En los últimos años Santiago Niño-Becerra ha alcanzado cierto protagonismo en los medios de comunicación a causa de sus proféticos libros .
Los recortes supondrán menor esperanza de vida» – Niño-Becerra.
En los últimos años Santiago Niño-Becerra ha alcanzado cierto protagonismo en los medios de comunicación a causa de sus proféticos libros (siendo El crash del 2010 el bestseller que lo catapultó a la luz pública), así como sus artículos en La carta de la bolsa. Sus detractores subrayan fallos de cálculo en sus vaticinios y lo acusan de ejercer una especie de futurología (acusaciones, por otro lado, aplicables a la mayoría de los profesionales del estudio de la Economía). Aunque las ideas del catedrático de Estructura Económica en la Universidad Ramón Llull no invitan a pensar en aquello de “mientras hay vida hay esperanza”, más bien hacen eco del Mundo feliz de Huxley, lo cierto es que la actualidad rima preocupantemente con sus demoledores puntos de vista.
Niño-Becerra avista un futuro desolador para el mundo a causa de lo que considera un agotamiento definitivo del “modelo económico”. Concretamente en España, el economista da por hecho una profunda pauperización de la sociedad, la práctica desaparición del estado de bienestar, mayor desigualdad y, en definitiva, una composición demográfica en la que, más que un alto desempleo, sobrarán muchas personas en el sistema productivo.
Si sus previsiones se cumplen, no estamos hablando de un difícil periodo de transición hacia un nuevo modelo al estilo de la Revolución Industrial, sino del desplazamiento repentino y permanente de un gran segmento de la sociedad. ¿Coincide con esta lectura de su tesis? ¿Cómo afecta el modelo de estado semejante desenlace?
Sí, es un cambio de modelo. El modelo que se puso en marcha tras la crisis sistémica de 1875 desarrolló el darwinismo social, una sociedad instaurada en la agresividad del capital sobre el trabajo que va haciendo concesiones de forma muy lenta a la clase obrera y que se internacionaliza aceleradamente; ese modelo se agotó en la crisis -sistémica- de 1929. El modelo que sustituyó a ese, el que ha sido el nuestro, buscó la maximización del beneficio a través del pleno empleo y la redistribución, del consumo y del crédito, del mega endeudamiento, hasta que también se ha agotado en esta crisis sistémica. El que lo sustituirá va a buscar la optimización en el uso de recursos a través de la productividad, pero a costa de un desempleo estructural muy elevado y del empobrecimiento de amplias capas sociales al desaparecer o adelgazarse enormemente el precioso y útil instrumento inventado por el modelo que se está yendo: la clase media.
Pero la sociedad se resiste a semejante determinismo. ¿Cuál es su valoración sobre movimientos como el 15M, Occupy Wall Street, WikiLeaks, Anonymous y similares?
Una excepción tolerada a fin de que la población piense que la oposición es posible y la resistencia tiene cabida en el sistema. El enjuiciamiento del ex primer ministro islandés Geir H. Haarde de la época de boom especulativo que vivió la isla estaría en el mismo camino. Porque si se piensa desapasionadamente, ¿qué ha conseguido, para qué ha servido, el movimiento 15M?
¿Y en el plano europeo? ¿Cómo cuadra su perspectiva sobre la debacle española dentro de la UE? Usted defiende que el euro no puede desmoronarse, pero, ¿la UE aguantaría una España en las condiciones que usted plantea?
El euro, pienso, no se desmoronará porque a nadie le conviene: todos perderían y nadie ganaría nada, pero para evitar los hundimientos se cerrarán puertas, por ejemplo: el acuerdo de 25 miembros de la UE para limitar el déficit estructural al -0,5% del PIB en el 2020. Eso supone perder soberanía, y autonomía; y eso irá a más. Cada vez se dictarán más normas, más regulaciones; la UE/UEM será más técnica y menos política, por necesidad más que por deseo, pero bueno.
¿Qué hará Alemania cuando los demás dejen de comprarle?
Sin embargo, hay quienes se preguntan, como ya lo hacía Martin Feldstein en 1997, si bajo tensiones en torno a políticas económicas e intromisiones en soberanía nacional se podría contener a Alemania o, al contrario, invitarla a que ejerciera un liderazgo hegemónico…
En el fondo todo es un tema de estructura de PIB y de productividad. En las áreas monetarias los precios tienden a igualarse, pero no las productividades porque dependen de cosas como la inversión. España entró en el euro con una productividad patética, pero se benefició del hecho de que a todo el mundo le interesó creer que las calidades de las deudas públicas de los miembros eran iguales. España creció impulsada por una burbuja que dio negocio a bastante gente y benefició a bastante más, pero cuando la capacidad de endeudamiento se agotó y se puso sobre la mesa la calidad y el valor de los activos bancarios, adiós. Nadie puede ser líder porque nadie está bien y algunos están muy mal. Alemania no puede liderar nada porque es un gigante con los pies de barro: tiene recursos: capacidad productiva, pero carece de ideas: ¿qué hará cuando los demás dejen de comprarle? Nadie habla de eso porque no hay respuesta.
Entonces, ¿cómo puede ser compatible nuestra presencia en un sistema monetario en el que las necesidades de Alemania son tan distintas a las nuestras y el mandato del BCE no es del todo independiente?
Pienso que la tendencia es hacia una coordinación monetaria mundial ‘dólar-euro-yen-petróleo’ en una banda de fluctuación estrecha -la serpiente monetaria versión de los 2010- como paso previo a la implementación de una unidad de cuenta mundial. La coordinación monetaria da estabilidad, lo que pasa es que nos van a leer la cartilla y vamos a tener que aplicar el nuevo manual.
