jueves, 3 de enero de 2013

TERREZAS DEL INVIERNO O VERANO./ KARINA CUMPLE 50 AÑOS EN LA MÚSICA,.

TÍTULO: TERREZAS DEL INVIERNO O VERANO:


Aterrizar en una alfombra verde, plana y  absolutamente inmaculada. Las horas de luz borradas a un invierno tenaz aún  explotan al viajero en la memoria. Quizá porque lejos de los clichés que encorsetan a la imagen transportada de los veranos nórdicos, todo era de repente un excelente territorio virgen. Copenhague fue el destino elegido, una  exótica ciudad ubicada en la isla de Selandia y catalogada por una revista cuyo nombre no lograba recordar como una de las veinte mejores para vivir. La primera imagen que pudo luego transmitir a los que quisieron escucharle fue la de un ejército de bicicletas encadenadas que volaban raudas  por la ciudad. La segunda, la de unos canales acaudalados por los que navegaban embarcaciones diversas acostumbradas a enfrentarse a un clima hostil y que ahora mostraban su mejor cara, iluminadas por una luz pálida como de cristal. La tercera, la de una quietud asombrosa que congelaba el estado de ánimo embargando a cualquiera hasta un estado de tranquilidad permanente. La cuarta, la de un país que bailaba majestuosamente sobre el agua.
No fue fácil sin embargo para el visitante distribuir las horas, acoplarlas a su medida de tal forma que llegaran a materializarse luego en una fuente útil de recuerdos. Primero, una visita obligada, la inevitable Sirenita, tan oscura, tan enigmática, con un halo de misterio en su mirada, en su porte, incluso en su diminuto tamaño, para asombro de los fotógrafos arremolinados como moscas a su alrededor. Le comentaron que la escultura que simboliza a la capital era fruto de la imaginativa mente del quizá más famoso danés internacional: Hans Christian Andersen. La sombra de este cuentista se palpaba con mayor fuerza aún en su ciudad natal Odense, lugar al que acudió el viajero movido como  por un resorte mágico. La  tercera ciudad más grande del país disponía en su centro  de trece cubos de granito grabados que marcan los sitios relacionados directamente con el escritor. Fue fácil perderse en su casa familiar y  en su increíble Museo testigo de su intensa y apasionante vida y más sencillo aún  le supuso al viajero imaginarse su acomodada existencia al final de sus días  en el Puerto de Nyhavn refugio en su época  de pescadores y aventureros de todo tipo y hoy convertido en zona de esparcimiento repleta de terrazas y bares donde degustar cualquier cerveza, por ejemplo una Carlsberg, probar una bebida muy especial, un vino dulce muy caliente preparado con clavo y canela y regado con un poco de vodka, ó degustar un snaps, el tradicional aguardiente danés.
Fueron precisamente aquellas terrazas las que llamaron poderosamente la atención al viajero. Arremolinadas en perfecta armonía y junto a las sillas, se situaban unas coloridas mantas previsoras ante  una más que probable bajada de temperaturas en aquel verano escandinavo cuya luz parecía no acabar de declinar.  Pero no fueron sólo las mantas las que sorprendieron al visitante, también la existencia de unas hamacas estratégicamente situadas para absorber cualquier rayo de claridad en aquellas tierras privadas tan a menudo de sol.
Un camarero  le animó entonces a probar lo que se consideran las más auténticas especialidades danesas y que consistían en un gran buffet con mezcla de platos fríos y clientes. En todos los escaparates también pudo comprobar la popularidad de su “smorebrod” o lo que es lo mismo, un sándwich abierto untado con abundante mantequilla y adornado con carne ahumada, pescado, verdura o queso. Tampoco le fue  indiferente  la repostería danesa, plagada de pastas, almendra, hojaldre e infinidad de cremas.
La ruta continuaba y el viajero contagiado por un brío impetuoso, deseaba conocer aún más a fondo el alma de aquella ciudad. Un guía local le habló de un  misterioso Cementerio situado en uno de los barrios más populares de la ciudad. Allí pudo comprobar entre sus lápidas cómo una perfecta naturaleza daba cobijo a algunas de las personalidades más importantes de la historia del país, además de observar con curiosidad una zona destinada exclusivamente a difuntos homosexuales. Buscando otro tipo de luz, y muy cerca de la estación y casi en el mismo centro de la ciudad, el viajero accedió a los Jardines de Tivoli, un legendario y anciano parque de atracciones fuente de inspiración en su momento para Walt Disney del mítico Disneylandia y un oasis repleto de estanques, bombillas y puestos callejeros, lugar ideal para perderse una tarde de verano y en el que le fue muy fácil volver a sentirse como un niño.
Absolutamente diferente fue el ambiente que pudo respirar en el poblado comunitario de Christiania, uno de los últimos reductos hippies de Europa y que dejó en el visitante el sabor más agridulce entre el contraste entre la sociedad consumista de uno de los países más avanzados de Europa y los sueños idealistas de los años sesenta. Rodeando grandes parques, el sueño de una sociedad alternativa dejó paso a otra necesidad más acuciante: visitar la cercana Suecia y sobre todo a una de sus perlas más preciadas, su capital Estocolmo, conocida como La Venecia del Norte, y meca de la novela negra debido al éxito de sus escritores en los últimos años. Lo que allí se encontró fue una gran metrópoli disfrazada  de una infinita algarabía, canales y turistas, absolutamente señorial y regia. El viajero incluso pudo fantasear con las personas con las que se cruzó al recordar aquellas  lecturas, cuyo encanto le hizo ansiar recorrer las entrañas de la  gran ciudad. La Ciudad Vieja, la parte más antigua de la ciudad, le fascinó por su sabor añejo, y sus infinitos canales le fascinaron flanqueados por majestuosos árboles.
Al visitante le costó muchísimo  abandonar un  Estocolmo que brillaba con una  espacialísima luz pero aún tuvo tiempo para realizar otro viaje, esta vez en tren. Fue Malmo, una ciudad puerto la que se le mostró casi desnuda, y en la que pudo apreciar la obra de las furiosas torres retorcidas del genial Calatrava. Una extraña sensación le embargó al pisar la arena casi gris, casi negra, de su singular playa aunque lo que más llegó a impactarle fue  la imagen de una antigua Casa de Baños situada al final de un embarcadero. Una amabilísima empleada chilena de dicha casa le explicó su peripecia vital: había nacido en aquella ciudad aunque conservaba todo su porte latino y jamás había pisado su país.  Abandonando ya la cercana Suecia, el viajero se acordó de la escritora Karen Blixen, autora de la obra “Lejos de Africa” y motivo de inspiración de la entrañable película. Visitó su pueblo natal con su pequeño museo dedicado a su memoria en Rungsted y pudo sentarse en su  jardín impoluto e imaginar, saboreando una exquisita taza de café,  cuán lejos quedaría de su realidad el exótico mundo africano que tanto le fascinó.
Entre todos los contrastes, aciertos y sorpresas, el visitante sentía que su tiempo se acababa y fue el momento en que su mente empezó a dispararse a toda velocidad. ¿Qué más podía hacer? Se había topado con un país sorprendente, cálido con sus visitantes y orgulloso de su herencia vikinga, pero sobre todo absolutamente concienciado con su conciencia ecológica.
Lo último que hizo el viajero antes de regresar fue conocer el museo de Louisiana, experto en colección de arte moderno y ubicado en Zealand con una espectacular vista a la misteriosa bahía de Oresund. Esta cercanía siempre del mar, tan presente siempre en este viaje, fue lo que más recordaría el visitante días después a su llegada a destino. Cuando el inteligente pájaro metálico veloz le depositó en el aeropuerto madrileño, pudo comprobar con gran alegría, que alguien le esperaba en la terminal de salida. Provisto de un inmenso equipaje, tanto físico como emocional, y mucho más pesado el segundo que el primero, tuvo la oportunidad de volver a revivir su viaje una vez más a través de la atenta mirada de su amigo. Luego, esos recuerdos quedarían grabados para siempre en su memoria, aquella que siempre constituye el viaje más definitivo.

