Su imperio nació hace 20 años en un pequeño restaurante de
Lima. Hoy ya son 40 en 13 países. Formado en París, Gastón Acurio es en
estos momentos uno de los cinco mejores chefs del mundo y, gracias a él,
la gastronomía peruana está de moda en todo el planeta. Cercano,
educado y jovial, acaba de celebrar que aquel primer restaurante ha sido
nombrado el mejor de Latinoamérica.
-A este paso va a ser el peruano más famoso del mundo.
-Ése es Mario Vargas Llosa (risas). Y también están Mario
Testino, el gran fotógrafo de moda, y el tenor de ópera Juan Diego
Flores...
-¿Aspira a serlo?
-¿Yo? Ojalá que no... (silencio) El ser humano tiene que
estar en una constante batalla contra la vanidad. Afecta a tu ánimo, a
tu trabajo, a tu capacidad creativa... La vanidad es muy limitante.
-Sus restaurantes se llaman Astrid&Gastón.
¿El nombre de su mujer delante por galantería o porque se lo merece más
que usted?
-Se lo merece y con creces. Astrid tenía 21 años cuando
inauguramos el restaurante. Estaba en un país al que había llegado por
amor (ella es alemana). Se tuvo que parar en la puerta del local ante
una clientela acostumbrada a sentirse más importante que otros.
-Cobra 55 euros por un menú degustación de 8 platos sin bebida.
-Y tenemos otro de 21 platos a 100 euros. Creo que es el
más barato del Top 50 de 'Restaurant'. Y eso no sé si es bueno o malo
(risas).
- Usted es el 'Rey del cebiche'.
- El cebiche es el pequeño arte de convertir la Naturaleza
en un mundo cítrico y picante, pero al mismo tiempo refrescante. Usted
lo puede preparar en casa. Atrévase. Puede usar besugo, lubina y
merluza, pero también chicharro o anchoa. ¿Tiene lima? ¿Cebolla roja?
¿Ajo y guindilla? Pues listo.
-¿La gastronomía es capaz de cambiar un país? Dicen que es el motor del cambio que vive Perú.
-Lo que cambia un país es el ánimo. La gastronomía no puede
hacerlo por sí sola, pero sí puede inspirar, dar ejemplo, unir y, a
partir de ahí, mostrar unos principios y valores al resto de actividades
económicas.
-Lo que está claro es que la cocina peruana es ahora una referencia mundial.
-Eso es el resultado de un plan que se ideó hace diez años y
que tenía como objetivo hacer que nuestra cocina sirviera de vehículo
para promover el Perú y sus productos, para atraer turismo e inversiones
y para darle a nuestro pueblo seguridad y confianza. Queríamos, en el
buen sentido y muy dulcemente, intentar peruanizar el mundo.
- Su padre, Gastón Acurio Velarde, llegó a ministro. ¿Quién ha hecho más por su país: usted o él?
- A mi padre le tocó ser político en la época más dura del
Perú. Varios de sus amigos fueron asesinados por Sendero Luminoso. Cada
mañana salía de casa con la posibilidad de que no regresar por la noche.
No quiso tener escolta. Y lo que siempre nos inculcó fue que teníamos
la suerte de ser hijos afortunados del Perú y teníamos la obligación de
devolver al país lo que habíamos recibido.
-Algunos dicen que usted es el próximo presidente del Perú.
-Eso son fantasías de algunos medios... y quizás las
pesadillas de algunos políticos, pero la realidad es que eso no sucederá
nunca.
-¿Cuál es el último restaurante en el que ha pagado una cena?
-Intento pagar en todos porque parte del placer de ir a
comer a un lugar es sentir que te lo has ganado trabajando. Pero se me
hace difícil. Casi siempre me invitan.
«Ahora solo existe Antonio Orozco»
Jesús Vázquez y los 'coaches' de La Voz, que vuelve esta noche a Telecinco, pasan página tras la marcha de Melendi,.
Eran
más de 15.000 aspirantes y solo han quedado 130. Arrancan las
audiciones a ciegas de ‘La Voz’ (hoy, a las 22.15 horas, en Telecinco) y
los ‘coaches’ tendrán que afinar el oído para encontrar a las nuevas
promesas musicales de España. Jesús Vázquez (Ferrol, 1965) dirigirá «la
orquesta», pero sin dejarse ver mucho. Le toca «un discreto segundo
plano» y acompañará a los familiares de los concursantes mientras pasan
el trago.
–El año pasado batieron récords. ¿Podrán igualar el resultado?
– Es nuestro sueño y nuestro objetivo, para eso llevamos
muchos meses trabajando. Queremos que el programa vuelva a enamorar, a
ilusionar y a emocionar.
–¿Usted también se emociona?
– Sí, hay momentos en los que se me han saltado las
lágrimas, como el año pasado, pero intentaré que no se vea. No me gusta
que salgan salvo casos excepcionales. Espero que quiten esas imágenes.
–¿Cómo se defiende Antonio Orozco, el nuevo, en las audiciones a ciegas?
– ¡Muy bien! Creo que ha sido la plaza más difícil en la
que ha actuado. Es una persona extremadamente tímida, pero ha sido muy
valiente y se ha lanzado. Al principio estaba muy nervioso y le dimos
calorcito, como diría Rosario. Luego hicimos que se ganara su sillón. El
tío ha peleado y se ha destapado como un animal televisivo.
–¿Se nota la baja de Melendi?
– Soy de los que no miran atrás ni para coger carrerilla.
Lo pasado, pasado está, y fue como fue. Todos tenemos un gran recuerdo
de esa primera edición del concurso, pero miramos al futuro y ahora solo
existe Antonio Orozco.
–¿Le sorprende que Melendi vaya a participar ahora en un ‘reality’ de TVE?
