domingo, 7 de abril de 2013

No se le puede negar la astucia, pero sí la honestidad»/ EL NUEVO ESTILO DE NARCOS GALLEGOS,.


«TÍTULO: No se le puede negar la astucia, pero sí la honestidad»

El historiador británico, Paul Preston (Liverpool, 1946), profesor de la London School of Economics y promotor de los estudios hispánico,.

PAUL PRESTON

«No se le puede negar la astucia, pero sí la honestidad»

El hispanista británico publica un retrato de Santiago Carrillo, el estalinista que protagonizó la Transición

El historiador británico, Paul Preston (Liverpool, 1946), profesor de la London School of Economics y promotor de los estudios hispánicos a través del Instituto Cañada Blanch, ha escrito dos biografías monumentales de Franco y del Rey Juan Carlos. Ahora publica 'El zorro rojo. La vida de Santiago Carrillo', seis meses después de la muerte del que fuera líder de la Juventud Socialista, secretario general del Partido Comunista de España y figura destacada de la transición a la democracia.
- El rasgo personal más sobresaliente de Carrillo en su libro es su gran egoísmo.
- La confianza en sí mismo viene, en primer lugar, de que es un chico con mucho talento. Crece en una familia muy cálida, que ayuda mucho. Su padre, cuando él tenía 11 o 12 años, le hablaba de política como si fuera un adulto. Había debates en casa con Largo Caballero. Le meten en la imprenta socialista con 13 años. Sin el apoyo de su padre y de su padre adoptivo, Largo Caballero, no hubiese tenido un ascenso meteórico. Hay una serie de cosas que, no tanto por razones psicológicas sino por la fuerza de los hechos, le hacen creer muy pronto que él es más importante que cualquier otra cosa.
- Pero en esta biografía, a diferencia de las anteriores, hay menos trazos de su retrato psicológico.
- En el caso de Franco o del Rey, había mucho más material para hacer algo de especulación psicológica. De éste no hay nada. En el caso de Franco, hay un montón de memorias escritas de allegados, parientes, y eso ayuda muchísimo. Tuve la suerte de tener entrevistas muy reveladoras con Fraga, Serrano Súñer, que me hablaron con gran franqueza. Y, en el de Carrillo, incluso quienes le conocían, gente como Claudín o Semprún, con quienes hablé muchísimo, no sabían nada. La única constancia sobre su niñez es lo que él cuenta y, como en sus páginas hay tantas mentiras, incluso cuando dice la verdad te entra la duda.
- De ese aprendizaje precoz en la política se forma el 'aparatchik', pero los mayores, los veteranos, pasan los días en conspiraciones dentro del PSOE...
- Lo que aprendió de los paseos con su padre y de los picnics con la familia Caballero es que lo importante en los debates no eran las ideas sino las personas. Cuando se habla de traición a Largo Caballero... Si había una persona a la que había que traicionar ése era Largo Caballero, un hijo de... además de tonto, que es lo peor. Yo admiro en la política a gente flexible, como Negrín, que era capaz de reflexionar sobre ideas, de debatir, pero no a gente como Carrillo, que solo era capaz de tratar con verdades absolutas. Sus ideas revolucionarias en la República son de una irresponsabilidad tremenda. Tiene un papel en la revolución de Asturias, le meten en la cárcel, achaca la culpa del desastre al PSOE por no ser suficientemente bolchevique y va a Moscú, donde le lavan el cerebro y vuelve comunista y roba al PSOE la cantera de la Juventud Socialista. Machaca al PSOE. Cincuenta años después machaca al Partido Comunista.
- En Moscú se convierte a la causa soviética.
- De entrada, había todo ese mito del paraíso de los obreros. Y yo creo que los soviéticos captan enseguida que su fuerza es su debilidad. Va allí y figuras internacionales le dicen que le admiran. El tío se lo traga todo. Le meten en un hotel de cinco estrellas, le ponen un coche con chófer. Creo que esas cosas le gustaban.
- Ha llamado la atención alguna vez sobre el énfasis interesado de la derecha española por culparlo de las masacres de presos en Paracuellos, pero en el libro lo presenta en el centro de la trama.
