sábado, 10 de diciembre de 2011

LA BOLSA CON -- EN EL CORAZÓN DE LA TORMENTA FINANCIERA.

La sala de Tesorería, situada en la tercera planta del edificio Bankia en Madrid, es el departamento donde se negocian los productos financieros dirigidos a grandes clientes. Luminosa, amplia y gris, aquí no hay despachos y todos trabajan codo con codo (por aquello de que los bancos han de ser transparentes y los lugares donde se trabaja, también). “Buenos días, ¿qué tal el fin de semana?”. La que pregunta es Macarena Cubillo, de 43 años, y directora de Distribución de Banca de Empresas en mercado de capitales. Lleva 14 años trabajando en Sala (el lugar donde se negocian los productos financieros al por mayor) y casi 20 en la entidad. Esta madrileña de complexión menuda y trato cercano, está casada y tiene dos hijos de 14 y 13 años. A su lado, se sienta Sofía Vega de Seoane, de 36 años, directora de Sindicaciones. Su traje de chaqueta negro y la seguridad de su voz son su mejor carta de presentación. También está casada y tiene tres hijos menores de 10 años, además de un cuarto en camino, ya que está embarazada. A estas horas el ambiente está relajado y fuera empieza a llover.

Todos los días tiene lugar una reunión donde se analiza rápidamente la situación económica y la previsión de futuro. “Vamos a ver cómo reaccionan los mercados ante los últimos cambios de Gobierno en Europa”, dice Ángel Díaz-Ufano, sub director del departamento de Distribución de Banca de Empresas. Aunque solo un 17% de los puestos directivos en la banca española están ocupados por mujeres, hay datos para el optimismo. Al menos aquí, de los 80 profesionales que trabajan entre la sala de Tesorería y la sala de Capitales de Bankia, el 40% son mujeres. Además, Macarena Cubillos y Sofía Vega de Seoane son un ejemplo de que se puede tener un puesto directivo en finanzas y, además, cultivar una vida familiar. “No es fácil, porque este trabajo exige mucha dedicación, disponibilidad para viajar y a veces horarios imposibles. La clave está en contar con ayuda, ya sea familiar o externa, si no, me volvería loca. Pero esta profesión es así y lo asumí desde el primer día”. “En mi caso –cuenta Sofía–, tengo ayuda en casa que se ocupa de los niños. Mis hijos saben que mamá llega a casa sobre las siete de la tarde y lo ven como algo normal. Es entonces cuando hacemos los deberes, jugamos un rato y nos lanzamos al sprint de baños y cenas”.

9:00 ABRE LA BOLSA.
Los profesionales miran atentos a las pantallas, plagadas de gráficos y números (incomprensibles para el profano) donde hacen el seguimiento de los mercados de renta variable, renta fija, derivados, divisas y monetarios. A las nueve y media, el Ibex 35 –el principal índice de referencia de la Bolsa española, donde cotizan las 35 empresas con más liquidez del país– comienza a subir lentamente y, de repente, el silencio de la sala se esfuma y los teléfonos comienzan a sonar. “Tras la apertura, realizo un informe detallado a mis clientes donde les explico la situación actual y la previsión de la sesión. Después, empiezo a contactar con ellos para ver qué tipo de decisiones quieren tomar y les voy aconsejando. Mi trabajo como operador de mercado consiste en ofrecerles los productos que mejor se adaptan a sus necesidades. Somos intermediarios entre los grandes mercados financieros y los clientes, que en su mayoría son empresas” cuenta Macarena mientras envía un e-mail. En el puesto de al lado, Sofía habla por un teléfono con auriculares. “Perfecto. Adelante”, responde con voz firme. “Mi trabajo consiste en poner en común las condiciones económicas de los créditos que los bancos otorgamos a las grandes empresas. En lugar de hacer varios, uno por entidad, se hace un único préstamo por un mayor importe y con las mismas condiciones. A eso se le llama un préstamo sindicado”.

María Guerrero, de aspecto tímido y sonrisa dulce, lee con atención la portada de un diario. Tiene 31 años, es la más joven del equipo que dirige Macarena y se ocupa de la compra de divisas. “Esta profesión te exige vivir enganchado a la actualidad, porque un cambio de gobierno o el descenso del PIB tienen una repercusión directa en los mercados. Has de estar preparada para responder rápida y eficazmente, porque un error puede hacer perder mucho dinero a tu equipo”. Es lo que se denomina, en la jerga económica “el riesgo de ejecución”. Ángel Díaz-Ufano, con una larga trayectoria en banca, lo explica: “Cuando existe riesgo de ejecución en una operación económica, y el profesional comete un fallo, la entidad pierde mucho dinero. Quizá esta es la parte más ingrata de nuestro oficio, lo que nosotros llamamos “pillarse los dedos”. Hay múltiples factores que no puedes controlar. Y, precisamente, es este riesgo el que te mantiene alerta. Obviamente, no eres un cirujano que por un error pone en peligro la vida de un paciente, pero un fallo puede hacer perder a tu equipo mucho dinero y solo el rodaje y la seguridad en ti mismo te ayudan a sobrellevarlo”.