foto de Karina celebra 50 años en la canciónTÍTULO: KARINA CUMPLE 50 AÑOS EN LA MÚSICA,.



Este año,-foto- Karina cumple 50 años en su profesión, y lo va a celebrar con una gira por España. En la revista Pronto, hace balance de su vida profesional y personal.
Karina valora como sus mejores recuerdos profesionales, la época de “El baúl de los recuerdos” y “Las flechas del amor”, cuando tenía 19 años “era todo maravilloso. Después, las cosas se torcieron un poco”. Aunque lo más difícil es mantenerse y tener un nombre, y ella lo ha conseguido “veo que la gente me quiere, que no me olvida”.
La cantante ha sufrido muchos desamores “esas relaciones fueron fallos míos, forman parte del lado oscuro de mi vida. Yo acepto los aciertos y los errores” y afirma sin dudar que el hombre de su vida ha sido el actor Carlos Díaz, el padre de su hija mayor, Azahara “el más serio de todos, con el tengo una excelente relación” aunque también tiene una buena relación con Juan Miguel, el padre de su hija Rocío “además, tenemos un nieto y se nos cae la baba con él”.
Karina sigue teniendo un aspecto juvenil “es cosa de los genes, esta piel tan agradecida es herencia de mi padre. Y no bebo ni fumo”. El peor momento de su vida fue la muerte de su madre, de la que su hija Azahara, azafata de vuelo, ha heredado el carácter “si yo hubiese sido así, las cosas me habrían ido mucho mejor en la vida y en el amor. Pero, si miro en mi baúl de los recuerdos, también encuentro muchas cosas buenas”.

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