- Pero no es el único y total responsable. Sobre la autorización él no es nadie y hay que buscar en Miaja (el general José Miaja Menant, que ocupaba la presidencia de la Junta de Defensa de Madrid), los rusos y los jefes del Partido Comunista, Antonio Mije y Pedro Checa, pero la organización es totalmente de Carrillo. En aquel momento acepta las flores que le echan en el partido y en la Comintern y solo después empieza a decir que no sabía nada. Su segundo era su amigo Serrano Poncela, al que luego le echa la culpa de todo. Lo 'gracioso' de sus negaciones es que, si coges una selección de los cientos de veces que niega su participación y contrastas los datos, ves los errores. Dice: «Cuando yo llegué, el 6 de noviembre, todo estaba acabado». Pero el 6 de noviembre de 1936 comienza. Decir en cientos de entrevistas que no sabía nada es lo que da el combustible a todo lo de Paracuellos.
Traiciona a sus camaradas
- En el exilio, Carrillo es autor de múltiples purgas internas. ¿Mató a alguien?
- Con sus propias manos, creo que no. Pero hay cosas... Se dedicó a destrozar a Jesús Monzón (dirigente comunista navarro). Es una historia terrible de la que se podrían escribir mil páginas. Es de una maldad alucinante. Coge a la excompañera de Monzón, Pilar Soler, y la interroga. Encontré la transcripción. Se ve que es una mujer a la que le han provocado una crisis nerviosa. La destrozan. La tuvieron un mes encerrada. Y ella pide perdón y dice que no es persona digna de tener en su poder la foto dedicada de Dolores Ibárruri. Por eso digo que o Carrillo tenía un talento natural para eso o había recibido entrenamiento en Rusia. Hay una larga lista de camaradas y supuestos amigos a los que traiciona sin contemplaciones. El problema de hacer un libro así es que quedan ahí las crueldades, pero sería incorrecto centrarse solo en ello, sin tener en cuenta el contexto de la dictadura y la dureza de la represión. Esa fue siempre su excusa. No se le puede negar inteligencia o astucia, no se le puede negar una capacidad de trabajo extraordinaria. Lo que sí se le puede negar es honestidad y humanidad. No es solo la historia de un hijo de puta, aunque lo es.
- Llega al fin del franquismo con un PCE fuerte. ¿Se le puede achacar su desmantelamiento?
- ¿Cómo se explica la destrucción en esos años de los partidos comunistas italiano, francés, portugués? Ahí hay muchas cosas y las maneras de Carrillo en las grandes decisiones de la Transición contribuyen. La aceptación de la bandera monárquica es una cosa terrible para un partido republicano, aunque creo que era necesaria en el momento porque, como se avecinaba una derrota electoral, para mantener al PCE en el tablero político había que hacer algo. Luego, los Pactos de la Moncloa. Esas decisiones no las comenta con nadie. Hay elementos de ambición personal, de estalinismo, también de pragmatismo, cuando ve la gran amenaza electoral del PSOE. Hay de todo.
- En este libro se comprueba de nuevo, como en las anteriores biografías, que las críticas actuales a la Transición vienen de gente que practica el toreo de salón.
- Me enojan los que se quejan de todos los defectos de la Transición, porque la he estudiado muy a fondo y sigo pensando que, en las circunstancias, fue la mejor transición posible. No fue la maravilla que esperaban muchos, pero cuando se piensa en las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil, la Policía Armada, la fuerza de la Falange,... A veces hay una falta de realismo. Hay que reconocer que en la Transición lo más importante es el papel de las masas, pero a nivel de superestructura son el Rey, Suárez, Carrillo, Gutiérrez Mellado,... gente que sabe que si defienden solo sus intereses partidistas no van a ninguna parte y que deben sacrificar algo para ganar algo mucho más importante. Carrillo es uno de ellos. ¿Lo hizo por idealismo, por pragmatismo, por ambición personal? Yo qué sé.
Nacido el 18 de enero de 1915 en Gijón, Santiago Carrillo ascendió vertiginosamente a la dirección de la Juventud Socialista, a la que guió a la unificación con los comunistas. Aunque él afirmaba que participó en combates en San Sebastián en los primeros días de la Guerra Civil, hay dudas más que razonables de que fuera así. Fue responsable del orden público en Madrid en el principio de la guerra y durante un cuarto de siglo secretario general del Partido Comunista de España, del que fue expulsado en 1985. En su juventud adoptó la costumbre de tomar una aspirina cada día, lo que podría explicar su longevidad. Empedernido fumador, murió a los 96 años. La portada de la biografía de Preston incluye una cita frecuente suya: «El arrepentimiento no existe». 

