TÍTULO: «Mi pareja nació en un molino sajón de 1071 y decidimos volver a los orígenes».
-foto-- Rufino Alonso Molinero | Productor de electricidad.
Camarero en Venezuela, delineante en Canadá, croupier en Ibiza, asador de pollos en Costa Rica, molinero en Segura de Toro ,.
El día que murió Franco, Rufino Alonso estaba descargando
un camión de zanahorias en Mercabarna. Tenía 20 años y acababa de
comenzar una epopeya que lo ha traído, por ahora, a un pueblecito del
Ambroz, Segura de Toro, donde vive en un molino con su pareja y se
dispone a ganarse la vida generando y vendiendo electricidad.
De Barcelona se fue a Venezuela a buscarse la vida y
trabajó de camarero. Pero estaba un poco enamorado de una canadiense, a
la que había conocido en Salamanca, así que cambió la tibieza caribeña
por el frío de América del Norte y se casó con su amiga. Tras cuatro
años de matrimonio, se divorciaron. «Veíamos el futuro de manera
diferente», justifica Rufino.
Se vino a Ibiza, se tomó un año sabático y conoció a
Elena, su actual pareja. Tras llevar el mantenimiento de unos hoteles,
decidieron volver a Canadá. «Pero entre el frío y que Elena no podía
trabajar, regresamos a Ibiza otra vez», recuerda.
-¡Qué trajín!
-La verdad es que no me daba miedo moverme. En Ibiza
llevamos una urbanización. Yo, el mantenimiento y Elena limpiaba y
vendía. Después empecé a trabajar como croupier en el casino de Ibiza.,etc.TÍTULO: LA PELIRROJA QUE FULMINO EL DIABLO,.
J amás el mundo de la moda había vivido tan pendiente de una decisión política de alcance mundial. Si Barack Obama termina premiando a ...
J amás el mundo de la moda había vivido tan pendiente de
una decisión política de alcance mundial. Si Barack Obama termina
premiando a la británica Anna Wintour, de 63 años, con la embajada
estadounidense de Londres o París, pondrá patas arriba la industria del
diseño. Sería una forma de agradecerle los servicios prestados por los
millonarios fondos que ha captado para el partido demócrata con sus
cenas de gala. Vistiéndola de diplomática, apartaría de la circulación a
uno de los personajes más poderosos y temibles.
Su retirada de la escena fashion trasladaría todos los
focos a uno de los rostros más singulares de la moda: la pelirroja
extravagante que desde hace veinte años es su mano derecha. Grace
Coddington es venerada entre las modelos, fotógrafos y editores, pero
hasta hace poco era casi una desconocida fuera del circuito profesional.
Alcanzó rango de estrella mediática -«me divierte que me reconozcan»- a
raíz del documental que retrató los nueves meses que precedieron a la
producción de un número de septiembre de 'Vogue', el mes más importante
para la industria de la moda. En él, Coddington, que detesta las pieles y
adora los gatos, actúa de lo que es: una directora creativa que
acompaña a Wintour a todos los desfiles y fiestas, que no pierde detalle
de lo que pasa sobre las pasarelas -«yo estoy ahí para ver las
colecciones, aunque la gente ya no toma notas ni ve la ropa»- y que
prepara las mejores sesiones fotográficas. Es el ojo que todo lo ve.
También es la única redactora que sigue vistiendo a las
modelos. Ella prefiere llamarlas «chicas». No se le caen los anillos si
tiene que cogerle los bajos, colocarles bien una hombrera o
maquillarlas. Si Wintour aterroriza a sus empleados, además de a un buen
número de modistos, a Grace la adoran. Es lo más parecido a esa
compañera que lo mismo echa una mano a la becaria de turno que salva de
un apuro al jefe. Trata a todos por igual.
Pero que le profese una absoluta lealtad, no significa
que le ría las gracias. Coddington es la única empleada que rebate la
decisiones de la mujer que inspiró 'El diablo viste de Prada' aunque
siempre acabe dando el brazo a torcer. En 'The September Issue' no se
calla nada. «Podría despedirme solo por el color», responde a la
compañera que le pregunta si las prendas elegidas para la sesión le
gustarán a Anna, que odia el negro. «Has de aprender a hacerte
imprescindible y a no ser demasiado sensible», recomienda en otra escena
a un joven editor al que Wintour acaba de poner verde. «¿Que dice que
hay que retocar un poco estas fotos tan estupendas? Lo sabía. ¡Faltaría
más!», exclama tras recibir una nueva orden de Wintour, a la que en la
redacción conocen como «el Papa».
Grace, que acaba de publicar sus memorias, niega que la
relación con su colega esté salpicada de graves desencuentros, como
sugiere el largometraje. «Creo que nos entendemos bien. Simplemente
porque llevamos conviviendo más de 20 años. Anna sabe que soy testaruda y
yo, cuándo tengo que dejar de insistir. Pero ella no sabe cuándo dejar
de presionarme», argumenta. Nacida en un pequeño pueblo de Gales, del
que escapó en cuanto pudo, le gusta tirar de ironía. «Wintour es delgada
y mis gatos también, así que creo que podría salvar a los tres»,
'tuiteó' recientemente cuando le plantearon a quién rescataría antes, si
a su jefa o a sus mascotas, en el caso de declararse un incendio en las
oficinas de 'Vogue'. «Sé que todo el mundo espera que diga algo
desagradable de Anna, pero no tengo nada horrible que opinar», confiesa
esta estilista, cuya melena encrespada se tiñe con henna cada tres
semanas y a la que adoran los gays del barrio neoyorquino de Chelsea.
«En la fiesta de Halloween se disfrazan de mí».
Corte histórico
Coddington apuntaba desde joven a la moda, pese a la mala
fama que tenía la profesión en Inglaterra. «La gente creía que modelo
significaba ser prostituta», admite. Comenzó a posar tras ganar un
concurso de jóvenes modelos. «Todo me vino caído del cielo», confiesa.
Desfiló hasta que un grave accidente de coche la apartó de la pasarela.
Se golpeó el ojo con el retrovisor y tuvo que pasar un sinfín de veces
por el quirófano para operarse de cirugía estética. El siniestro la
desfiguró el rostro y partió su párpado en dos. «Afortunadamente,
encontraron mis pestañas», bromea. Disimula la cicatriz con ayuda del
eyeliner.
Su aspecto suele ser objeto de burla en 'Gossip Girl' por
parte de uno de sus personajes más deslenguados -Blair Waldorf- cuando
afirma: «Necesito ser Grace Kelly, no Grace Coddington». La desgracia la
ha acompañado desde adolescente, cuando el 'Vogue' le llegaba con tres
meses de retraso al colegio religioso donde la internaron al perder a su
padre con solo 9 años. Después descubrió que uno de sus prometidos le
engañaba con la hermana de Catherine Deneuve y, por si no tuviera
bastante, perdió a Rosemary, una de sus dos hermanas, víctima de las
drogas.
La mujer que saltó a la fama en 1965 gracias a las
tijeras del peluquero Vidal Sassoon al realizarle el '5 puntas', uno de
los cortes más icónicos de todos los tiempos, vive su mejor momento. La
duda es quién sabe si, a sus 71 años, aún le espera el premio gordo de
su carrera. «Ella y Wintour son leyendas de la moda. Cuando dejen su
trabajo no habrá forma de reemplazarlas», confiesa RJ Cutler, director
de 'The September Issue'. La operación relevo podría estar ya en marcha.
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