Ante un futuro económico incierto, miles de jóvenes han decidido abandonar su país.¿ Cómo afectará su iniciativa a su psiquismo? ¿ Pueden hacer algo sus familias para paliar la soledad que sentirán en el extranjero?.
Conviene que el emigrante sienta que su espacio, en su país, esta preservado.
La crisis económica ha promovido que muchos de nuestros jóvenes se planteen emigrar. La generación Y, formada por los nacidos entre 1882 y 1994, es la más afectada. Sobradamente preparados, con títulos, másteres e idiomas, ven sus escasas salidas laborales como una losa que no les deja crecer, de ahí que el 22% de ellos se plantee emigrar en busca de un empleo. Nosotros, como padres, recordamos las historias de nuestros abuelos, que allá entre los años 40 y 50 emigraron a otros países para mejorar su vida. Hoy, algo de la historia se repite, y ahora son nuestros jóvenes los que se van. Si nos encontramos en esta situación es fácil que nos preguntemos cómo podemos ayudarles para hacerles más llevadero el proyecto de su marcha. Lo primero sería entender cuál es el proceso psicológico que tienen que recorrer. Hay motivos externos y manifiestos para emigrar, como la falta de trabajo, pero también existen factores inconscientes, como un acto de rebeldía frente a una sociedad que no les da salida para afirmarse y una búsqueda para encontrar una identidad más firme.
La emigración es siempre una experiencia traumática, que necesita elaborar el duelo por la pérdida que supone dejar a la familia, las relaciones personales y el ambiente cultural en el que se vive, para acceder a un lugar nuevo donde todo está por construir. La elaboración de este duelo dependerá de cómo sea la personalidad del joven y, sobre todo, de cómo haya elaborado los duelos que haya tenido que realizar internamente para hacerse independiente de las figuras paternas. La emigración necesita un trabajo psíquico que algunos logran realizar y otros no. Durante este esfuerzo a veces aparecen actitudes regresivas expresadas pidiendo a los demás de que se hagan cargo de ellos, que los defiendan y los quieran. También se dan otro tipo de defensas que intentan evitar la depresión frente al duelo. Una de ellas es la desilusión del lugar de origen, al que se ataca para que cueste menos alejarse de él, y la idealización del lugar donde se emigra, del que se supone que va a dar todo lo que el país de origen niega y por ello la adaptación será fácil. La familia, para poder hacer frente a la crisis emocional que representa separarse de un ser querido, también se repliega un poco sobre sí misma en la búsqueda de una fusión que la defienda de la pérdida.
Lucha contra la soledad
El emigrante necesita restaurar en su interior todo lo que siente como una pérdida para que pueda volver a hacer suya la nueva situación vital a la que acaba de llegar, tanto en lo que se refiere a relaciones personales como al lugar y a la cultura a la que ha emigrado. En este sentido, conviene que antes de partir pueda contar con que su espacio, al menos en el lugar de origen, está preservado. Si sale de casa de los padres, que sepa que su lugar estará allí por si quiere volver. Esto alivia la angustia de sentirse olvidado, de "morir" en la mente de los otros.
Las nuevas tecnologías ayudan a aliviar la soledad que hay que soportar al principio de cualquier emigración. Resistirla es posible si el joven ha elaborado psicológicamente su mundo interno, ya que, al no tener referentes en el sitio al que va, sufre una sensación de vacío que solo puede llenar si ha interiorizado relaciones afectivas que le hacen llevarse bien consigo mismo y con los demás. Si, además de las condiciones personales, el ambiente al que llega es acogedor, el duelo será sencillo. La situación puede complicarse si las primeras separaciones de los padres no han sido bien elaboradas y le cuesta entablar relaciones personales.