–No hago comentarios sobre eso, no es asunto mío. Eso tendrá que explicarlo él.
–¿Este año los ‘coaches’ de ‘La Voz’ serán más duros?
–Lo han tenido más complicado, o eso es lo que dicen,
porque el nivel de los aspirantes es muy alto. Los que se presentan al
programa me parecen maravillosos y me los llevaría a todos, pero son los
‘coaches’ quienes tienen que elegir.
–Con Rafa, España se convirtió al ‘heavy’.
– Me encantó que ganara porque demuestra que aquí no hay
nada preconcebido ni gana el más comercial, sino el que la gente quiere.
Supongo que entre los que le votaron había gente como yo, que no son
‘heavies' pero que creían que debía ganar.
"Soy el paño de lágrimas"
–En las audiciones está con los familiares. ¿Qué le dicen?
– La habitación de las familias es la explosión de las
emociones, nadie sabe lo que se vive allí. Yo estoy para todo: de paño
de lágrimas, para compartir la euforia, para recibir el primer abrazo o
la primera bronca, porque algunas veces también se enfadan. Esa es mi
función en esta parte del programa y lo hago encantado.
–Hubo gente que criticó que tuviera un papel tan secundario...
–Es el papel que tengo que tener. No tengo ningún delirio
de nada que no sea hacer mi trabajo. Tengo mi ego más que satisfecho
desde hace muchos años y no me preocupan esos temas. Comienzo con las
familias y en el plató voy teniendo un papel mayor. Soy el que dirige la
orquesta, pero siempre en un discreto segundo plano.
–En ‘¡Mira quién salta!’ se tiró a la piscina. ¿Aquí cantará?
– Estuve a punto de hacer un guiño, pero no me atreví. Lo
hablamos el año pasado y lo rechacé porque no quería tener más presión;
este año lo hará otra persona. No quiero desvelar la sorpresa porque es
muy graciosa. A mí me da respeto, no es lo mío. Pero no quita que un día
me atreva.
–Las audiciones duran minuto y medio. ¿Qué es capaz de hacer usted en ese tiempo?
– Muchas cosas, pero cantar no. Dame un tema y puedo hablar horas sin que la gente se aburra.
–El año pasado batieron récords. ¿Podrán igualar el resultado?
– Es nuestro sueño y nuestro objetivo, para eso llevamos
muchos meses trabajando. Queremos que el programa vuelva a enamorar, a
ilusionar y a emocionar.
–¿Usted también se emociona?
– Sí, hay momentos en los que se me han saltado las
lágrimas, como el año pasado, pero intentaré que no se vea. No me gusta
que salgan salvo casos excepcionales. Espero que quiten esas imágenes.
–¿Cómo se defiende Antonio Orozco, el nuevo, en las audiciones a ciegas?
– ¡Muy bien! Creo que ha sido la plaza más difícil en la
que ha actuado. Es una persona extremadamente tímida, pero ha sido muy
valiente y se ha lanzado. Al principio estaba muy nervioso y le dimos
calorcito, como diría Rosario. Luego hicimos que se ganara su sillón. El
tío ha peleado y se ha destapado como un animal televisivo.
–¿Se nota la baja de Melendi?
– Soy de los que no miran atrás ni para coger carrerilla.
Lo pasado, pasado está, y fue como fue. Todos tenemos un gran recuerdo
de esa primera edición del concurso, pero miramos al futuro y ahora solo
existe Antonio Orozco.
–¿Le sorprende que Melendi vaya a participar ahora en un ‘reality’ de TVE?
–No hago comentarios sobre eso, no es asunto mío. Eso tendrá que explicarlo él.
–¿Este año los ‘coaches’ de ‘La Voz’ serán más duros?
–Lo han tenido más complicado, o eso es lo que dicen,
porque el nivel de los aspirantes es muy alto. Los que se presentan al
programa me parecen maravillosos y me los llevaría a todos, pero son los
‘coaches’ quienes tienen que elegir.
–Con Rafa, España se convirtió al ‘heavy’.
– Me encantó que ganara porque demuestra que aquí no hay
nada preconcebido ni gana el más comercial, sino el que la gente quiere.
Supongo que entre los que le votaron había gente como yo, que no son
‘heavies' pero que creían que debía ganar.
"Soy el paño de lágrimas"
–En las audiciones está con los familiares. ¿Qué le dicen?
– La habitación de las familias es la explosión de las
emociones, nadie sabe lo que se vive allí. Yo estoy para todo: de paño
de lágrimas, para compartir la euforia, para recibir el primer abrazo o
la primera bronca, porque algunas veces también se enfadan. Esa es mi
función en esta parte del programa y lo hago encantado.
–Hubo gente que criticó que tuviera un papel tan secundario...
–Es el papel que tengo que tener. No tengo ningún delirio
de nada que no sea hacer mi trabajo. Tengo mi ego más que satisfecho
desde hace muchos años y no me preocupan esos temas. Comienzo con las
familias y en el plató voy teniendo un papel mayor. Soy el que dirige la
orquesta, pero siempre en un discreto segundo plano.
–En ‘¡Mira quién salta!’ se tiró a la piscina. ¿Aquí cantará?
– Estuve a punto de hacer un guiño, pero no me atreví. Lo
hablamos el año pasado y lo rechacé porque no quería tener más presión;
este año lo hará otra persona. No quiero desvelar la sorpresa porque es
muy graciosa. A mí me da respeto, no es lo mío. Pero no quita que un día
me atreva.
–Las audiciones duran minuto y medio. ¿Qué es capaz de hacer usted en ese tiempo?
– Muchas cosas, pero cantar no. Dame un tema y puedo hablar horas sin que la gente se aburra.