Los recortes supondrán menor esperanza de vida.
En cuanto a su visión sobre la desaparición del estado del bienestar, y pensando en sanidad, ¿por qué no pensar que, como ha ocurrido con otras tecnologías, los avances en la medicina resulten en un sistema de salud altamente eficaz, cada vez más barato y accesible, aunque con menos personal?
Los avances tecnológicos que reduzcan costes serán implementados, por ejemplo la telemedicina, pero la medicina preventiva tiene limitaciones: para reducir el riesgo de tener un colesterol elevado hay que alimentarse de manera racional, eficiente, eliminando la comida basura, y eso es caro, sobre todo en unos momentos de rentas decrecientes. Los recortes supondrán menor esperanza de vida, aun con avances tecnológicos y con medicina preventiva.
¿Y de los culpables de este desmoronamiento? ¿No es precisamente ese principio de too big to fail y de “rescates” selectivos e irresponsabilidad política lo que han mermado los principios básicos del sistema capitalista de libre mercado? ¿Qué es más sano, prestarle dinero al 1% a Emilio Botín o a Pedro Pérez para su hipoteca?
Sano no sé, rentable… Pienso que o bien nadie ha tenido la culpa o todos hemos sido culpables, otra cosa es la responsabilidad. Los bancos centrales de cada país sabían qué estaba sucediendo en las entidades financieras de cada país porque tenían los números reales de cada una de ellas y no hicieron nada para evitar la catástrofe: si hubieran intervenido (si hubiesen puestos ‘palos en la rueda’) no se hubiese crecido y había que crecer. También fueron responsables las personas físicas y jurídicas, así como entes locales, que solicitaron créditos y financiaciones de importes alucinantes sin calcular si los iban a poder devolver. De eso no se habla porque es feo.
Se ha hecho un pacto de sangre: ningún banco quebrará.
Sin embargo la gestión de la crisis opera en clave macroeconómica y todo tipo de “herramientas” para, en el caso de Europa, “salvar el euro” y “sanear” las economías; mecanismos de “rescate” circulares donde el BCE toma activos de dudosa calidad para prestarle a bancos insolventes que a su vez compran deuda soberana de países con deudas insostenibles. Y esos bancos siguen repartiendo dividendos mientras que en la calle no hay crédito.
Pienso que es momentáneo: prácticamente nadie puede pagar todo lo que debe por lo que nadie puede cobrar todo lo que se le debe. Se dice que no sólo los bancos están percibiendo fondos del BCE, también las empresas potentes que precisan financiación. En la calle no hay crédito porque no puede haberlo: ¿cómo se va a conceder un crédito a una empresa que apenas tiene pedidos y que no le pagan y no paga? Y los bancos: se ha hecho un pacto de sangre: ningún banco quebrará. Pienso que tendrá que irse a una compensación de deudas y a una cadena de quitas, y sí: eso tendrá consecuencias.
En su “Elogio de la ociosidad“, Bertrand Russell decía que “si el asalariado ordinario trabajase cuatro horas al día, alcanzaría para todos y no habría paro; dando por sentado una organización moderadamente sensata”. ¿No podría ir por ahí el futuro modelo?, ¿o a tres horas, o a dos?
Esa obra fue publicada en 1932, en la fase más dura de la Depresión. Encima, la productividad de hoy es cientos de veces mayor de lo que era entonces, o, al menos, es susceptible de serlo. Excepto en temas muy concretos, pienso que el camino no es el reparto del tiempo de trabajo debido a que, entonces, la productividad decrecería y los recursos, que son escasos, se utilizarían ineficientemente. Pienso que es al revés: el desempleo estructural será elevado y se generará el PIB necesario.
¿Qué hacer entonces con ese 30% de jóvenes con un nivel de preparación superior a las generaciones precedentes, pero sin posibilidades de acceder a un trabajo remunerado? ¿Propone subvencionarlos de alguna forma? ¿Plantea descongestionar colegios y universidades limitando cupos a los que tienen posibilidades de trabajar en el futuro?
Más bien pienso en situaciones de subempleo y desempleo encubierto: personas trabajando ‘trozos’ de su vida, de sus meses, de sus semanas, unas veces con empleos por debajo de su cualificación, otras no, y la mayoría con contratos parciales: para desarrollar un proyecto; bastantes pluriempleados. Los habrá que por su valía, irán encadenando proyectos sin discontinuidad alguna, que incluso trabajando en una compañía, lo hagan en otras que colaboren con su central. Los constantes avances en las comunicaciones y el crowd sourcing favorecerán estos procesos. Pero el desempleo estructural pienso que será muy elevado y, si se continúa utilizando la medida ‘desempleados equivalentes en tiempo completo’ el número de personas desempleadas será permanente alto. Sí, pienso en la puesta en marcha de un subsidio de subsistencia que cubra lo absolutamente mínimo y que puede tener la forma de bonos de comida (food stamps) y, a partir de aquí, que la gente se haga responsable de sí misma. La entrada en los centros educativos a partir de un mínimo estará, pienso, limitada según las necesidades, profesionales, a los mejores.
Llegar al 3% de déficit el próximo año es ciencia ficción.
¿Cuál es su valoración de las medidas hasta ahora emprendidas por el gobierno español? ¿Cómo se advierte la debacle que usted prevé (o al menos cómo se suaviza)?
Entre el 2012 y el 2013 España va a tener que sacar 55.000 millones de euros de lo que crezca para dedicarlo a reducir déficit y llegar al 3% el próximo año; pienso que es ciencia ficción. Habrá recortes, se subirán impuestos, pero España crecerá menos aun de lo menos que iba a crecer y, encima, pienso que no cumplirá. Un mal rollo. E “insuavizable”.
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