domingo, 8 de enero de 2012

EL PERSONAJE= DIANE LA DESEADA.

Diane la deseada-foto: ``Actuar es mi válvula de escape. Me permite eliminar mi angustia.
Tarantino, Calvin Klein, Karl Lagerfeld... Son solo algunos de los que han caído rendidos ante la belleza de la actriz Diane Kruger. Si saltó a la fama por su papel de Helena de Troya, este año se vuelve a arriesgar con la reina María Antonieta.



Al ver a Diane Kruger, uno se da cuenta pronto de que la modelo y actriz alemana va más allá de lo que se ve a primera vista.
y eso que es difícil superar lo que se ve a primera vista...


Al llegar al hotel donde tiene lugar la entrevista, la musa de Karl Lagerfeld y rostro oficial de Calvin Klein, no solo está leyendo el periódico, sino que además se está pegando un desayuno de campeonato: huevos a la benedictina y una fuente de patatas fritas. «Hola», saluda, tendiendo su delgado brazo. Su estampa resulta un tanto sorprendente. Vestida con vaqueros y un top informal, Kruger -34 años- es una belleza natural, tranquila.

Fuera de su país, sigue siendo conocida sobre todo por su papel de Helena en Troya, la superproducción dirigida por Wolfgang Petersen en 2004 e inspirada en la obra de Homero. La película recibió críticas no muy buenas, pero sigue siendo un espectáculo en el que la belleza de Kruger brilla como nunca. «El papel de Helena era muy difícil de interpretar», dice Kruger. «Eso lo tenía claro de antemano, pero alguien tenía que hacerlo... Troya era mi segunda película y estaba muerta de miedo. De hecho tuve suerte: podía haber supuesto el final de mi carrera como actriz». Pero no fue eso lo que sucedió.

El reconocimiento le llegó gracias a Quentin Tarantino, quien en Malditos bastardos, el thriller nominado al Oscar cuyo universo paralelo se desarrollaba durante la Segunda Guerra Mundial, le asignó el papel de actriz alemana que se embarca en labores de sabotaje. La interpretación de Kruger le valió una nominación para los Globos de Oro y dejó claro a todo el mundo que no era solo una cara bonita.

La actriz no parece tener muchas dudas sobre su capacidad profesional. «Una persona, en el fondo, siempre tiene claro qué es lo que quiere hacer, qué es lo que puede hacer», afirma. «Y yo quería trabajar en el cine porque me inspiraba la figura de Romy Schneider. Me encantaba su condición de actriz europea. Romy era alemana y hablaba con acento alemán, pero incluso los franceses estaban locos por ella».

Crecida en Algermissen, una pequeña ciudad alemana, Diane Kruger soñaba con convertirse en bailarina clásica. Llegó a conseguir plaza para estudiar en la Royal Ballet School londinense, pero una lesión en la pierna la obligó a cambiar de rumbo y trabajar como modelo. Después de cinco años, que describe como «aburridos», se pasó a la interpretación.

Sus padres se divorciaron cuando ella tenía 13 años, por los problemas de su padre con el alcohol. Según asegura, para ella la interpretación supone una válvula de escape emocional similar a la aportada por el ballet. «Cuando eres niña, no terminas de darte cuenta de cómo son las cosas en realidad», dice. «Pero yo hoy actúo para eliminar el dolor. Durante esas dos o tres horas al día te olvidas por completo del sufrimiento. Y diría que eso era lo que echaba en falta cuando trabajaba como modelo. Los alemanes muchas veces no terminamos de expresar bien nuestros sentimientos».

Resulta tentador situar a Kruger junto a Penélope Cruz y Marion Cotillard, las actrices europeas que han triunfado en Hollywood durante la década pasada, pero nuestra entrevistada matiza: «Penélope ha tenido la gran suerte de contar con Pedro Almodóvar... Al principio apareció en producciones españolas y luego pasó a encarnar a personajes españoles o mexicanos en las películas americanas. En mis comienzos, los productores siempre decían lo mismo: `La chica nos interesa, pero tiene que eliminar ese acento suyo al hablar en inglés´. Y es que el acento alemán es mucho menos atractivo que el francés o el español».

Kruger, ambiciosa y con notable seguridad en sí misma, está decidida a tomarse las cosas con calma. «A estas alturas ya no estoy obligada a seguir trabajando», explica. «Y, ahora, me ofrecen papeles más interesantes, por lo que puedo permitirme rechazar según qué proyectos». El director con quien sueña trabajar es el francés Jacques Audiard (A prophet, The beat that my heart skipped), y de entre los estadounidenses le interesa Darren Aronofsky, director de Cisne negro, «porque hace el tipo de películas que a mí me gustan».

Kruger es consciente del coste que tiene verse rodeada de un torbellino de publicidad en el inicio de una carrera profesional. «Todo sucedió muy rápido», recuerda. «Me pasé dos años y medio fuera de casa, eché en falta a los amigos, algunas de mis relaciones personales se vieron afectadas... Lo encontraba todo interesantísimo, pero a la vez tenía la sensación de andar un poco perdida. No tenía claro dónde estaba mi casa, ni sabía bien lo que estaba haciendo». No estoy autorizado a hacer preguntas al respecto, pero sospecho que aquí se refiere a su breve matrimonio y subsiguiente divorcio del director francés Guillaume Canet (hoy casado con Marion Cotillard). Durante los últimos cinco años, Kruger ha mantenido una relación con el canadiense Joshua Jackson (conocido por su papel como Pacey en Dawson crece). «Tengo claro que un día voy a ser madre -dice la actriz-, pero no voy a casarme otra vez».

En 2012 estrenará Farewell, my queen, una película sobre los últimos días en la corte de Luis XVI en Versalles. Su papel es el de María Antonieta. A Kruger le divierte volver a encarnar a otra de las mujeres más célebres de la historia. «Todo el mundo tiene su propia idea de estas mujeres tan famosas, tan icónicas, sobre cómo fueron o qué aspecto tenían en la realidad. Lo que, como actriz, te deja muy, pero que muy expuesta».PARA SABER MÁS...
Luc Besson la rechazó cuando se presentó al casting de El quinto elemento. Pero la animó a estudiar interpretación y dejó su carrera de modelo. Mantiene muy buena relación con Guillaume Canet, su ex marido. Participar en La búsqueda 2, junto a Nicolas Cage, supuso hacer realidad un sueño. Se dobla a sí misma en inglés, francés y alemán y vivió tres semanas en un sanatorio mientras rodaba Frankie (2005).

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