REVISTA 10 MINUTOS. Maternal, madrugadora, familiar, disciplinada, comprometida con el medio ambiente, sagaz empresaria, esforzada deportista... Todos esos ingredientes y alguno más componen el cóctel vital de esta mujer de carrocería brasileña y maquinaria alemana. Gisele Bündchen, ahora metida a 'chancletera prodigiosa' gracias a las vistosas sandalias de playa que ella misma diseña y comercializa a través de la firma Ipanema, está a punto de cumplir 31 años. Le caerán el próximo 20 de julio. Para alguien que a los 25 ya afirmaba sentirse «vieja» y «con menos éxito entre los hombres que cuando tenía 18», la treintena debería pesar como una losa. Sin embargo, esta Bündchen tiene muy poco que ver con aquella veinteañera, diosa de las pasarelas del mundo. «Desde que he conocido la maternidad -ha declarado la 'top'- mi vida ha dado un vuelco. He comprendido que una parte de ti debe morir para dejar que nazca otra nueva. Y me siento feliz. He aprendido a estar en la vida».
La causa de la transformación de Gisele se llama Benjamín, un bebé de casi 20 meses, fruto de su relación con el jugador de fútbol americano Tom Brady. «Está enorme, gracias a que lo he amamantado», presume la modelo. Por él ha olvidado las fiestas que compartió con su exnovio, Leonardo di Caprio, y por él jura levantarse a diario «a las cinco de la mañana con una sonrisa». Hiperactiva y dinámica, Gisele es de las que no saben estar quietas. «Siempre estoy trabajando, ya sea como modelo, como madre o como empresaria. No paro». Pero se tomó un breve respiro hace cosa de dos años para casarse con Brady en una ceremonia íntima y familiar en Santa Mónica (California). Fue su respuesta a la proposición del jugador de la NFL (National Football League), que pocos meses antes había decorado por sorpresa el jet privado de su chica, por entonces la 'top model' mejor pagada del mundo, con flores blancas y, ante una copa del mejor champán francés, en pleno vuelo entre Nueva Jersey y Boston, el día de Navidad formuló el típico: «¿Quieres casarte conmigo?»
La anécdota podría sonar a cuento de hadas, pero nada más lejos de la realidad. Bündchen, de entrada, no encontró en el californiano Thomas Edward Brady Jr. a un príncipe encantado sin otra ocupación que la de colmar sus deseos, sino a un hombre con una situación sentimental bastante complicada. Cuando comenzó a salir con él, a principios de 2007, la actriz Bridget Moynahan, con quien Brady acababa de romper tras una relación de más de dos años, anunció que estaba embarazada y que el padre era el deportista. La criatura vino al mundo en agosto de 2007 en el hospital Saint John's Health Center en Santa Mónica. Le llamaron John Edward Thomas Moynahan. Y su famoso papá estuvo presente en el momento del parto. Desde entonces, la modelo brasileña se volcó en ese bebé como si fuera suyo. Esa marcada vocación proviene, según Gisele, de haber crecido en una familia numerosa.
Una hermana gemela
Porque Gisele Caroline Bündchen tiene cinco hermanas, una de las cuales, Pati, es además su gemela. «Imagínense cuántas muñecas había en mi casa», suele comentar entre risas. Creció en Horizontina, un municipio de apenas 20.000 habitantes situado en Río Grande do Sul, el estado más meridional de Brasil. Además del chocolate y enredar con el pelo de la gente («creo que mi padre se quedó calvo por eso»), a Gisele le fascinaban las muñecas, jugar al escondite en la calle, hacer ballet, imitar junto con sus hermanas a las Paquitas, un grupo musical infantil que salía en el programa televisivo de Xuxa y, por encima de todo, soñar con que algún día se convertiría en una gran jugadora profesional de voleibol. No fue así. A los 14 años ya vivía en Sao Paulo y empezaba a deslumbrar como modelo. El resto es historia. Hoy, Bündchen tiene otras metas y aficiones. La primera, cuidar de su hijo y mantener la chispa de su matrimonio «a base de citas secretas». Luego está su faceta como empresaria. Ya tiene su propia línea de lencería y pronto cumplirá una década como creadora e imagen de una firma de sandalias playeras, cuya venta contribuye a la conservación de la Amazonía, y cuyo éxito de ventas ha convertido a Gisele en auténtica reina global de la chancla. He aprendido a estar en la vida», asegura la modelo a punto de cumplir 31 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario