domingo, 7 de agosto de 2011

BOCA A BOCA EN EL MAR.

Qué romántico! Uno se imagina a los dos submarinistas consumidos por su amor, ardientes bajo el neopreno, tan ansiosos el uno del otro que juntan sus labios para compartir, además de los fluidos habituales, la reserva de aire que les queda en los pulmones.
Qué romántico! Uno se imagina a los dos submarinistas consumidos por su amor, ardientes bajo el neopreno, tan ansiosos el uno del otro que juntan sus labios para compartir, además de los fluidos habituales, la reserva de aire que les queda en los pulmones. Ahí están, besándose hasta el ahogo, sin reparar siquiera en el tesoro que tienen al lado ni en esas ánforas tan incómodas que se clavan en la riñonada. Solo faltaría que les saliesen burbujitas en forma de corazón.
Lástima que la realidad sea mucho más prosaica. Eso no es el mar, sino una enorme pecera de acuario con fotógrafos al otro lado del cristal, el tesoro y las vasijas no pasan de atrezo de baratillo y la principal pasión que muestra la fotografía es esa querencia contemporánea por batir marcas insólitas, a ser posible mundiales. La de encima es Ilaria Bonin, campeona de apnea; debajo está Mike Maric, su entrenador, y el objetivo de todo esto no es aplacar las inoportunas urgencias de sus cuerpos -la prensa italiana, siempre atenta a los sentimientos, nos aclara que «no son compañeros en la vida»-, sino pulverizar el récord de beso subacuático. Lo dejaron en tres minutos y ocho segundos, gracias a su técnica y a un «óptimo calentamiento». Porque estas cosas no conviene hacerlas en frío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario