La
catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Extremadura, María del Mar
Lozano Bartolocci-foto-, es miembro de una familia de artistas,.
María del Mar Lozano Bartolozzi Comisaria de la exposición
'Encuentro y Diálogo', que pueden visitar en el MEIAC,.
La profesora defiende el fomento del coleccionismo de las artes
visuales como valoración de ideas creativas de un tiempo,.
La catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Extremadura,
María del Mar Lozano Bartolocci, es miembro de una familia de artistas con
representantes destacados desde hace generaciones. Durante ocho años fue
directora científica del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida.
-En 'Encuentro y Diálogo. Colecciones de artes visuales del
Parlamento y del Gobierno de Extremadura' se ofrecen espacios para la
«experiencia artística», como Epilogue (1998), el vídeo de Alfredo Jaar.
-El arte contemporáneo nos invita a pensar y exige tiempo de
contemplación y de reflexión. Los artistas son testigos de un medio cada vez más
globalizado e intercomunicado y no quieren permanecer al margen de fenómenos
como la cuestión identitaria, los conflictos y la violencia bélica, psicológica,
de género, que conduce a veces al exilio y al nomadismo, a la destrucción del
medio ambiente, a la soledad de la ciudad y los no lugares... Alfredo Jaar,
artista muy crítico en cuestiones sociales, nos muestra en el vídeo 'Epilogue',
perteneciente al Rwanda Project, el rostro de una mujer de 88 años, Caritas
Namazuru, que tuvo que emigrar, por las matanzas que se produjeron en su país,
caminando 306 kilómetros para llegar a un campo de refugiados en el Zaire. Un
conflicto ante el cual el mundo occidental permaneció distante pero del que el
artista quiere mantener la memoria con un acercamiento visual muy poético.
-Más allá de 'Encuentro y Diálogo' hay una defensa del patrimonio en
términos de contemporaneidad.
-El patrimonio cultural tiene diversas vertientes que se van
ampliando cada vez más, pues hoy tenemos que tutelar tanto la arquitectura
monumental y los bienes muebles, como el patrimonio industrial y de las obras
públicas, el subacuático, el paisaje cultural, más todo aquello que constituye
una memoria intangible religando a los grupos humanos a distintos orígenes
antropológicos. Pero en lo concerniente al arte contemporáneo, entendido como el
arte de nuestro tiempo, la propia cercanía de la arquitectura actual, de las
llamadas artes visuales, pintura, escultura, fotografía, performance, vídeo, net
art y otras manifestaciones de arte intermedia, con sus múltiples propuestas
estéticas a veces la dificultad de su interpretación crítica, más allá de los
propios expertos, provoca una cierta desconfianza y una falta de valoración que
debemos resolver con una buena información y pedagogía. Es así que los conceptos
de lo artístico y su valoración han cambiado, por lo que, en mi opinión, sería
una pérdida irreparable prescindir de la muestra, adquisición y fomento de un
coleccionismo de las artes visuales actuales, que aportan creatividad, ideas
innovadoras e interacción social.
-Aquí debemos mencionar la perspectiva que otorga el tiempo.
-Bueno, el riesgo de equivocarnos frente a lo que el tiempo
convertirá en la pantalla cultural de una época no nos legitimaría para
prescindir de lo que a primera vista puede parecer difícil de asumir en la
experiencia contemplativa y cognitiva personal. La crisis debe fomentar lo más
emergente, debe ser riesgo y apuesta, pero también sedimentación de lo que ya
tenemos con su estudio y preservación.
-¿Cómo se gesta, a grandes rasgos, 'Encuentro y Diálogo'?
-La exposición organizada por la Consejería de Educación y Cultura
del Gobierno de Extremadura con la colaboración del Parlamento de la misma
Comunidad Autónoma, para conocimiento y disfrute de la sociedad extremeña y
foránea, es fruto de un tiempo de trabajo en equipo, en el que hemos
seleccionado obras pertenecientes a las colecciones de las instituciones
citadas, adquiridas en los años de la Democracia en exposiciones que fueron
organizadas por ellas, en la feria de arte Foro Sur, los premios y becas a la
creación artística, la Fundación Godofredo Ortega Muñoz o el Archivo Happening
Vostell, que salvo alguna excepción no están expuestas habitualmente en los
museos. Son pinturas, esculturas, fotografías, vídeos y otros medios visuales,
pues hemos prescindido de obra gráfica, dejando esta faceta para otra ocasión.
La mayor parte son obras realizadas en los últimos veinte años, e incluso en el
presente siglo. De autores que nos remiten a diversas geografías, España,
Portugal, Iberoamérica o Alemania.
-Debemos entonar el «mea culpa» ante la falta de códigos en el arte
contemporáneo.