Lucía está triste y alegre a la vez. Su hijo Mario ha decidido irse a trabajar a Alemania y le viene a la cabeza la frase de una novela: "Alguien tiene que hacer algo. No tengamos tanto miedo a vivir". La dice la protagonista de una biografía que leyó hace poco y que regaló a su madre, porque su abuela era amiga de la protagonista de la novela, que, como ella, también emigró cuando era pequeña. Se trata de la novela titulada 'Mamá' (ed. Debolsillo), de Jorge Fernández. Un texto deslumbrante que la conmovió cuando comprendió lo que la generación de sus abuelos había sufrido. Relata la historia de una campesina asturiana que en la época de la posguerra envía a su hija de 15 años a la Argentina de Perón. Quiere sacarla de la miseria y le promete que pronto la seguirá su familia. Pero algo falla y nadie va, y la chica se queda atrapada en un país hostil, donde crece, se casa y decide quedarse. Cuando sus hijos y nietos le dicen que quieren irse a vivir a España, huyendo de la depresión económica del 2001, todo vuelve a empezar para ella y entonces su depresión la conduce a un tratamiento. El relato narra la vida de una pequeña aldea asturiana, de mujeres que sobrevivieron a unas condiciones vitales muy duras y de gente enfrentada al dilema vital que se plantean cuando las cosas van mal y hay que decidir entre irse o quedarse donde están. Ahora son nuestros hijos los que plantean irse, piensa Lucía, y aunque sabe que no van a sufrir miserias como en la generación de su abuela, todavía no puede evitar sentir rabia contra las condiciones que empujan a nuestros hijos a marcharse. Sabe que Mario esta preparado, confía en él y cree que es la mejor ayuda que le puede dar, pero lucha para no ponerse triste y se esconde para que no la vea llorar.
LA MIRADA PSICOLÓGICA
La generación que nos perdemos. Con frecuencia se denomina a los jóvenes españoles de 25 a 30 años como la "generación perdida". ¿Pero perdida para quién? Sería conveniente que nos planteáramos quién pierde más, si ellos o un país que expulsa por falta de oportunidades a su generación más joven. Somos nosotros los que nos vamos a perder una generación de talento, después de darle una buena formación. Lo que producirán lo aprovecharán en otro país. Ellos van a dejar su potencial en otros lugares que se beneficiarán de lo que saben y de lo que son. Estos jóvenes emigrantes se enriquecerán con nuevas experiencias y contribuirán a mejorar el país en el que vivan. Algunos volverán, pero otros se quedarán para siempre allí. Quizá la crisis económica pase en unos años, pero ¿cuánto tiempo durará el daño que sufrirá España por quedarse sin gran parte de los jóvenes más preparados de una generación?
LA NOTICIA: Los jóvenes se van
La emigración es siempre una experiencia traumática, que necesita elaborar el duelo por la pérdida que supone dejar a la familia, las relaciones personales y el ambiente cultural en el que se vive, para acceder a un lugar nuevo donde todo está por construir. La elaboración de este duelo dependerá de cómo sea la personalidad del joven y, sobre todo, de cómo haya elaborado los duelos que haya tenido que realizar internamente para hacerse independiente de las figuras paternas. La emigración necesita un trabajo psíquico que algunos logran realizar y otros no. Durante este esfuerzo a veces aparecen actitudes regresivas expresadas pidiendo a los demás de que se hagan cargo de ellos, que los defiendan y los quieran. También se dan otro tipo de defensas que intentan evitar la depresión frente al duelo. Una de ellas es la desilusión del lugar de origen, al que se ataca para que cueste menos alejarse de él, y la idealización del lugar donde se emigra, del que se supone que va a dar todo lo que el país de origen niega y por ello la adaptación será fácil. La familia, para poder hacer frente a la crisis emocional que representa separarse de un ser querido, también se repliega un poco sobre sí misma en la búsqueda de una fusión que la defienda de la pérdida.
Lucha contra la soledad
El emigrante necesita restaurar en su interior todo lo que siente como una pérdida para que pueda volver a hacer suya la nueva situación vital a la que acaba de llegar, tanto en lo que se refiere a relaciones personales como al lugar y a la cultura a la que ha emigrado. En este sentido, conviene que antes de partir pueda contar con que su espacio, al menos en el lugar de origen, está preservado. Si sale de casa de los padres, que sepa que su lugar estará allí por si quiere volver. Esto alivia la angustia de sentirse olvidado, de "morir" en la mente de los otros.
