Françoise Madeleine Hardy (París, 17 de enero de 1944), cantautora, modelo y actriz francesa. Fue la primera cantante pop francesa famosa y es una de las cantantes francófonas más conocidas.
Françoise Hardy no está bien. A los 68 años, la eterna novia de Francia, la indiscutible reina de la era ye-yé, padece un linfoma extranodal que le está minando la salud. «No sé si estaré aquí el año que viene», le dijo.
El amargo adiós de Françoise HARDY
Decididamente el Náufrago de esta Isla vuelve la cabeza a
menudo hacia atrás y siente que miraba con otros ojos más ingenuos que los de
ahora. Antes soñaba y vivía un mundo infinito, ahora le marca límites, no demasiados largos.
Hoy, al ver una portadilla, leyó un titular que le hizo
retroceder cincuenta años y por un momento sintió el clima interior que entonces
le habitaba. Sentía la voz y veía un rostro dulcemente joven como el de sus canciones. Aún conserva la
sensación de aquella voz, aquel pelo y aquellos ojos. El que veía hoy o el de
hace cuatro años conserva su finura y su elegancia marcadas ya , más que por la edad, por el sordo
y testarudo enemigo que va marcando su rostro y taladrando su cuerpo
El término
‘adiós’, esa palabra tan fría, tenía un doble dolor. El de su cuerpo que se va
deteriorando: “«No sé si estaré aquí el año que viene», le dijo hace unos días
a Le Monde. «No logro acostumbrarme a la enfermedad. Desde hace tres o cuatro
años, las fuerzas me flaquean y tengo que caminar muy lentamente. Ando como por
un alambre. Resulta desesperante no poder valerme por mí misma. ¡Yo, que
siempre quise tener el control de mi carrera y de mi vida!».
A ese
roedor se añadía el de los impuestos de
Monsieur Hollande del 75% para las
grandes fortunas: «Con semejante reforma
fiscal, el PS quiere dejarme en la calle tras muchos años trabajando para
reunir unos ahorros. Si la llevan a cabo, seré la primera en irme de aquí»,
advirtió entonces. Pero hoy, la ex reina pop parece no tener energía ni salud
para mantener su amenaza.
Pero al Náufrago lo que más siente
de la persona no es tanto del estrago
del fisco, sino ese otro sordo que va cumpliendo su inexorable destino. Ha
visto sus rostros y los textos de su “Mon
ami la Rose” y ese fin del último acto: “Rendez- vous dans une
autre vie” y son paralelos. Es lo que el Náufrago ha sentido.
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