-Es cierto, de ahí que hayamos planteado la exposición con una fuerte
vocación didáctica e informativa, y con claves para la reflexión. El discurso
está desarrollado en cinco temas que relacionan conceptualmente las obras: 'Arte
y Naturaleza', 'Polis: Espacios urbanos', 'Mito e Identidad', 'Presencias y
Ausencias' y 'Poéticas del Fragmento'. Precedidos de frases que transmiten
determinadas ideas, de Leonardo, Foucault, Calabrese, etc., y de breves textos,
además todas las obras tienen su ficha individualizada con información sobre el
autor. También se entrega un folleto con la síntesis de los temas del discurso
curatorial, y por último se acompaña con la publicación de un libro catálogo, en
el que hay bibliografía y páginas web de los artistas. Consideramos que con este
material maestros y profesores pueden confeccionar sus propias visitas guiadas,
si bien somos conscientes de cómo toda exposición se puede enriquecer con
cualquier ayuda interpretativa, máxime tratándose de arte contemporáneo. Como
ves, un esfuerzo divulgativo que continuará en la itinerancia: Toledo, Cáceres,
Mérida, Don Benito.
-El patrimonio es de algún modo una memoria hecha objeto, que en
nuestra Comunidad Autónoma necesita de mejoras ante la evidente falta de
mercado.
-Los tiempos actuales son difíciles para todos los profesionales en
general, y lo son asímismo para los artistas. En las últimas décadas se ha
producido el fenómeno de apertura y cierre de galerías de arte, de ferias y de
la disminución de ayudas y becas, manteniéndose una escasa actividad del
comercio del arte, que resulta difícil por la falta de coleccionismo privado.
Serán necesarias fórmulas más imaginativas o innovadoras para un nuevo tipo de
galerismo, que facilite y anime a entrar en los espacios del arte, con
organización de algunos eventos informativos pero distendidos, e incluso
facilitar asesores para la compra. También son importantes temas como la ley de
Mecenazgo, y la cuestión del IVA cultural, que está presente en todos los foros
de debate del sector, y quizá debería reconsiderarse, o buscar modos
alternativos. Por último la educación en arte, mostrando sus virtudes a la
sociedad, es la mejor ayuda que puede hacerse desde la administración al mundo
cultural.
-En su opinión, ¿cuál debe ser la respuesta de la Universidad en
estos momentos de crisis?
-La Universidad tiene que aportar ante todo conocimiento y formación,
con técnicas de investigación y difusión, a través de las aulas, realización de
proyectos y seminarios o reuniones para la colectividad científica o para los
interesados en el mundo del arte en general. Nuestro trabajo se extiende a la
participación en ciclos de conferencias, exposiciones y publicaciones
colaborando con las instituciones, para que el arte contemporáneo sea acompañado
de una discusión crítica y esclarecedora. De las aulas tenemos que salir a los
museos, fundaciones, a los estudios de los artistas, las exposiciones para
lograr una permeabilidad entre unos y otros. La colaboración con los técnicos de
arte de las instituciones es fundamental, pero también asesorando a las empresas
innovadoras y a los «freelances» dedicados a la gestión del arte y a actividades
como el turismo y la pedagogía cultural.
-En el contexto de la exposición creo pertinente una alusión a la
figura de Wolf Vostell.
-Sí, de hecho hemos expuesto contenidos del Archivo Happening Vostell
pues consideramos que es un acervo importantísimo no solamente por la
documentación referente a la actividad del propio artista, sino por lo que se
refiere a su relación con artistas fundamentales de la contemporaneidad:
fluxistas, neodadaístas, videoartistas, etc, con los que compartió escenarios
performativos y de los que conservó todo tipo de testimonios. Gracias a las
investigaciones y la difusión en seminarios y publicaciones, que se realizan por
los propios técnicos del museo, en colaboración con la Universidad de
Extremadura, y con otros centros de investigación internacionales, se van
valorando estos fondos.
-Una memoria también en forma de papel, de catálogo.
-Es otra forma de dejar constancia; como ya hemos dicho el catálogo
es el resultado de un amplio trabajo realizado por un equipo de historiadores
del arte: Javier Cano, Fernando Pérez, Ana Jiménez, de la Dirección General de
Patrimonio Cultural, Miguel Fernández Campón y yo misma. Pero también se
incluyen textos de otros expertos procedentes de la Universidad Complutense, Mª
Dolores Jiménez-Blanco; el Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear,
Mª Jesús Ávila y el Centro de Arte 2 de Mayo, Ferrán Barenblit, para aportar
distintas miradas, sobre el coleccionismo y las obras expuestas.
TÍTULO: LAS GALERÍAS OCULTAS DEL PRADO,.
Las
galerías ocultas del Prado
El
descubrimiento de la identidad de la Gioconda de Leonardo ha sido durante siglos
el trofeo más deseado entre los historiadores del arte.