Las nuevas tecnologías ayudan a aliviar la soledad que hay que soportar al principio de cualquier emigración. Resistirla es posible si el joven ha elaborado psicológicamente su mundo interno, ya que, al no tener referentes en el sitio al que va, sufre una sensación de vacío que solo puede llenar si ha interiorizado relaciones afectivas que le hacen llevarse bien consigo mismo y con los demás. Si, además de las condiciones personales, el ambiente al que llega es acogedor, el duelo será sencillo. La situación puede complicarse si las primeras separaciones de los padres no han sido bien elaboradas y le cuesta entablar relaciones personales.
Lucía está triste y alegre a la vez. Su hijo Mario ha decidido irse a trabajar a Alemania y le viene a la cabeza la frase de una novela: "Alguien tiene que hacer algo. No tengamos tanto miedo a vivir". La dice la protagonista de una biografía que leyó hace poco y que regaló a su madre, porque su abuela era amiga de la protagonista de la novela, que, como ella, también emigró cuando era pequeña. Se trata de la novela titulada 'Mamá' (ed. Debolsillo), de Jorge Fernández. Un texto deslumbrante que la conmovió cuando comprendió lo que la generación de sus abuelos había sufrido. Relata la historia de una campesina asturiana que en la época de la posguerra envía a su hija de 15 años a la Argentina de Perón. Quiere sacarla de la miseria y le promete que pronto la seguirá su familia. Pero algo falla y nadie va, y la chica se queda atrapada en un país hostil, donde crece, se casa y decide quedarse. Cuando sus hijos y nietos le dicen que quieren irse a vivir a España, huyendo de la depresión económica del 2001, todo vuelve a empezar para ella y entonces su depresión la conduce a un tratamiento. El relato narra la vida de una pequeña aldea asturiana, de mujeres que sobrevivieron a unas condiciones vitales muy duras y de gente enfrentada al dilema vital que se plantean cuando las cosas van mal y hay que decidir entre irse o quedarse donde están. Ahora son nuestros hijos los que plantean irse, piensa Lucía, y aunque sabe que no van a sufrir miserias como en la generación de su abuela, todavía no puede evitar sentir rabia contra las condiciones que empujan a nuestros hijos a marcharse. Sabe que Mario esta preparado, confía en él y cree que es la mejor ayuda que le puede dar, pero lucha para no ponerse triste y se esconde para que no la vea llorar.
LA MIRADA PSICOLÓGICA
La generación que nos perdemos. Con frecuencia se denomina a los jóvenes españoles de 25 a 30 años como la "generación perdida". ¿Pero perdida para quién? Sería conveniente que nos planteáramos quién pierde más, si ellos o un país que expulsa por falta de oportunidades a su generación más joven. Somos nosotros los que nos vamos a perder una generación de talento, después de darle una buena formación. Lo que producirán lo aprovecharán en otro país. Ellos van a dejar su potencial en otros lugares que se beneficiarán de lo que saben y de lo que son. Estos jóvenes emigrantes se enriquecerán con nuevas experiencias y contribuirán a mejorar el país en el que vivan. Algunos volverán, pero otros se quedarán para siempre allí. Quizá la crisis económica pase en unos años, pero ¿cuánto tiempo durará el daño que sufrirá España por quedarse sin gran parte de los jóvenes más preparados de una generación?
LA NOTICIA: Los jóvenes se van
- Con una tasa de desempleo juvenil cercana al 50% algunos jóvenes han decidido irse de nuestro país. Se trata de personas entre los 25 y los 35 años, con curriculum cualificado y sin cargas familiares. Actualmente, sus destinos son Francia y Reino Unido, donde buscan fisioterapeutas y enfermeros y Alemania que solicita ingenieros. Países como Argentina también comienzan a ser considerados como un posible destino. 1.200 españoles emigran a Buenos Aires cada mes.
- En 2011, por primera vez en 10 años, salieron de España más personas (507.740) de las que entraron (417.523). El número de españoles en el extranjero se ha incrementado en más de 300.000 mil personas desde el comienzo de la crisis.
La semana santa y el inicio de la actividad agricola están detrás de estos datos, que son valorados con cautela por la junta, partidos políticos y sindicatos.
