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Lollo, más rosa que nunca, bien puede decir il mio marito. Y se lo puede decir a 
Javier Rigau, su marido español, con el que se casó por ...foto,.
La Lollo, más rosa que nunca, bien puede decir 'il mio marito'. Y 
se lo puede decir a Javier Rigau, su marido español, con el que se casó por 
poderes el 29 de noviembre de 2010, con pleno consentimiento y tras organizar 
ella misma una boda secreta al estilo de la primera que celebraron Sofía Loren y 
Carlo Ponti en 1957 para esquivar a la prensa... Esta es la versión de Rigau 
sobre el rocambolesco matrimonio del que la célebre actriz italiana ahora 
abomina. Mientras Gina, a sus 85 primaveras, brama «no estamos casados» y acusa 
al catalán (35 años más joven) de estafa, él desde Barcelona defiende la 
legalidad de una boda que, según afirma, planearon entre la Lollo y sus abogadas 
y para la que le otorgaron un poder especial.
Si Gina se sube por las paredes, Javier está que trina. Las 
declaraciones a la prensa de la que él llama «mi esposa» le tienen completamente 
indignado. Es todo raro, muy raro... Porque ¿qué hacen casados dos que no se ven 
ni conviven? Rigau intenta aclararlo en una conversación mantenida con esta 
periodista. Afirma que se ven a menudo, todo lo que su «intenso trabajo» se lo 
permite; que coge el avión más que el coche, que hace unas tres semanas estuvo 
en Roma visitando a Gina, la cual, añade, habría reclamado su presencia con gran 
insistencia. Sostiene el catalán que la boda se celebró como la culminación de 
un plan largamente acariciado. «Hemos vivido tantas cosas juntos... Llevamos 28 
años de relación y nos hemos querido mucho». Y que la idea de casarse por 
poderes partió, según él, de la propia Gina, para evitar que la noticia llegara 
a oídos de la prensa.
Sin embargo, Lollobrigida ha desatado una batalla mediática al 
acusar a Rigau de haber utilizado un poder que ella le firmó para celebrar una 
boda a sus espaldas, con la futura y aviesa intención de heredarla. Rigau 
contraataca afirmando que el matrimonio se celebró con capitulaciones y 
separación de bienes y que, en caso de fallecer uno de los cónyuges, el otro no 
tendría derecho a nada. Y dicho esto, insinúa (o más bien proclama abiertamente) 
que su patrimonio es muy superior al de su anciana esposa. Que mientras él tiene 
«hoteles, aparthoteles, parkings, pisos en alquiler, acciones y dos residencias 
geriátricas», Gina no produce dinero desde hace muchos años. Que la supuesta 
mansión de la actriz en Montecarlo «es un modesto apartamento en el edificio 
Perigord II», y que él mismo habría estado haciendo aportaciones económicas 
(siempre según su versión) a su pareja hasta que descubrió que Gina estaba 
siendo «totalmente manipulada».
El 'gigiboy' de Gina 
¿Y quién manipula a Gina? Javier Rigau sospecha del 'chico de los 
recados', un jovencito sin apenas estudios, procedente del mundo del circo, al 
que la actriz utilizaba como ayudante en sus exposiciones fotográficas. El 
'gigiboy', el que colgaba los cuadros y traía los cafés, es ahora por lo visto 
el que corta el bacalao en casa de Gina. El que la ha alejado de su hijo Milko, 
«una maravillosa persona», según el catalán, y de su nieto Dimitri, que ahora 
mismo no puede entrar en casa de su abuela. Ese joven con nombre de príncipe 
monegasco y apellido de compositor de tangos, Andrea Piazzolla, al que Gina 
solía tratar a gritos, es ahora (siempre en versión de Javier Rigau) el 
responsable de que el entorno habitual, casi histórico, que rodeaba a la actriz 
haya desaparecido, desde su administrador a su abogada, pasando por Alma, su 
fiel empleada doméstica a la que por lo visto la estrella italiana también ha 
despedido.
Con un claro sustituto en el corazón y en la mente de Gina, lo 
lógico sería que Rigau pidiera el divorcio. Pero no. El hombre que se 
autoproclama el 'segundo marido' de la Lollobrigida no está tan enfadado como 
para querer separarse de ella. Admite, a regañadientes, que si Gina le presenta 
la demanda acabaría accediendo, aunque advierte que «antes hay que arreglar 
muchas cosas» (no especifica cuáles dado que, según él, no habría reparto de 
bienes) y que su matrimonio además «es indestructible, porque se celebró 
-afirma- por la iglesia». Total, que si rara fue la supuesta boda... la presunta 
separación se adivina realmente insólita.
TÍTULO: LA PRINCESA DUCRUET,.
Su nombre no suena tanto como el de su primísima Carlota Casiraghi. Pero a sus 
18 años Pauline Ducruet ya ha empezado a hacerle sombra 
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Su nombre no suena tanto como el de su primísima Carlota Casiraghi. 
