En 1910, llego un señor de la capital, se instalo en la fonda del pueblo, quería contratar trabajadores, para rehabilitar una hacienda situada en los limites del pueblo, en la cual hacia muchísimo tiempo no vivía nadie. Un día Limpiaban los trabajadores con la intención de plantar un seto junto a la pared trasera de la casa. Pegadas a la pared enterradas y tumbadas a poca profundidad, hallaron doce tinajas con un tapón de corcho sellando la boca con cera amarillenta. La consternación invadió a quienes las abrieron porque cada una contenía un esqueleto de recién nacido. La voz se corrió al igual que el espanto de los vecinos.
Los más ancianos comentaron que allí vivió una mujer llamada María con su hermano, recordaron que María pasaba mucho tiempo encerrada en casa y que tanto encierro sólo podía demostrar los ocultos embarazos de la mujer. María vivía sola con su hermano mayor. Los hijos debían ser fruto del incesto.
Las obras se paralizaron de inmediato, el señor encargado de la obra se marcho y misteriosamente la casa se incendio.
Dicen las malas lenguas que una maldición cayó sobre la casa, la mansión de las doce tinajas, como la llaman todavía por lo que allí sucedió.
En el año 2009, Pascual compró una caja que contenía viejas fotografías en una tienda de anticuario. Cuando abrió la caja, su sorpresa fue macabra, doce de las veinte fotografías que contenía, eran de una mismas mujer, la cual sostenía en sus brazos un bebe, pero ninguno de los doce bebes, tenían cara.
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SIGO NECESITANDO DESCANSO...
He tenido el placer de conocer a nuestra amiga Atalanta, mujer fuerte, honesta y llena de vida. Hemos congeniado y hemos tenido gratísimas charlas telefónicas ¡Hola, Cecilia! ¡Un placer conocerte!
Gracias por la idea amigo Gustavo, buena propuesta para conocernos. Sigo reposando un tiempo más pero quería co-editar este relato compartido. Besos a todos.
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