El descubrimiento de la identidad de la 'Gioconda' de Leonardo ha
sido durante siglos el trofeo más deseado entre los historiadores del arte. Para
unos, la mujer de la sonrisa liviana se llamó Pacífica Brandani, amante de uno
de los Médicis en la Florencia renacentista y mecenas del pintor. Para otros se
trataba de Lisa Gherardini, la mujer de un mercader florentino que le hizo el
encargo del cuadro a Leonardo. El más fantasioso, Dan Brown, sugirió en 'El
código da Vinci' que el nombre de 'Mona Lisa' procedía de Amon L'Isa, antigua
deidad egipcia a la que estaría dedicada el retrato más famoso del mundo.
Los restauradores del Museo del Prado descifraron el enigma en una
histórica investigación que se presentó a principios de 2012. Un cuadro muy
similar al que se expone en el Louvre, acordonado y custodiado por unos guardas
de genio variable, había estado en una esquina de la pinacoteca madrileña
durante años, casi olvidado, hasta que le llegó el turno de pasar por los
talleres para comprobar su estado de salud. Cuando salió, la historia del arte
había cambiado en uno de sus capítulos más decisivos. Detrás del negro que
cubría el fondo del retrato se desveló un paisaje casi idéntico al de la pintura
del genio renacentista, y todo empezó a tomar un nuevo sentido.
El retrato del Prado correspondía a Lisa Gherardini, la 'Mona Lisa',
y había salido del estudio de Leonardo quizá pintado por su discípulo Salai,
mientras que el del Louvre lo hizo el maestro idealizando su figura y con el
ánimo de crear una mujer perfecta, platónica, la 'Gioconda'.
Así contado, desde la conclusión de un largo trabajo investigador,
todo parece relativamente sencillo. Pero el proceso, difícil cuando se ve de
cerca, no habría tenido un final tan esclarecedor si no hubiera sido por dos
restauradoras del museo, Ana González Mozo y Almudena Sánchez. Fueron ellas las
que propiciaron la revelación gracias a su experiencia acumulada en el Prado más
oculto, el de los sótanos y talleres, el de los rayos infrarrojos y los
pigmentos para dar una nueva vida a las obras necesitadas de un 'lifting'.
Invisible para la mayoría
En ese Prado de los aparatos y las mesas grandes y bien iluminadas,
como si fueran de operaciones en los quirófanos, ha entrado el periodista e
historiador del arte Peio H. Riaño para contar qué ocurre en ellos y cómo son
estos investigadores que combinan el manejo de la última tecnología, un ojo
educado para ver los trazos invisibles para la mayoría y un pulso firme para
intervenir en unas obras de un valor que no tiene precio.
Riaño ha escrito un reportaje largo, en forma de libro, sobre esos
interiores poco vistos de la pinacoteca dirigida por Miguel Zugaza, que acaba de
llegar a las librerías con el título de 'La otra Gioconda. El reflejo de un
mito' (Editorial Debate). El autor ensalza la labor de los funcionarios
restauradores que alejados de la gloria pública del Prado trabajan con tesón en
la intimidad del museo. «El descubrimiento de la 'Mona Lisa' -destaca Riaño- no
es una casualidad posibilitada por la técnica. No pasaron unos rayos X y salió
el paisaje. Ni mucho menos. González Mozo tardó un año en ver las montañas.
Antes sólo había visto leves correcciones, que jamás veríamos tú y yo si nos
pusiéramos delante de ellas».
Las restauradoras tenían la dificultad añadida de que el Prado carece
de obras de Leonardo con las que estudiar sus peculiaridades ya que los siete
cuadros del maestro en las colecciones reales ardieron en el incendio del
Alcázar de Madrid en la Nochebuena de 1734, en la que también quedaron reducidos
a cenizas cuadros de Velázquez, Tiziano y Rubens, entre otros muchos maestros.
Pero además de tener la ayuda de la constancia, las restauradoras
contaron con la suerte de que, justo en el momento en que avanzaban con sus
investigaciones, la National Gallery de Londres y el Louvre parisino organizaron
sendas exposiciones sobre Leonardo de gran importancia, que les permitieron
conocer en profundidad al pintor y actualizar todo el conocimiento disponible
sobre su figura y su manera de hacer arte.
Si antaño los restauradores eran en los museos una especie de mano
ejecutora de las órdenes de los conservadores, ahora unos y otros trabajan en la
misma dirección, resalta Riaño en su libro. «El restaurador ya no es esa persona
que limpia los cuadros donde otros les dicen. Su trabajo es muy intelectual.
Limpiar significa interpretar, y a veces sin apenas documentación, como es el
caso de esta 'Mona Lisa'».
Así, la historia del arte es la historia de sus restauraciones. El
restaurador es un «ilusionista que devuelve la imagen al estado original en que
la pintó el artista. Por eso podemos ver los museos como grandes máquinas de
ilusiones que permiten neutralizar el tiempo», concluye.
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