sábado, 3 de septiembre de 2011

UN ALBERGUE PARROQUIAL.

Similar al de Monesterio solo hay otro en Salamanca, los únicos en los 1.000 kilómetros entre Sevilla y Santiago.Miguel Ángel García, cura del pueblo, muestra el distintivo del nuevo albergue parroquial-foto.
La vieira que distingue el discurrir del camino de Santiago, junto a un azulejo que marca los 831 kilómetros que separan Monesterio de Santiago de Compostela, son los distintivos del nuevo albergue de peregrinos que acaba de abrir en esta localidad. Se trata del primero de estas características en nuestra comunidad autónoma, y del segundo que se gestiona directamente por una parroquia en los más de 1.000 kilómetros que separan Sevilla de Santiago.
El primero es el mítico albergue salmantino del popular padre Blas, que en su día decidió abrir su casa al peregrino. El segundo es el empeño de Miguel Ángel García, párroco de Monesterio y Montemolín, y todo un enamorado del camino de Santiago. «Cuando me mandaron a este pueblo vi la casa parroquial y me di cuenta de que el camino pasaba por la misma acera», explica Miguel Ángel. Desde aquel mismo instante, la puesta en marcha de este albergue se convirtió en un empeño personal del cura, que contó con la colaboración de un grupo de feligreses y la aceptación del proyecto por parte de la diócesis.
El proceso comenzó con la presentación de un proyecto de restauración de la casa rectoral que convirtiera los altos del edificio en techo para los centenares de peregrinos que cada año pasan por este municipio, carente de albergue desde que Cruz Roja dejó de prestar este servicio al caminante. Una vez salvados los escollos burocráticos se iniciaron las obras, financiadas mediante créditos bancarios a los que la parroquia deberá hacer frente durante los próximos veinte años. La equipación ha sido posible gracias a la colaboración de aportaciones realizadas por diferentes colectivos y a Cáritas de Monesterio y Montemolín.
El nuevo albergue cuenta con doce plazas divididas en dos habitaciones, un espacio común para la recepción, cocina y aseo con duchas. Está atendido por tres voluntarios, entre ellos el propio párroco, y el precio de pernoctación, o la colaboración económica que aporta el peregrino por su estancia, es de diez euros, de los cuales tres se destinan a limpieza, dos a suministros y los otros cinco «se los queda el banco para hacer frente al préstamo».
Aún sin ningún tipo de difusión entre los caminantes de la Vía de la Plata, en sus primeras semanas el albergue ha acogido ya a más de medio centenar de peregrinos. Ahora, los artífices de este proyecto trabajan en la difusión de este nuevo espacio de acogida en guías, páginas web y a través de asociaciones. A partir de aquí, la intención es la de constituir una asociación local de amigos del Camino de Santiago que se encargue, no solo de atender el albergue, si no de pintar la señalización y de mantener el trazado que transita por este término municipal en condiciones óptimas para el peregrino, además de dinamizar y programar actividades propias para un mejor conocimiento de la ruta mozárabe del Camino de Santiago.

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