La ganadora del premio Azorín por su obra 'Capricho', que escribe sobre todo novela histórica, afirma que su intención es rescatar a las mujeres del olvido.
La escritora Almudena de Arteaga, cuyos personajes literarios son féminas, visitó ayer San Atón.-foto.
Homenajear a las mujeres y rescatar a grandes personajes femeninos del olvido. Ese es el doble objetivo que se propone la escritora Almudena de Arteaga, que ayer visitó la plaza de San Atón para participar en la 31º edición de la Feria del Libro. Almudena de Arteaga vino a Badajoz a presentar su última novela, 'Capricho', con la que ha obtenido el premio Azorín 2012.
La obra, ambientada entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, presenta una historia sobre las tres musas del pintor Francisco de Goya. Así, se aproxima a Cayetana de Alba, que representa la belleza y la seducción; la duquesa de Osuna, que encarna la inteligencia, y la duquesa de Chinchón, que es el prototipo de la ingenuidad y la dulzura. «Es un libro con mucha intriga y mucha feminidad», aseguró de Arteaga.
La autora de 'La Princesa de Éboli', 'Eugenia de Montijo', 'La Beltraneja, el pecado oculto de Isabel la Católica' o 'María de Molina, Tres coronas medievales', ha querido una vez más centrar su literatura en las mujeres. Lo hace por una sencilla razón: reconocer el papel que numerosas mujeres han desempeñado en la historia de España y que no ha sido reconocido. «Mis trabajos siempre giran en trono a féminas. Les quiero rendir un homenaje», señaló.
Recalcó que, durante mucho tiempo, destacados personajes femeninos han sido menospreciados y relegados a un segundo plano. Ahora, a través de sus libros, esta escritora pretende dar a conocer su vida y obra y devolverles la importancia que en su día tuvieron. «Las mujeres han estado a la sombra de los hombres. Cuando me propuse escribir sobre la Princesa de Éboli no me podía creer que sólo hubiese un libro sobre ella. O cuando comencé a trabajar sobre María Molina, me di cuenta de que algunas enciclopedias sólo dedicaban a esta reina un párrafo», explicó.
Almudena de Arteaga se centra fundamentalmente en la novela histórica. Reconoce que se siente cómoda en este género, con el que aprende constantemente. «Tengo que investigar e indagar cada vez que me inicio en un proyecto. Nuestra Historia es una fuente inagotable de historias. Es fascinante. Además, los ciudadanos tienen mucha hambre de Historia. Tenemos muy poco tiempo y queremos aprender de una manera ágil, amena y rápida. Por eso trato de contar las cosas de un modo divertido y fácil de leer», apuntó.
En cuanto a los premios, esta escritora no tiene reparo en reconocer que el principal beneficio es profesional. «Te dan currículum y la oportunidad de que tu libro llegue al lector sin tener que hacer malabares. Significa que lo van a tener más tiempo en las estanterías de las librerías y mejor colocado», manifestó.
Almudena de Arteaga ha ejercido la abogacía hasta que le propusieron escribir su primer libro, 'La Princesa de Éboli', hace 15 años. Entonces, dejó un despacho de abogados y un sueldo fijo para vivir de la literatura. Y no le va nada mal. «No me arrepiento de nada. Mi afición se convirtió en una profesión. Ha sido todo un regalo del destino», sentenció.
TÍTULO: NO ME MIRES A LOS OJOS SINO QUIERES QUE TE PASE ALGO.
TÍTULO: NO ME MIRES A LOS OJOS SINO QUIERES QUE TE PASE ALGO.
Cuatro ladrones irrumpen de madrugada en Carcesa, atan a un vigilante de seguridad y se llevan 700 euros.
Fue a por agua pero el vigilante de seguridad de Carcesa, en Mérida, se quedó con las ganas de beber. Eran las cuatro de la mañana del sábado día 5 y en las instalaciones de la industria cárnica no solo estaba él. Cuatro fornidos intrusos se habían cubierto parcialmente sus rostros con pañuelos y estaban armados con gruesas mazas de hierro. Habían entrado a robar. El objetivo, el interesante botín que presumiblemente tenía que haber en la caja fuerte que estaba en un despacho. Los ladrones rodearon al vigilante, lo ataron de pies y manos a una silla y uno, el único que hablaba en castellano, le advirtió que borrase de su memoria lo que estaba viendo. «No me mires a los ojos si no quieres que te pase algo», le espetó. En la caja fuerte no había más de 700 euros. Es lo que se llevaron. En realidad algo menos porque en su huida dejaron en el suelo un sobre con 30 euros.
«Lo mejor es que puede contar la historia. Se ha llevado un susto muy gordo», resumió ayer a este diario un empleado de Carcesa, la agroindustria referente de Extremadura que intenta salir hacia adelante tras el estado crítico en que la dejó la gestión de la familia Ruiz-Mateos. Hace diez días, algunos ladrones, extranjeros con casi toda seguridad, pensaron que en la fábrica emeritense podían encontrar fajos de billetes y no solo latas de patés y magro.
Diálogo
Seguramente entraron por la zona de atrás de las nuevas instalaciones, de menos de una década de existencia, y buscaron una oficina en la que, no muy escondida, había una caja fuerte. Una vieja caja fuerte para ser exactos. En el camino se toparon con el vigilante que iba a refrescarse.
