sábado, 28 de enero de 2012

ENRÉDATE SIEMPRE EN DOMINGO./ EL CUARTO DE LAS ESCOBAS./

TÍTULO: ENRÉDATE SIEMPRE EN DOMINGO:

Las campanas, el sol, el cielo claro
me llenan de tristeza, y en los ojos
llevo un dolor que el verso compasivo mira,
un rebelde dolor que el verso rompe
¡y es, oh mar, la gaviota pasajera
que rumbo a Cuba va sobre tus olas!

Vino a verme un amigo, y a mí mismo
me preguntó por mí; ya en mí no queda
más que un reflejo mío, como guarda
la sal del mar la concha de la orilla.
Cáscara soy de mí, que en tierra ajena
gira, a la voluntad del viento huraño,
vacía, sin fruta, desgarrada, rota.
Miro a los hombres como montes; miro
como paisajes de otro mundo, el bravo
codear, el mugir, el teatro ardiente
de la vida en mi torno: ni un gusano
es ya más infeliz: ¡suyo es el aire,
y el lodo en que muere es suyo!
Siento la coz de los caballos, siento
las ruedas de los carros; mis pedazos
palpo: ya no soy vivo: ¡ni lo era
cuando el barco fatal levó las anclas
que me arrancaron de la tierra mía.

TÍTULO: EL CUARTO DE LAS ESCOBAS.

MI AMIGA VICTORIA LAFORA me preguntó un día: "¿Tengo pinta de no poder pagar la factura del hotel?". Me dejó sorprendida. Victoria es elegante, educada y, además, guapísima. Cuando le pregunté a qué se refería me explicó que estaba harta de que en muchos hoteles la mandaran a lo que calificó como "el cuarto de las escobas". Me reí y la entendí de inmediato. Preparas con ilusión un viaje y buscas cuidadosamente un hotel. En mi caso, suele costar un "riñón" porque tengo debilidad por los "viejos hoteles", esos que conservan todo el glamour de tiempos pasados. Al final, optas por estar menos días y, a cambio, eliges el lugar que crees que va a cumplir todas tus espectativas. Pero, ¡ay¡, resulta que cuando llegas te mandan al cuarto de las escobas. Esas habitaciones fantásticas que has visto en la página web resulta que no están disponibles para ti y los recepcionistas suelen ser expeditivos: el cuarto de las escobas o nada. Y tú te resistes, claro, pero el recepcionista te mira impertérrito. A veces me he encontrado un patio o una callejuela donde se amontonaban los cubos de basura. También me han tocado en "suerte" lo que los recepcionistas calificaban de habitaciones "no renovadas": con la moqueta mugrienta, el baño de la época de la polca y los muebles de saldo.

ALGUNAS DE MIS VACACIONES
han comenzado mal, precisamente, en la recepción de un hotel donde he tenido que "pelear" hasta conseguir que me dieran la habitación que había reservado. Al principio cedía, ahora me planto y me niego a ir al cuarto de las escobas. Así que, en más de una ocasión, me he encontrado muy digna, pero sin habitación en una ciudad y con el móvil en la mano buscando otro hotel donde alojarme. No importa: ya no me dejo tomar el pelo.

MI DISCUSIÓN
es siempre la misma y me remite a la pregunta de mi amiga: si el hotel tiene habitaciones 'buenas' y 'malas' por qué quieren encasquetarme a mí las malas (pagadas como buenas). Y eso suele suceder, sobre todo, cuando reservas a través de una agencia de viajes. El recepcionista te dice que tu agencia ha reservado para ti el cuarto de las escobas, lo que naturalmente no es verdad. Y no es que crean no voy a pagar sino que, simplemente, me intentan tomar por tonta.

LO MISMO ME SUCEDE con las compañías aéreas. He viajado en toda clase de compañías a lo largo y ancho del mundo y me siento como en casa volando en Iberia. Sus pilotos me parecen unos profesionales de primera y el personal de cabina siempre es amable y dispuesto a ayudar. Pero, últimamente, me he encontrado con alguna sorpresa. Compras un billete de Iberia y luego descubres que viajas en otra compañía porque tienen lo que llaman 'código compartido', o bien, te terminan embarcando en un avión de bajo coste. Me pasó este verano a la ida y la vuelta de Palma de Mallorca. Yo creía que iba a viajar en Iberia, pero terminé en un vuelo de bajo coste que me habían cobrado como si fuera de todo coste. Y me enfadé, claro.

P. D.: Como todo el mundo, suelo buscar vuelos low cost, comprar en outlets y reservar hoteles donde la relación calidad-precio esté compensada. En cada momento uno gasta según su presupuesto. Lo malo es cuando te quieres dar un capricho o hacer un extra y pretenden darte gato por liebre.

Aunque cuesten "un riñón" tengo debilidad por los viejos hoteles esos que conservan todo el glamour de tiempos pasados.

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