La recuperación de varios edificios en este emblemático espacio arroja nuevos datos del pasado de Badajoz.
Se puede contemplar el que fue en el siglo XV el balcón del Cabildo rodeado de edificios que completan su historia.
Tras una fachada que aparentemente tenía poco valor se escondía un tesoro. Nadie tenía conocimiento de que el edificio que se encuentra entre las Casas Consistoriales y la nueva sede que albergará la Concejalía de Ferias y Fiestas, en la Plaza Alta, ocultase una infraestructura de tal magnitud. Se trata de un inmueble que data del siglo XV y es de estilo mudéjar. Ahora los pacenses se pueden hacer una idea de cómo era esa construcción.
Ya se puede contemplar al descubierto los elementos y detalles que componían y adornaban este espacio que en su día tuvo un uso institucional, ya que todo apunta a que contaba con un balcón vinculado al Cabildo de la ciudad que fue utilizado por el Concejo para relacionarse con el pueblo. Desde ahí seguía las procesiones y otros festejos públicos que se celebraban en la plaza.
Aunque a lo largo de la historia el edificio de dos plantas ha sufrido muchas modificaciones, pasando por hasta siete fases constructivas, la arqueóloga María Jesús Carrasco explica que se ha apostado por recuperar el aspecto original. Así, en un primer momento el inmueble se organizaba con un soportal con tres arcos de media punta en la parte inferior y en la superior había un balcón volado con dos ventanas a ambos lados. Prueba de la entidad e importancia que tenía el lugar, Carrasco destaca que los arcos se construyeron de ladrillos sobre los que aplicaron cal y los pintaron de rojo. Además, la arcada estaba decorada con bolas de color rojo.
Y así es posible observar hoy la fachada, si bien hay que tener en cuenta que para restaurarla han tenido que restituir elementos. Los arcos habían perdido parte de los ladrillos, que han tenido que reponer, y los originales los han protegido. Las columnas habían desaparecido y las han construido de nuevo con un mayor diámetro para que sean más resistentes.
Del balcón apenas quedaba alguna pieza. Aunque pocos, se pueden apreciar restos de los enlucidos. Se han introducido sólo algunas bolas decorativas y el color rojo de las mismas se ha recuperado únicamente en la parte interior de la fachada. Además, se han mantenido en el lugar algunas piedras que sobresalen del suelo, ya que marcan el nivel original que tenía la calzada de la plaza.
Saber la fecha en la que empieza a evolucionar este edificio es complicado puesto que un incendio en el archivo municipal que se encontraba en las Casas Consistoriales en 1697 destruyó parte de la documentación y afectó a la construcción. Sin embargo, se sabe que posteriormente el inmueble se va agrietando y hundiendo, lo que obliga a tapiar los dos arcos laterales y dejar libre solo el del medio. En esta fase se mantiene el edificio interior con las dos plantas y la misma funcionalidad, aunque llega un momento en el que una de las ventanas más elevadas también fue tapiada con el fin de instalar un escudo, tapia que se ha querido mantener para que quede constancia de este hecho.
Épocas más tarde el inmueble pierde su carácter institucional. Se mantiene el balcón pero se ocupa la planta inferior. Poco a poco este insigne espacio se va degradando hasta utilizarse en el siglo XIX como dos viviendas de pequeño tamaño. «En declive, llega al lamentable estado del que fuimos testigos antes de poner en marcha la obra. Las dos casas eran una auténtica ruina», indica Carrasco.
Al trabajar sobre esos dos habitáculos, cuando comenzó la obra para habilitar la nueva Concejalía de Ferias y Fiestas, salió a la luz este pasado hasta ahora desconocido. «Hay que cumplir la normativa, conservar los elementos históricos y que sean diferenciables de los que introducimos», puntualiza la arqueóloga.
Pero al dirigir la mirada hacia esa parte de la Plaza Alta los ciudadanos podrán conocer de cerca la evolución urbana de una parte de este emblemático espacio y, por extensión, de la ciudad. El inmueble en el que después del verano irá ubicada la Concejalía no será ocupado hasta finales del siglo XVII principios del XVIII.
En este caso, se ha respetado la fachada del siglo XIX en la que está presente también la del siglo XVIII, ya que se han mantenido los dibujos rehundidos de los arcos de la época. Según manifiesta la arquitecta municipal, Begoña Galeano, para preservar la fachada se ha levantado un edificio exento, que sólo toca la fachada mediante unos tentáculos que sujetan y apuntala la fachada y que a la vez sirve de paso para acceder a los balcones exteriores.
En esta misma esquina, se encuentra la construcción que queda en pie entre estos nuevos despachos municipales y el Arco del Peso. La fachada de este edificio en el que se ubican las sedes de varias asociaciones, del siglo XVI y que ha salido a la luz intacta, se va a empezar a restaurar en los próximos meses. «Estamos ante un mismo edificio compuesto por distintos espacios que han tenido distintos usos y en diferentes épocas. Se ha intentado mantener testimonio de todas las fases por las que ha pasado. De este modo, en esta pequeña esquina se puede ver la transformación urbana que ha sufrido la Plaza Alta a lo largo del tiempo», asegura Carrasco.
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