El viaje más díficil de Mourinho.
(Foto) José Mourinho arranca una carrera de cinco meses tan apasionante como peligrosa, llena de trampas, riesgos y también esperanzas. Quizá el periodo más importante de su carrera deportiva hasta el momento. Cuidadoso siempre con su currículum, asume que se la juega al frente del Real Madrid.
Lo bueno conseguido hasta ahora en sus dos años y medio en el club blanco (Liga de los récords, frenazo al imperial Barça, expulsar a Guardiola...) quedará en el fondo del armario si termina protagonizando una marcha mediocre, furiosa y con despido de por medio. Aunque se vista de acuerdo amistoso, si el equipo sigue en caída libre, Florentino Pérez tendrá que darle el precipitado finiquito al portugués y la aventura, para ambas partes, acabará en fracaso mayúsculo. De ahí que ambos, a pesar de las diferencias, de que el roce ha pasado factura, quieren y desean el bien común. Se necesitan.El presidente porque no ve una alternativa clara y porque, a pesar de todo, sigue confiando en el método del técnico sobre el que puso todo el poder del club. Y Mourinho, porque de la paciencia del empresario dependerá la nota final que se lleve en su paso por el equipo más grande al que ha entrenado hasta el momento.
El gigantismo del Madrid y de lo que supone social y mediáticamente no ha terminado de ser valorado en su justa medida por Mourinho. El último pulso con Iker Casillas es el mejor ejemplo, como lo fueron antes sus pellizcos a la sosería del Bernabéu o su particular redefinición de términos arraigados al ADN del escudo como el señorío, la «filosofía barata», como él afirmó.
El Madrid no es el Chelsea, ni el Oporto, ni siquiera el prestigioso Inter de Milan. Ya ha tenido tiempo de descubrirlo y si no lo ha hecho, este tiempo que hoy, día de año nuevo, arranca se lo enseñará. Dice su gente que está preparado y que tiene energía para hacer que ese vestuario alicaído se levante y pelee por un objetivo común: la Champions League.
Pero el camino hacia el 25 de mayo en Wembley será la misión más difícil que jamás haya afrontado el Mourinho de elite, The Special One, el ganador que define tal reto como la conquista de la Tercera, su tercera Copa de Europa, cada una con una camiseta distinta, mientras que para el ideario del madridismo el sueño se denomina Décima.
A 16 puntos del Barça en la Liga hace mucho frío y en esas extremas circunstancias tendrán que viajar el portugués y sus chicos, con los que debe volver a empatizar y afilar la ambición. La mayoría son campeones de casi todo y por eso, las cualidades más ensalzadas del manual mourinhista (el liderazgo, la motivación y la inteligencia emocional) pasarán ahora examen. ¿Será capaz de aunar voluntades? Debe recuperar el pegamento de la unión. Buscará un enemigo externo. Sin Guardiola y con el Barça desgraciadamente en otra dimensión, quizá se centre en la prensa, un discurso que a parte de su tropa ya le aburre. Más que nunca, está en manos de los jugadores, no de los periódicos de la capital, donde la dinámica perdedora madridista –aunque no lo crea Mou– es un duro handicap en esta coyuntura de terrible crisis del sector. El fútbol es alegría, desahogo, y vende poquísimo un Madrid en caída libre.
Se la juega Mou contra todo y contra todos y de cómo lidie estos meses durísimos, donde cada tropezón parecerá el último, dependerá la imagen que deje en el madridismo. Se puede ir como un maldito, con pitada futura a la vista cuando llegue con otros colores, o como un eterno salvador, como le sucedió durante muchos años a Fabio Capello. El italiano, ganador a la fuga en 1997, flotó como nombre de esperanza hasta que su segunda etapa (Emerson-Diarra a los mandos) quemó del todo aquella poderosa imagen. Con Mourinho quizá sucedería lo mismo.
La línea en el fútbol es estrechísima, bien lo sabe, y lo que ahora parece una ruina absoluta podría tornar en mayo de gloria, siempre que ese equipo despierte de una vez y demuestre su valor. Porque los futbolistas también tienen que dar un paso adelante y no parapetarse cómodamente tras la inmensa figura que rebosa del banquillo. Si se marcha antes de que acabe la temporada, quedarán expuestos ellos y también el palco. Todo, en año de elecciones a la presidencia.
TÍTULO: SALTOS
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Cuatro Trampolines,.
Jacobsen, también en Garmisch,.
El noruego, que ganó la primera prueba en Oberstdorf, se impuso al favorito y defensor del título, el austríaco Gregor Schlierenzauer,.
El noruego Anders Jacobsen, ganador el domingo pasado en Oberstdorf
(Alemania), de la primera prueba del torneo Cuatro Trampolines de saltos
de esquí, estrenó el año con una nueva victoria en la estación alemana
de Garmisch-Partenkirchen. Como en la primera prueba, Jacobsen, de 27
años, se impuso al favorito, el austríaco Gregor Schlierenzauer, que
defiende título en un torneo que cumple este año su 61ª edición.
Jacobsen comenzó con un salto de 131 metros, pero reaccionó en la segunda manga con uno de 143 que elevó su puntuación a 277,7, un punto más que Schlierenzauer, que empezó con un vuelo de 134 metros y mejoró hasta los 136,5 en el segundo para un total de 276,8 puntos.
El éxito de Noruega en Garmisch-Partenkirchen se completó con un segundo representante en el podio, ya que la tercera plaza fue para Anders Bardal, con saltos de 136,5 y 135,5 metros y una suma de 267,2 puntos.
Tras su victoria de Año Nuevo, Jacobsen aumenta su ventaja en el torneo Cuatro Trampolines. Acumula 586,3 puntos; Schlierenzauer es segundo con 573,8 y el noruego Tom Hilde tercero con 547,7. En la general de la Copa del mundo de saltos, Schlierenzauer es líder con 608 puntos, seguido del alemán Severin Freund con 506 y del austríaco Andreas Kofler con 409. Jacobsen es quinto con 346.
Jacobsen comenzó con un salto de 131 metros, pero reaccionó en la segunda manga con uno de 143 que elevó su puntuación a 277,7, un punto más que Schlierenzauer, que empezó con un vuelo de 134 metros y mejoró hasta los 136,5 en el segundo para un total de 276,8 puntos.
El éxito de Noruega en Garmisch-Partenkirchen se completó con un segundo representante en el podio, ya que la tercera plaza fue para Anders Bardal, con saltos de 136,5 y 135,5 metros y una suma de 267,2 puntos.
Tras su victoria de Año Nuevo, Jacobsen aumenta su ventaja en el torneo Cuatro Trampolines. Acumula 586,3 puntos; Schlierenzauer es segundo con 573,8 y el noruego Tom Hilde tercero con 547,7. En la general de la Copa del mundo de saltos, Schlierenzauer es líder con 608 puntos, seguido del alemán Severin Freund con 506 y del austríaco Andreas Kofler con 409. Jacobsen es quinto con 346.
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