martes, 8 de mayo de 2012

LA 1 FERIA DEL CABALLO DE CASTUERA CONGREGA A CENTENARES DE PERSONAS DURANTE EL FIN DE SEMANA./ LA FORJA DE UN ARTESANO:

TÍTULO: LA 1 FERIA DEL CABALLO DE CASTUERA CONGREGA A CENTENARES DE PERSONAS DURANTE EL FIN DE SEMANA.

Centenares de personas se dieron cita en la jornada inaugural de I Feria del Caballo 'FCAB 2012' que arrancó el sábado en el las instalaciones del recinto ferial de Castuera. El grueso de asistencia se dio el domingo, especialmente por la tarde en la que se presentó como plato fuerte del día el espectáculo ecuestre 'El arte de Andalucía a caballo' del jinete y monitor titulado por la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, Carmelo Cuevas, que tuvo lugar a partir de las siete y media de la tarde en el pabellón central de exposiciones reconvertido para la ocasión en picadero cubierto y pista de exhibición con un graderío con capacidad para 1.400 espectadores.
Una de las propuestas destacables, además del concurso morfológico en el que participaron alrededor de 60 ejemplares de diferentes razas, fue el taller de 'equinoterapia' y la demostración práctica del caballo como un método efectivo de rehabilitación física, mental o emocional, que llevaron a cabo monitores de Aprosuba de Don Benito- Villanueva.
TÍTULO: LA FORJA DE UN ARTESANO:

Tras perder su trabajo, Antonio Jimeno vende sus piezas en el mercado artesanal de Badajoz.

Visitar los primeros sábados de cada mes el mercadillo artesanal y de antigüedades de Badajoz permite revivir viejas sensaciones y valorar trabajos bien hechos. Uno de los que allí tienen un puesto es Antonio Jimeno, de Valverde de Leganés, que desde hace poco tiempo ocupa su lugar en el mercadillo ofreciendo sus trabajos.
Hace año y medio perdió su trabajo, pero lejos de arredrarse, ha encontrado la forma de ofrecer sus productos.
A sus 61 años, presenta una dilatada experiencia profesional. Los años de su infancia fueron difíciles y de escasez. Su padre había ido varias veces a trabajar a Francia, donde residían dos hermanos, Aurelio y Juan que eran refugiados de guerra por combatir con los republicanos y que llegaron a estar en campos de trabajo nazis.
En casa de uno de ellos era donde se hospedaba su padre cuando iba a Francia. Ganaba un dinero durante tres o cuatro meses y regresaba. Al final, el progenitor decidió llevarse a toda la familia.
«Irme de mi pueblo fue el peor recuerdo que tuve durante mucho tiempo», rememora Antonio. Por entonces, primeros años de los sesenta, cuando una familia se tenía que marchar era un acontecimiento triste. Medio pueblo acudía al Llano de donde salían los coches, y todo el mundo se despedía, lloraba y se abrazaba.
Tras un interminable viaje, llegó a París, donde les esperaba uno de sus tíos, con el que vivieron hasta encontrar casa. «Mi hermana y yo fuimos a una escuela cercana a casa, y tres años después, a los catorce, ingresé en un colegio de enseñanzas técnicas para aprender un oficio; elegí la especialidad de Calderería, donde estuve tres años». Sin haber cumplido los dieciocho Antonio encontró trabajo. «Durante seis años pasé por varias empresas importantes, entre ellas la Citroën, y mis últimos cuatro años en Francia los trabaje en un pequeño taller con ocho personas, del que yo era el encargado».
Tenía veintisiete años en 1978 cuando tomó la decisión de regresar. Se instaló en su casa de toda la vida con su abuela Julia y empezó a trabajar con otro profesional. Pero al cabo de unos meses decidió instalarse por su cuenta. «Monté mi propio taller trabajando de autónomo y realizaba todo tipo de trabajos de cerrajería y forja».
En 1990, Antonio Fernández, formador del Inem, le aconsejó que se presentara a la Escuela Taller de Badajoz, donde necesitaban un monitor. «Me decidí y tras una serie de pruebas, fui elegido para la primera escuela taller de Badajoz en la que estuve tres años. Después pasé por la casa de oficios de Cheles, la universidad popular de Badajoz, la escuela taller Cáritas de Valverde y la escuela de Olivenza. Tras esta etapa comencé a trabajar en la empresa privada».
Antonio empezó a hacer trabajos decorativos para su casa, pero pronto empezó a recibir pedidos de conocidos. Hace año y medio su empresa cerró. «Por eso ahora dispongo de bastante tiempo, y ya que es muy difícil encontrar trabajo, decidí para no aburrirme seguir fabricando piezas

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