Que si el Ibex 35 pierde un 0,5%, que si la prima de riesgo española supera los 400 puntos, que si el euro se debilita frente al dólar, que si la rentabilidad de la deuda pública española vuelve a aumentar… Macarena y Sofía afrontan a diario los vaivenes de la Bolsa con carácter, serenidad y coraje. Sin apenas inmutarse, estas dos mujeres de negocios recuerdan algunos de los momentos más complejos por los que ha pasado la economía mundial sin perder la sonrisa. “Es cierto que en esta profesión hay momentos de mucha actividad, pero no vivo tan estresada como se imagina la gente. Son momentos tensos, porque tienes que estar concentrada en el dato que acaban de dar las agencias internacionales y contactar con tu cliente, pero no como han mostrado muchas películas como “Wall Street”, donde los operadores de mercado aparecen dando gritos e histéricos”, confiesa Macarena. “Lo del estrés del operador de mercado es un falso tópico –subraya Sofía–. Tienes situaciones de estrés igual que las puede tener un médico, pero yo no pierdo los nervios. En los últimos meses, las noticias económicas abren los telediarios, ocupan las portadas de los periódicos y protagonizan las tertulias radiofónicas. Aunque prefieren no hacer declaraciones acerca de cómo están viviendo a nivel personal esta crisis económica, sí tienen claro que los profesionales que trabajan en finanzas son el blanco de todas las miradas. “Ahora mismo, los bancos estamos en el punto de mira y parte de la sociedad nos consideran responsables de lo que está pasando en la economía a nivel mundial, pero a mí me parece injusto”, afirma Macarena.

11:00 PAUSA DEL CAFÉ.
Macarena y Sofía aprovechan para tomarse un respiro y disfrutar de un café, pero con la BlackBerry en la mano, por si surge un imprevisto. “Internet ha revolucionado el mundo de la Bolsa. Ahora sabemos lo que pasa en Estados Unidos y en el mercado asiático sin estar pegadas a las pantallas de cotizaciones. Es una herramienta fundamental. Para mí, la BlackBerry es como mi tercer brazo, ya que me agiliza el trabajo y me permite resolver temas en cualquier parte”, afirma Sofía. Macarena cuenta que nunca se propuso dedicarse a esta profesión. “Llegué por casualidad, porque en mi familia no hay nadie que trabaje en este sector. Estudié Empresariales, surgió una oportunidad y aquí llevo 18 años”. En cambio, Sofía sí había soñado con ser agente de cambio: “Siempre me ha apasionado todo lo relacionado con la Bolsa y la banca, porque es un mundo trepidante y todo puede cambiar en cuestión de segundos”.

12:30 REUNIÓN DE TRABAJO.
El equipo se traslada a la planta 12 para llevar a cabo una reunión de trabajo. Con una espectacular vista del Paseo de la Castellana al fondo, debaten acerca de los productos que le pueden ofrecer a un nuevo cliente. Jefas y subordinados abordan las ventajas, los inconvenientes y los riesgos de cada producto financiero. El sonido de un móvil provoca una pausa y la conversación cambia de rumbo. “Es cierto que hace 15 años chocaba ver a una mujer directiva en finanzas, pero nuestra generación está acostumbrada porque en la universidad hay casi tantas chicas como chicos que estudian Económicas o Empresariales”, señala Óscar Bravo, especialista en Préstamos, que trabaja en el departamento dirigido por Sofía. “Además –apunta Sergio Sastre, otro de los “trader”–, a la hora de realizar una operación económica, ellas son más serenas y reflexivas, mientras que a nosotros a veces nos pierde la impulsividad”. “Sí –continúa Alfonso González–, también hay que reconocer que las mujeres han aportado sentimientos a los mercados. El toque humano en muchas ocasiones facilita una operación, y esa cualidad es totalmente femenina”.

14:30 COMIDA.
“Comemos por turnos –señala Sofía–, porque la sala nunca se puede quedarse vacía”. Ya de vuelta, se ocupan de preparar informes y analizar algunos datos. Tras el cierre de la Bolsa española, a las cinco y media, el ritmo decae y aprovechan para adelantar trabajo del día siguiente.

18:30. HORA DE SALIDA.
Ambas mujeres salen disparadas de la oficina con ganas de ver a sus hijos y ejercer de madres. “Cuando llego a casa, me toca hacer “labor de butaca”, como yo lo llamo, que consiste en estar con mis hijos, ayudarles con los deberes y charlar acerca de las clases. En ese momento, me desconecto por completo del trabajo. Después, con ellos acostados, reviso mis correos por si hay algo urgente, los pongo al día y a dormir”, concluye Macarena. Es durante el fin de semana cuando guardan en el armario su traje de mujeres de negocios y sacan su lado más cercano y personal. “El sábado por la mañana es para mi, confiesa Macarena. Mientras mis hijos practican deporte, aprovecho y quedo con mi madre para ver una exposición, dar un paseo y tomar un aperitivo”. “Yo, en cambio –apunta Sofía–, voy a jugar al golf y a veces al padle. El deporte me hace sentirme bien y relajarme. El resto del fin de semana lo paso entre comidas familiares y juegos en casa con mis niños”. Sin embargo, el domingo por la noche, con la proximidad del inicio de una nueva semana, es posible que a estas profesionales de las finanzas les asalte una inquietante cuestión: “Y mañana, ¿cómo despertarán los mercados?”.

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