Aquella tarde voy dando un gran paseo hacia el rió que están pescado los pescadores para saber como se hace este deporte tan bonito, pero de pronto veo un bonito caballo blanco, y empiezo a jugar con el es muy bueno le lanzo una pelota, me la trae para empezar otra vez el juego. Pero todos los día estaba allí el caballo blanco sin dueño ninguno que cuidare su belleza y el gran corazón dulce que tiene. Le pregunto a mi familia si me puedo traer el caballo para casa, me dice que pero con la condición que yo le cuide, lo limpie todos los días. Al montar en el caballo corro como nadie en los campos de mi vida que miro los jardines de una manera diferente de saber imaginar una leyenda o sueños con amor escribiendo palabras con destinos disparados hacia lugares bonitos con mi caballo blanco que me encontré en el rió abandonado, como lo demuestra la foto.
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