Pero a sus 18 años Pauline Ducruet ya ha empezado a hacerle sombra a la, hasta 
ahora, única heredera de los flashes del clan Grimaldi. La prensa del 'cuore' 
sigue muy de cerca a la hija de Estefanía de Mónaco y Daniel Ducruet, su 
guardaespaldas en los primeros años de los 90. En Francia la elevan a 'it-girl' 
y la revista 'Chic' no descarta que pronto releve a la mismísima Pippa Middleton 
como la chica de moda para este año. Ha nacido una nueva princesa del corazón. 
Bautizada como 'la sirena de Mónaco' por la prensa francesa, la 
octava en la línea de sucesión al trono monegasco acapara flashes allá por donde 
va con sus ojos verdes, tímida sonrisa y una belleza que recuerda muchísimo a su 
abuela Grace (curiosamente su segundo nombre). Aunque a ella no le va nada la 
interpretación. Las tablas se las deja a su hermana pequeña, Camille, de 14 
años. El sueño de Pauline pasa por participar en unos Juegos Olímpicos tras 
quedarse a las puertas de los de Londres 2012. El salto de trampolín de tres 
metros es su especialidad y ha llegado a representar al Principado en los Juegos 
Olímpicos de la Juventud en Singapur hace dos años. En el agua también ha 
marcado tendencias al competir con las uñas decoradas... eso sí, luciendo la 
bandera monegasca. 
Pauline ha pasado de ser una completa desconocida a levantar 
pasiones. Hasta hace unos meses siempre que podía se escurría del protocolo real 
en los conciertos y hasta en el palco principesco del Gran Premio de Mónaco de 
Fórmula 1. Pero el diamante en bruto ha empezado a brillar y ya reivindica su 
sitio entre las más bellas de las monarquías europeas tras varios años 
'escondida' por su madre. Porque, a diferencia de Carolina, Estefanía optó por 
apartar a sus polluelos de los objetivos de las cámaras. No quería revivir su 
infancia, con episodios como el de ir al colegio escondida en el maletero por el 
acoso los paparazzi. Por eso las instantáneas de Pauline y sus hermanos se 
cuentan con los dedos. Apenas unas cuantas galas benéficas y poco más. 
Criada en el circo 
Pauline vivió sus primeros años de vida casi repudiada por su 
abuelo Rainiero, quien no veía con buenos ojos la relación -sin anillo de por 
medio- de su hija pequeña con el guardaespaldas Daniel Ducruet. De hecho, hasta 
que no se casaron el soberano no la incluyó a ella y a su hermano Louis (20 
años) en la línea de sucesión al trono del pequeño país. Después, la azarosa 
vida sentimental de la díscola Estefanía los llevó a vivir en una caravana de 
circo durante más de tres años, primero por su 'affair' con el domador de 
elefantes Franco Knie y después por su fallido matrimonio con el acróbata Adans 
Lopez Peres. Entre domadores de fieras surgió primero la pasión de Pauline por 
la gimnasia, llegando a participar en algún arriesgado número con elefantes ante 
la atónita mirada de los espectadores. Después se centró en la natación, donde 
sigue la estela de su tía Charlene. Aficiones muy alejadas de la de su prima, ya 
que a Carlota le tira más la hípica. 
A la familia Casiraghi le une su elegancia y belleza innata. 
Pauline dejó su impronta en la boda de su tío Alberto, pese a que para el 
público, y la prensa rosa, pasó inadvertida al concentrarse los focos en sus 
primos. Y eso que ella optó por un Chanel azul firmado por Karl Lagerfeld, 
curiosamente el diseñador preferido de Carlota y Carolina. El bodorrio supuso un 
cambio radical en su vestuario, porque antes su armario era un clon del de su 
madre. Ahora luce más refinada y cuida al máximo sus 'looks' en sus apariciones 
públicas, que se han multiplicado de la noche a la mañana. Lo mismo un día 
preside una gala contra el sida que la entrevistan en la radio sobre el Festival 
de Circo, otra de sus pasiones. 
De su madre ha heredado, sobre todo, su toque rebelde. «Es mi 
miniyo», ha comentado Estefanía en alguna ocasión, definiéndola como un poco 
atrevida, además de curiosa, «con ganas de ver y hacer». En definitiva: un 
calco. Por eso cuando quiere algo no hay quien la pare. A pocos les extraña que 
se haya hecho un 'piercing' en la boca, lleve tatuada una frase en su antebrazo 
('Memento audere semper', 'Recuerda siempre a los que se atreven') y ya quiera 
independizarse. Sin olvidar que se emperró en estudiar Comunicación, algo que no 
terminaba de convencer a Estefanía. Y, por supuesto, ya apunta maneras en el 
apartado sentimental. Dicen que sale con un jugador de fútbol del Nimes llamado 
Paul-Noël Ettori. Así que recuerden su nombre, porque el duelo de flashes cuando 
coincida con Carlota está asegurado. 
 
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