TÍTULO: EL NUEVO ESTILO DE NARCOS GALLEGOS,.


Hubo un tiempo en el que los capos gallegos de la droga aspiraban a ser vistos. Su filosofía de vida venía a resumirse en la idea de que la ...

El nuevo estilo de los narcos gallegos

Hace 20 años, presumían de Ferrari y se retrataban con políticos. «Hoy, la figura del capo se ha difuminado y funcionan como uniones temporales de empresas»

Hubo un tiempo en el que los capos gallegos de la droga aspiraban a ser vistos. Su filosofía de vida venía a resumirse en la idea de que la riqueza resulta mucho más gratificante cuando se exhibe, así que se entregaban a la clásica ostentación de casona y cochazo. Era la época en la que Sito Miñanco se paseaba por Cambados en un Ferrari más grande que algunos barcos del puerto, la misma en la que Manuel Charlín y Laureano Oubiña se compraban sus pazos superlativos: Vista Real, la mansión del siglo XVIII que los Charlines decidieron mejorar con vidrieras importadas y angelotes que tenían la cara de los nietos, y Baión, la finca de uva albariña donde se manifestaron las madres de drogodependientes una y otra vez, hasta convertirla en símbolo de su lucha.
En los 80 y los 90, la discreción era un concepto radicalmente ajeno al oficio de narco. Se trataba, al fin y al cabo, de gente venida a más y eufórica por su nuevo estatus: la mayoría había empezado desde abajo, con los diversos contrabandos a los que tanto se presta la recortada costa gallega, y el tabaco Winston de batea había dado paso a sustancias más rentables que acabaron convirtiéndoles en multimillonarios. Aquellos nuevos ricos deseaban aparecer como pilares de la sociedad -ahí estaba Miñanco con el equipo de fútbol de su pueblo, el Juventud Cambados, al que estuvo a punto de ascender a Segunda- y flirteaban constantemente con el poder formal, el de los políticos. La atracción parecía mutua, y de aquella época afloran a veces recuerdos como las fotos publicadas hace unos días, en las que Alberto Núñez Feijóo, entonces número dos de la Consejería de Sanidad y hoy presidente de Galicia, luce torso y alegría en el yate del narco Marcial Dorado. El político del PP ha afirmado que aquella «relación de ocio» terminó poco después y que él no sabía «ni a qué se dedicaba ni en qué podía estar involucrado» Marcial, a lo que la oposición ha replicado con sorna que debía de ser «el único gallego» que no estaba al tanto.
Hoy, aquella visibilidad de los narcos es cosa del pasado, del mismo modo que desapareció su contrapartida, la mirada comprensiva e incluso de admiración que les dedicaba buena parte de la sociedad gallega. En las últimas dos décadas han cambiado muchas cosas en el negocio. Para empezar, su funcionamiento: los traficantes han pasado de ser empresarios de la droga a ejercer más bien de 'narcotransportistas'. «Antes actuaban en sociedad con las organizaciones colombianas. Ahora, en cambio, venden al mejor postor su talento para introducir droga y cobran una comisión salvajemente grande, entre el 20 y el 30%, pero sin ser dueños de la carga», explica Fernando Alonso, gerente de la Fundación Gallega contra el Narcotráfico. El particular 'know how' de los narcos gallegos no solo es apreciado en su tierra: vienen de largo, por ejemplo, los vínculos con los traficantes del Estrecho de Gibraltar. Hace tres meses, la Policía arrestó a cinco vecinos de Arousa que pretendían introducir por la costa de Almería 93 kilos de cocaína, ocultos en bloques de piedra.
