la líder del grupo. Las fue convenciendo una por una para que todas las chicas se quedaran embarazadas. Odia a su madrastra y siempre le hace la vida imposible. Quiere mucho a su padre y tiene dos hermanas menores. Pero al final su madrastra se queda embarazada y a ella se le ocurre la idea del pacto. Sus mejores amigas son Bea y Vivi. Estuvo manchando y podía tener un aborto pero al final no lo tuvo.María (Diana Gómez): Es la mejor amiga de Ana. Está enamorada de Fran y sus padres están divorciados. Fue la primera chica que se quedó embarazada y la echaron del colegio por ese motivo. Su madre se droga y su padre supuestamente es rico.
Ana (Macarena García): Es la mejor amiga de María. Sale con Dani, el hermano de Fran. Ellos dos se pelean a lo largo de la serie pero al final acaban juntos. Es una deportista excelente y le encanta el ciclismo. Iba ha hacer unas pruebas, pero al final no las hizo porque estaba embarazada. Su padre siempre está investigando sobre el caso de su hija y sus amigas. Al principio se negaba hacer el pacto pero el haberse enfadado con su padre le hizo cambiar de opinión.
Bea (Georgina Latre): Es la mejor amiga de Rebeca. Se va de su casa, ya que sus padres son los que peor se toman la noticia de que está embarazada. Cuando se va de su casa, va a casa de Rebeca y luego a casa del padre de su hijo, allí le presta su casa durante unos días, pero al final es echada ya que el hombre va a traer a su novia. Tiene una hermana y al final vuelve con su familia.
Vivi (Denise Maestre): Es la mejor amiga de Rebeca. Es la más rebelde de todas y odia a sus padres. Ella es la única chica que aborta ya que tiene una enfermedad en la vagina y como es diabética no tenía otra opción.
Merche (Vicky Luengo): Es la mejor amiga de Carol. Ella fue la única chica que no quiso hacerlo, pero al final la convencieron. Siempre ha estado pensando abortar, aunque al final no lo hace. Es hija única. Es una de las pringadas del grupo junto con Carol.
Carol Natalia Rodríguez es la mejor amiga de Merche. Es adoptada, y no tine personalidad. Es una de las pringadas del grupo junto a Merche. Es la única rubia en el grupo aparte de María y Rebeca. Hizo el amor con su profesor particular y todos los chicos de su colegio se burlaban de ella diciendo que tenía que haber pagado para que hiciera el amor con ella y que ese tío era su héroe.
Tina Gara Muñoz es la hija del director y la única que no se mente en el pacto. Le gusta Pinto. Las chicas piensan que es lesbiana y se rien de ella.