El número de parados registrados en las oficinas de empleo en Extremadura descendió en abril en 521 personas, lo que supone una bajada del 0,37 por ciento respecto al mes anterior, según los datos ofrecidos ayer por el Ministerio de Trabajo e Inmigración. De esta forma, el número total de desempleados en la comunidad se sitúa en la actualidad en 138.472 trabajadores según esta fuente.
En términos interanuales, es decir entre abril de 2011 y abril de 2012, el paro aumentó en 17.386 personas, lo que representa un incremento del 14,36 por ciento. Por sectores de actividad, el desempleo bajó en abril en Extremadura en 553 personas en Agricultura; en 210 en Servicios; y en 20 en Industria. A su vez, se incrementó en 228 personas en Construcción, y en 34 en el colectivo de sin empleo anterior.
Por sectores, el desempleo por tanto se establece en una cifra total de 83.611 personas en Servicios; 22.087 en Construcción; 13.606 en la categoría de 'Sin Empleo Anterior'; 10.318 en Industria; y 8.850 en Agricultura.
Reacciones similares
Para la Junta de Extremadura estos datos no son para la celebrar nada. La vicepresidenta, portavoz y consejera de Empleo, Empresa e Innovación, Cristina Teniente, reconoció ayer que el descenso del paro se ha debido a la actividad agrícola y a las contrataciones de Semana Santa, como apuntan el resto de agentes consultados. No obstante, recalcó la disminución «por sexto mes consecutivo» del paro juvenil en Extremadura, que ha bajado en 320 jóvenes en abril y en 1.800 en el último medio año. Además, Teniente señaló que el descenso del paro en Extremadura está por encima de la media nacional, ya que el número de desempleados ha bajado un 0,37 % en la región, frente al 0,14% en el conjunto del país
Por su parte, el secretario general del PSOE de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, dijo ayer que la disminución de parados en abril «no puede dejar de ser una noticia positiva», pero recuerda que abril y mayo eran los meses donde se acumulaba la mayor reducción del desempleo de todo el año por los motivos apuntados anteriormente, la Semana Santa e inicio de la campaña agrícola.
El líder socialista recordó además que en abril del año pasado el paro se redujo en 3.000 personas y el anterior en 3.500. «Quiero decir que una reducción de 500 hace que difícilmente esto compense con la destrucción de empleo que se produce posteriormente en el segundo semestre del año, una vez que pasan las campañas agrícolas», recoge Europa Press
Según Pedro Escobar, de IU-Extremadura, el dato de abril es una «mini buena noticia», pero declaró que mientras no cambien las políticas económicas que se están aplicando, así como el modelo productivo, se continuará en «la senda de embarrarnos y estaremos en una situación cada vez más difícil».
Una opinión parecida tiene Comisiones Obreras. Para el sindicato, este descenso del paro en Extremadura de 521 personas es muy débil teniendo en cuenta que éste es un mes propicio para las contrataciones. Según CC OO, «la bajada del paro es achacable únicamente a causas estacionales como la celebración de la Semana Santa y el inicio de las campañas agrícolas, como muestran los datos por sectores y la fuerte presencia de contratación temporal».
Un futuro «durísimo»
Para el secretario de Formación y Empleo de CC OO de Extremadura, Miguel Coque, los datos son malos. Y lo achaca a la reforma laboral y los recortes del Gobierno, advirtiendo además que los próximos meses serán «durísimos para el mercado de trabajo si no hay un cambio drástico en las políticas del Ejecutivo de Mariano Rajoy y José Antonio Monago porque la reforma laboral está multiplicando los despidos por la vía fácil y barata y provocando más precariedad laboral».
UGT hizo ayer una valoración similar a la del resto de actores sociales y destacó a través de una nota que la «paralización de la actividad económica», especialmente del sector servicios, unido al aumento de expedientes de regulación de empleo «vaticina la continuidad en la destrucción de empleo en los próximos meses». Además, considera que las políticas gubernamentales «perseveran en el error, ya que es imposible avanzar hacia la creación de empleo únicamente con políticas de recorte y eliminación del Estado del Bienestar». A juicio del sindicato, los datos son «mucho peores que los registrados en el mismo mes del año anterior», ya que el volumen total de parados en la región se sitúa en 138.472 personas.
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