Los narcos gallegos han abandonado el modelo tradicional del clan mafioso por un organigrama más moderno, más dinámico y, desde luego, menos llamativo. «El perfil es completamente distinto -añade Alonso-. Ya no se trata de esas organizaciones piramidales con un capo en la cúspide. Funcionan más bien como UTEs, uniones temporales de empresas: aportan ciertos recursos para hacer determinados transportes, pero no siempre son los mismos ni trabajan para los mismos. La figura del capo se difumina: ya no es un Charlín o un Oubiña que pone a todo el mundo a trabajar para un desembarco, sino varias cabezas que pueden estar al mismo nivel». Puede servir de ejemplo uno de los juicios pendientes del narcotráfico gallego, el de José Constante Piñeiro, 'Costiñas', y Óscar Manuel Rial, 'el Pastelero', detenidos tras el apresamiento en 2008 de un pesquero venezolano con tres toneladas y media de cocaína. Según el fiscal, 'Costiñas' se ocupaba de las telecomunicaciones y 'el Pastelero', de la logística en tierra, mientras que un tercero, 'Sandokán', era el responsable de las lanchas de desembarco. El juicio debería haberse celebrado el mes pasado, pero el principal testigo, un narco 'arrepentido', parece haberse volatilizado, de modo que el juez Grande-Marlaska ordenó un aplazamiento hasta octubre.
Para los narcos actuales, el anonimato es un valor. Los que han heredado la profesión de sus mayores no pueden ocultar la fuente de la fortuna familiar, pero sus formas no tienen nada que ver con las de antaño. Y los que se foguearon en tareas de base y ahora controlan sus propias organizaciones han evitado incurrir en las veleidades de pavo real de sus antiguos jefes. A esto se suma que Galicia ya no tiene la misma importancia en las rutas internacionales de la droga: «Entra mucho menos que antes», comentan fuentes policiales. Cada vez se recurre más a la introducción de maletines de cocaína en contenedores de carga, para la que también sirven los puertos del Mediterráneo, y además España, puerta tradicional hacia Europa, está perdiendo peso en favor de Bélgica, Francia o algunos países del Este. Un informe conjunto de Europol y el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías destaca que en 2011 descendió un 34% la cantidad de cocaína interceptada en nuestro país: «Eso puede indicar un cambio reciente en los patrones del tráfico», apunta el estudio.
La factoría china
Pero, mientras sucede todo esto, los dinosaurios del negocio siguen aquí. La Justicia no ha terminado con ellos: hace solo medio año, volvió a sentarse en el banquillo el histórico José Luis Falcón, a quien apodan 'Falconetti' por el personaje de la serie 'Hombre rico, hombre pobre'. Le acusaban de blanquear junto a su esposa más de cuatro millones de euros, pero el tribunal no dio por buenos los informes periciales y le absolvió. Las propiedades de los narcos presuntamente jubilados y de toda su parentela y allegados continúan siendo objeto de indagaciones, una tarea ardua que suele prolongarse durante años: la instrucción del caso de 'Falconetti', por ejemplo, duró 15. Le llevó finalmente a juicio el fiscal antidroga de Pontevedra, Luis Uriarte, que está empeñado también en desentrañar el ejemplo paradigmático de los patrimonios opacos vinculados a la droga, el del clan de los Charlines. En 1995 ya se les retiraron propiedades por valor de 18 millones de euros, según los cálculos publicados por la revista 'Interviú'. En 2010, la 'operación Repesca' les descubrió al menos otros 15 millones, varios de ellos en cuentas suizas. La investigación, que sigue adelante, tuvo ramificaciones tan inesperadas como la factoría que los Charlines poseían en Qingdao, China, dedicada al pescado congelado.
«Para nosotros, la asignatura pendiente es precisamente la patrimonial -asiente el responsable de la Fundación Gallega contra el Narcotráfico-. Mientras se suceden los años de instrucción y las apelaciones, una generación de la familia sigue gozando del patrimonio, por mucho que esté embargado. Algunos traficantes disfrutan todavía de sus fortunas, aunque no sea de forma tan pública, y eso no se puede aceptar: hay que conseguir que, si uno era electricista antes de meterse al narcotráfico, se vea obligado a trabajar otra vez de electricista cuando sale de la cárcel».
 

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