Nicolás Steno-foto, nacido Niels Stensen y latinizado Nicolaus Stenonis (Copenhague, 11 de enero de 1638 - Schwerin, 25 de noviembre de 1686), fue un anatomista y científico danés del siglo XVII, considerado el padre de la Geología, tras su conversión al catolicismo murió siendo obispo misionero.
Hijo de un pastor luterano, nació Stenon en el invierno de 1638 en Copenhague. Su nombre era Niels Stensen, pero años más tarde, en la Universidad siguió la costumbre habitual de latinizar su nombre: Nicolaus Stenonis. Bajo ese nombre publicó sus trabajos científicos, aunque firmó su correspondencia en francés como Nicolás Sténon, y la italiana como Niccolo Stenone. Su infancia fue la de un niño enfermizo, aislado de los otros niños, que pasó gran parte de su tiempo escuchando las discusiones religiosas de los mayores. Tras unos años de educación clásica dirigida por el poeta y latinista Ole Borch, de quién aprendió a expresarse fluidamente en latín, en noviembre de 1656, a los dieciocho años, Stenon entró en la Universidad de Copenhague para estudiar Medicina. Unos pocos meses después, Dinamarca estaba en guerra y Copenhague sitiada por el ejército sueco, por lo que sus estudios se desarrollaron de forma errática. Su preceptor fue Thomas Bartholin, anatomista famoso por haber descubierto los vasos linfáticos. En aquella época, la anatomía era una ciencia prestigiosa: los detalles de la anatomía humana eran tan nuevos y excitantes como pueda ser hoy la secuenciación del genoma humano, así que Thomas Bartholin fue la persona que lanzó a Stenon hacia su primera carrera científica: la anatomía.
La caótica situación de Copenhague impidió a Stenon obtener un título, por lo que en 1659 consiguió ayuda económica y una carta de recomendación de Thomas Bartholin, partiendo hacia el norte de Alemania y Holanda, donde durante varios meses se dedicó a visitar a distintos científicos, hasta recalar en Ámsterdam donde se hospedó durante tres meses en casa de Gerard Blaes, médico de la ciudad, profesor de anatomía y amigo de Bartholin.
Una tarde Stenon compró una cabeza de cordero y la llevó al laboratorio de Blaes para intentar disecar el cerebro. Primero se dedicó a investigar los vasos, introduciendo una sonda a través de ellos. De improviso notó que la punta de la sonda se movía libremente en una cavidad y tintineaba contra los dientes. Sorprendido, avisó a Blaes, quien no dio importancia al hallazgo, atribuyéndolo a una falsa vía. Stenon buscó referencias en los libros de Blaes, no encontrando ninguna mención a ese fino conducto. Unos días después Stenon se trasladó a la Universidad de Leiden para continuar sus estudios. Allí repitió la disección, enseñando el conducto a sus profesores, quienes confirmaron que se trataba de un hallazgo nuevo. Hasta ese momento la función de la glándula parótida era desconocida. La Universidad hizo una presentación pública del descubrimiento, llamando al conducto ductus Stenonianus.
En Ámsterdam, Blaes acusó a Stenon de haberle robado el hallazgo, y lanzó una campaña contra él que se escuchó hasta en Italia. En otros momentos de su vida Stenon evitará cualquier disputa de este tipo, pero en esta ocasión decidió luchar por su prestigio. Por suerte para él, a continuación Blaes realizó una publicación de su hallazgo llena de inexactitudes anatómicas que Stenon pudo desenmascarar en la mesa de disección.
Con el fin de zanjar el asunto, durante el año siguiente Stenon se dedicó de manera enfebrecida a la investigación anatómica hasta redactar un manuscrito que describía en detalle todas las glándulas de la cabeza, haciendo, por ejemplo, por primera vez la descripción completa del aparato lacrimal. Capitales son sus trabajos sobre los músculos: función de los intercostales (levatores costarum), condición muscular de la lengua y del corazón (cor vero musculus est), estructura fibrilar de las masas musculares, etc.
Fundándose en experimentos fisiológicos, su mentalidad cartesiana le lleva a expresar geométricamente los mecanismos del movimiento muscular voluntario; pero despreció el uso del microscopio que hubiera aclarado su teoría.
Vuelve a su patria en 1664, y, al negársele una merecida cátedra, se trasladó a París, hospedándose en casa del científico Melchisédec Thevenot. En el invierno de 1665 presentó su "Discurso sobre la anatomía del cerebro", que reflejaba, más que una lección de anatomía, un manifiesto sobre su filosofía de la ciencia. Comenzó su alocución con la siguiente declaración de principios: “En lugar de prometerles satisfacer su interés sobre la anatomía del cerebro, les confieso aquí, honesta y francamente, que no sé nada sobre ella”. No era falsa modestia, había llegado a la conclusión de que todo lo escrito previamente sobre el cerebro era tan inexacto y contradictorio que era mejor admitir ignorancia y comenzar poco a poco desde el principio.
Otra de sus polémicas de aquella época fue a propósito de René Descartes. Aunque éste había fallecido hacía quince años, su libro póstumo "Sobre el hombre" acababa de ser reimpreso en francés. Siguiendo la filosofía mecanicista argumentaba que el cuerpo humano era una máquina simple cuyos procesos y acciones podían explicarse completamente según principios mecánicos, y declaraba que la glándula pineal era el centro que, bajo la dirección del alma, giraba moviendo las cuerdas que controlaban todo el organismo. Stenon demostró en disección pública que la glándula pineal era inmóvil, y estaba adherida a los tejidos periféricos. Los seguidores de Descartes se negaron a aceptar la evidencia. A pesar de esta discusión, Stenon aprobaba la filosofía cartesiana. Sobre este caso dejó escrito: “No reprocho a Descartes por su método, sino precisamente por ignorarlo él mismo”.,etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario