“La Costa del Sol no sólo es un motivo para las bebidas heladas y los trajes de baño. Su evocación debería contar con tantos epígrafes de enciclopedia como los sueños de Carlo Magno. A las historias del rock and roll y del lujo de los sesenta se podrían sumar nuevas definiciones. Entre ellas, la de formar parte de la biografía de las grandes estrellas de Hollywood. Incluso de las más celosas con su vida privada. Es el caso del icono, de la leyenda, de Robert Redford, habitante ilustre de Mijas, donde su carrera dejó atrás la bruma y el anonimato.
Recomponer la estancia del californiano en la provincia resulta una tarea ardua, desmigajada. Al actor no le gusta hablar de sí mismo, la referencia se oculta en entrevistas privadas, en páginas de turismo norteamericano. Allí se agota el misterio, parcialmente desvelado en los últimos cuarenta años. Robert Redford no sólo estuvo en Mijas, no ejerció de turista. En sus calles vivió una encrucijada, estuvo a punto de dejar el teatro, de no ahondar en el camino del cine.
El Robert Redford que residió en la Costa no era el de la sonrisa de cartel y revista. Su trayectoria estaba perforada por las dudas. Arrastraba dolor, la muerte de su madre, de su hijo recién nacido. No sabía si la interpretación representaba la respuesta. Fue su segundo intento de renuncia. El primero, en el que ensayó la huida de la bohemia, en París y en Italia, resultó un fracaso, abundó en el abandono y el consumo, cada vez más acusado, de alcohol.
Recomponer la estancia del californiano en la provincia resulta una tarea ardua, desmigajada. Al actor no le gusta hablar de sí mismo, la referencia se oculta en entrevistas privadas, en páginas de turismo norteamericano. Allí se agota el misterio, parcialmente desvelado en los últimos cuarenta años. Robert Redford no sólo estuvo en Mijas, no ejerció de turista. En sus calles vivió una encrucijada, estuvo a punto de dejar el teatro, de no ahondar en el camino del cine.
El Robert Redford que residió en la Costa no era el de la sonrisa de cartel y revista. Su trayectoria estaba perforada por las dudas. Arrastraba dolor, la muerte de su madre, de su hijo recién nacido. No sabía si la interpretación representaba la respuesta. Fue su segundo intento de renuncia. El primero, en el que ensayó la huida de la bohemia, en París y en Italia, resultó un fracaso, abundó en el abandono y el consumo, cada vez más acusado, de alcohol.

25/27-11-2011.TÍTULO: REVISTA XL SEMANAL CON ROBERT REDFORD.
Robert Reford: ( Odio que digan que soy una leyenda. ¡ Aún no he terminado, amigos!)
No hay comentarios:
Publicar un comentario