Según ha podido saber este diario, los ladrones, grandes como «armarios empotraos», no llevaban ni pistolas ni cuchillos. Su 'instrumental' eran mazas para reventar la caja fuerte. El encargado de seguridad fue reducido. Tres de los cuatro ladrones intercambiaron un breve diálogo en un idioma irreconocible para el guarda. Extranjeros posiblemente de algún país del este de Europa. El cuarto le dio el 'consejo' de que no se quedara con lo poco que se podía ver de su cara toda vez que estaba cubierto, como los otros tres atracadores, con pañuelos que solo dejaban visibles los ojos, y con dificultad por ser de noche. No se veían ni las cabezas ni las bocas.
Lo ataron a una silla y comenzaron a aporrear la caja de caudales. Se abrió y se encontraron con apenas 700 euros. Ni en esa caja ni en otras dependencias de Carcesa hay importantes cantidades de dinero. En la fábrica apenas hay dinero en efectivo para hacer frente a pequeños gastos.
Los delincuentes ataron al vigilante de pies y manos a una silla. Así estuvo durante una hora aproximadamente, hasta que pudo zafarse de las cuerdas. No sufrió ningún tipo de daño más. Al poco tiempo llegaron efectivos policiales y se puso en marcha una investigación de la que no han trascendido detalles.
Carcesa, en concurso de acreedores desde 2011, ha sido comprada por la Sociedad Gestora de Productos Agroalimentarios de Extremadura, compuesta por las cooperativas Acopaex y Tomates del Guadiana y la sociedad pública Avante Extremadura, la antigua Sofiex. En mayo se hicieron cargo de su gestión en régimen de alquiler para que la actividad no cesara.
La Junta dio el viernes el visto bueno a la conversión en acciones de la deuda por préstamos que la Sociedad Gestora de Productos Alimentarios tiene con Sofiex, y que asciende a 3,598 millones de euros. Gestora aún está negociando con las entidades financieras los créditos necesarios para comprar los activos de Carcesa.
Fue a por agua pero el vigilante de seguridad de Carcesa, en Mérida, se quedó con las ganas de beber. Eran las cuatro de la mañana del sábado día 5 y en las instalaciones de la industria cárnica no solo estaba él. Cuatro fornidos intrusos se habían cubierto parcialmente sus rostros con pañuelos y estaban armados con gruesas mazas de hierro. Habían entrado a robar. El objetivo, el interesante botín que presumiblemente tenía que haber en la caja fuerte que estaba en un despacho. Los ladrones rodearon al vigilante, lo ataron de pies y manos a una silla y uno, el único que hablaba en castellano, le advirtió que borrase de su memoria lo que estaba viendo. «No me mires a los ojos si no quieres que te pase algo», le espetó. En la caja fuerte no había más de 700 euros. Es lo que se llevaron. En realidad algo menos porque en su huida dejaron en el suelo un sobre con 30 euros.
«Lo mejor es que puede contar la historia. Se ha llevado un susto muy gordo», resumió ayer a este diario un empleado de Carcesa, la agroindustria referente de Extremadura que intenta salir hacia adelante tras el estado crítico en que la dejó la gestión de la familia Ruiz-Mateos. Hace diez días, algunos ladrones, extranjeros con casi toda seguridad, pensaron que en la fábrica emeritense podían encontrar fajos de billetes y no solo latas de patés y magro.
Diálogo
Seguramente entraron por la zona de atrás de las nuevas instalaciones, de menos de una década de existencia, y buscaron una oficina en la que, no muy escondida, había una caja fuerte. Una vieja caja fuerte para ser exactos. En el camino se toparon con el vigilante que iba a refrescarse.
Según ha podido saber este diario, los ladrones, grandes como «armarios empotraos», no llevaban ni pistolas ni cuchillos. Su 'instrumental' eran mazas para reventar la caja fuerte. El encargado de seguridad fue reducido. Tres de los cuatro ladrones intercambiaron un breve diálogo en un idioma irreconocible para el guarda. Extranjeros posiblemente de algún país del este de Europa. El cuarto le dio el 'consejo' de que no se quedara con lo poco que se podía ver de su cara toda vez que estaba cubierto, como los otros tres atracadores, con pañuelos que solo dejaban visibles los ojos, y con dificultad por ser de noche. No se veían ni las cabezas ni las bocas.
Lo ataron a una silla y comenzaron a aporrear la caja de caudales. Se abrió y se encontraron con apenas 700 euros. Ni en esa caja ni en otras dependencias de Carcesa hay importantes cantidades de dinero. En la fábrica apenas hay dinero en efectivo para hacer frente a pequeños gastos.
Los delincuentes ataron al vigilante de pies y manos a una silla. Así estuvo durante una hora aproximadamente, hasta que pudo zafarse de las cuerdas. No sufrió ningún tipo de daño más. Al poco tiempo llegaron efectivos policiales y se puso en marcha una investigación de la que no han trascendido detalles.
Carcesa, en concurso de acreedores desde 2011, ha sido comprada por la Sociedad Gestora de Productos Agroalimentarios de Extremadura, compuesta por las cooperativas Acopaex y Tomates del Guadiana y la sociedad pública Avante Extremadura, la antigua Sofiex. En mayo se hicieron cargo de su gestión en régimen de alquiler para que la actividad no cesara.
La Junta dio el viernes el visto bueno a la conversión en acciones de la deuda por préstamos que la Sociedad Gestora de Productos Alimentarios tiene con Sofiex, y que asciende a 3,598 millones de euros. Gestora aún está negociando con las entidades financieras los créditos necesarios para comprar los activos de Carcesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario