Vida o muerte en cuatro capítulos
FÚTBOL
Vida o muerte en cuatro capítulos
El Atlético será juez de la salvación al enfrentarse a tres de los implicados
Nueve meses de travesía para acabar jugándose el futuro en
apenas unas semanas. Después de 34 jornadas, muchos de los equipos de
Primera fían su éxito o su fracaso a cuatro partidos. Para algunos, es
el resultado de una campaña en la que han ido cumpliendo religiosamente
con sus deberes diarios, mientras que para otros no es más que la
consecuencia de un año de desatinos y más de un dislate.
Con el Barça a punto cerrar un título que lleva decidido
desde las pasadas navidades, cuando Mourinho dio por finiquitada la
Liga, y con el Madrid más preocupado en reivindicaciones personales de
cara a un verano que se presume movido, todavía quedan asuntos por
resolver en la fase final del campeonato.
Al virtual campeón de la 'otra liga', el Atlético de
Madrid, le falta dar el último paso adelante -o que la Real Sociedad dé
uno para atrás- para asegurarse el acceso directo a la fase de grupos de
la 'Champions'. Mientras que para los donostiarras la cuarta plaza
huele a histórica, para los de Simeone supondría un lunar en una
temporada en la que se han mantenido durante mucho tiempo como la única
alternativa al poder absoluto de los dos grandes, y un problema para
cerrar los próximos presupuestos, estrechamente ligados a la entrada
directa en la máxima competición continental. La amenaza principal para
Montanier es el Valencia, que aspira a algo más que la Liga Europa que
ahora mismo tiene prácticamente atada. Málaga, Betis, Sevilla, Rayo y
Getafe son los aspirantes a las últimas plazas con premio.
Juicio final
Los colchoneros, además, van a ser mirados con lupa por
equipos totalmente ajenos a su pelea europea, ya que el calendario les
ha convertido en uno de los jueces del temido descenso. El Cholo tiene
la mirada puesta en la final de la Copa del Rey y moverá sus peones para
llegar al 17 de mayo en las mejores condiciones posibles, pero cierra
la Liga contra tres rivales inmersos en la lucha por evitar el ocaso
deportivo.
Al menos seis equipos se han visto empujados a apurar hasta
el último minuto para no caer en el pozo y se aferran a la más mínima
esperanza para no traspasar las puertas del infierno de la Segunda.
Maletines, sobornos, acuerdos tácitos, pactos de no agresión, todo vale
con tal de redimirse y obtener un nueva oportunidad. Da igual si salpica
a los que ya disfrutaban de la tranquilidad del deber cumplido, como el
Levante, que se ha visto envuelto en una investigación por la sospecha
de un posible amaño en el partido ante el Deportivo que ha embarrado las
relaciones en el vestuario granota.
El arco de seis puntos que separa al Granada del Mallorca,
con Zaragoza, Osasuna, Deportivo y Celta entre ellos, es el margen entre
el la salvación y la debacle. Valladolid y Athletic aún tienen
pesadillas y no acaban de cuadrar sus cuentas, aunque ambos se han
ganado el derecho de decidir su destino y también pueden obrar como
ejecutores de algunos de los que pretenden implicarles en la batalla del
descenso. Ninguno de esa media docena de clubes en peligro puede mirar
con confianza el calendario. Solo navarros y andaluces se verán las
caras en esta fase final.
El colista se agarra al manido milagro, más cercano al
sueño que a la objetiva realidad. Los de Alcaraz, junto a los coruñeses,
son los que miran al futuro desde el optimismo de los últimos buenos
resultados, mientras que los aragoneses retoman miedos pasados y ven
como un terrible 2013 les ha vuelto a asomar al abismo. Por último,
Osasuna, que tan bien se ha movido en estos fangos tardíos en campañas
anteriores, y ha entrado en una espiral de resultados negativos que
puede acabar con el peor de los mareos en la última jornada ante el
Madrid.
Nueve
meses de travesía para acabar jugándose el futuro en apenas unas
semanas. Después de 34 jornadas, muchos de los equipos de ...
TÍTULO: EL HORMIGUERO. JUSTIN, CON EL PIANO A PIQUE,.
Justin, con el piano a pique
Una
leyenda urbana que corría entre los músicos madrileños en los años de
la movida decía que si se pronunciaba el nombre de un cantautor ...
GENTE
Justin, con el piano a pique
El instrumento del cantante canadiense acaba por los suelos tras ser acosado por un fan durante un concierto en Dubái
Una leyenda urbana que corría entre los músicos madrileños
en los años de la movida decía que si se pronunciaba el nombre de un
cantautor segoviano, que salía mucho junto a su banda en la única
televisión que había en el país allá por los años setenta, se llegaban a
caer pianos del escenario, a desafinar instrumentos y a quemar equipos
de iluminación. No se trataba de Torrebruno, no, pero era de aquella
quinta de artistas que al régimen le gustaba programar para
deleite/sopor de la audiencia.
Tal vez no fuera eso lo que le ocurrió al cantante de moda,
al ídolo de las niñas, a ese hijo o yerno que a algunas madres, no a
todas, les gustaría tener. Justin Bieber se quedó sin piano durante un
concierto en Dubái. El cantante canadiense está acostumbrado al azogue
de las fans que, como ocurría con los hispanos Pecos, pero en este caso
en cantidades industriales, le acosan allá por donde pone el pie.
Durante su gira, el muchacho recaló en el Golfo Pérsico, un
lugar donde las seguidoras no suelen dar mucho la nota, ya que tienen
que respetar las normas de recato que la religión islámica les impone. Y
en esas estaba durante su segundo concierto consecutivo ante miles de
espectadores entregados con todo el clímax de excitación, emoción e
histeria que el fenómeno fan puede recrear, cuando uno de los asistentes
decidió saltar al escenario.
Los 'seguratas' dubaitíes debían de estar desprevenidos,
dado que con Bieber este salto de la verja es más propio de las chicas
que de los varones. Vestido con vaqueros y camisa blanca, el espontáneo
echó a correr hacia el artista, que en ese momento interpretaba el tema
'Believe' (Cree).
Incrédulo se debió de quedar el cantante ante el ímpetu del
fan, que tras unos intentos fue eficazmente placado por los miembros
del equipo de seguridad. Sin embargo, para entonces ya se había armado
la marimorena. Como si de una escena de las aventuras de Gaby, Fofó,
Miliki y Fofito, el revuelo, los pataleos y los forcejeos dieron con el
hermoso y caro piano de cola que tocaba Justin Bieber en el suelo.
Los espectadores se quedaron atónitos con el espectáculo, y
más el cantante. Según los organizadores, tras la intervención de un
«un joven fanático, ávido de encontrarse con su ídolo», Justin «pudo
luego seguir con el concierto de forma muy profesional». Y volviendo a
los Pecos. A Bieber le ocurre como al dúo español que tan feliz hizo a
tantas madres de hoy, cuyas hijas siguen la senda de sus progenitoras
pero aclamando al canadiense. Cada concierto, cada aparición en público,
se convierte en un concurso de 'dribling' esquivando todo tipo de
regalos, en su mayor parte en forma de ropa interior, usada para más
inri.
Pero parece que nada le hace amilanarse. De hecho, el
propio Justin escribió ayer en su cuenta de Twitter: «Dubái. Nada frena
el show».
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