jueves, 2 de mayo de 2013

REVISTA XL EL TALLER DE RESTAURACIÓN DEL PRADO PROTAGONIZA UNA EXPOSICIÓN BELLEZA CERRADA,./ NO HAY COLOR EN EL AIRE,.

TÍTULO: REVISTA XL EL TALLER DE RESTAURACIÓN DEL PRADO PROTAGONIZA UNA EXPOSICIÓN BELLEZA CERRADA,.

Museo del Prado


Museo del Prado
Vista general Museo del Prado.JPG
Vista general.
Información geográfica
Coordenadas 40°24′50″N 3°41′33″O / 40.41389, -3.6925Coordenadas: 40°24′50″N 3°41′33″O / 40.41389, -3.6925 (mapa)
País Flag of Spain.svg España.
Ciudad Bandera de Madrid.svg Madrid.
Información general
Construcción Proyecto aprobado en 1786 (originalmente para albergar el Real Gabinete de Historia Natural).
Inauguración 19 de noviembre de 1819, 193 años.
Superficie 41.995 .[1]
Director Miguel Zugaza (desde 2002).
Presidente (del Real Patronato) José Pedro Pérez-Llorca (desde 2012).
Conservador (Director adjunto de Conservación e Investigación) Gabriele Finaldi (desde 2002).
Información visitantes
Visitantes/año 2.911.000 (2011).[2]
Dirección Calle Ruiz de Alarcón, 23 (Retiro).
Metro Atocha MiniLogoMetroMadrid.png Madrid-MetroLinea1.svg
Banco de España MiniLogoMetroMadrid.pngMadrid-MetroLinea2.svg
Sitio web Sitio web oficial del Museo.
Otros datos de interés Bien de Interés Cultural
9 de marzo de 1962
RI-51-0001374
Las puertas de Goya (alta y baja) del Museo.[nota 1]
Estatua de Murillo frente a la puerta homónima (entrada sur).
Claustro de los Jerónimos, en la ampliación.
Medallón representando a Velázquez, en la fachada del Museo.
El Museo Nacional del Prado, en Madrid, España, es uno de los más importantes del mundo,[3] [4] así como uno de los más visitados (el undécimo en 2010).[5]
Singularmente rico en cuadros de maestros europeos de los siglos XVI al XIX, su principal atractivo radica en la amplia presencia de Velázquez, El Greco, Goya (el artista más extensamente representado en la colección),[6] Tiziano, Rubens y El Bosco, de los que posee las mejores y más extensas colecciones que existen a nivel mundial,[7] [8] a lo que hay que sumar destacados conjuntos de autores tan importantes como Murillo, Ribera, Zurbarán, Rafael, Veronese, Tintoretto o Van Dyck, por citar solo algunos de los más relevantes.
Por crónicas limitaciones de espacio, el museo exhibía una selección de obras de máxima calidad (unas 900), por lo que era definido como «la mayor concentración de obras maestras por metro cuadrado». Con la ampliación de Rafael Moneo, se previó que la selección expuesta crecería en un 50%, con unas 450 obras más.[9] En julio de 2011, muy avanzada la reorganización de las salas, la exhibición permanente ha sumado unas 300 obras, por lo que el total expuesto llega a 1.150, de un inventario de más de 8.600.[10] Además de las pinturas, el Prado posee alrededor de 950 esculturas, 6.400 dibujos, 2.400 grabados, 800 objetos de artes decorativas, 900 monedas y 800 medallas.[11]
Al igual que otros grandes museos europeos, como el Louvre de París y los Uffizi de Florencia, el Prado debe su origen a la afición coleccionista de las dinastías gobernantes a lo largo de varios siglos. Refleja los gustos personales de los reyes españoles y su red de alianzas y sus enemistades políticas, por lo que es una colección asimétrica, insuperable en determinados artistas y estilos, y limitada en otros. Sólo desde el siglo XX se procura, con resultados desiguales, solventar las ausencias más notorias.
El Prado no es un museo enciclopédico al estilo del Museo del Louvre, el Hermitage, la National Gallery de Londres, o incluso (a una escala mucho más reducida) el vecino Museo Thyssen-Bornemisza, que tienen obras de prácticamente todas las escuelas y épocas. Por el contrario, es una colección intensa y distinguida, formada esencialmente por unos pocos reyes aficionados al arte, donde muchas obras fueron creadas por encargo. El núcleo procedente de la Colección Real se ha ido complementando con aportaciones posteriores, que apenas han desdibujado su perfil inicial. Muchos expertos la consideran una colección «de pintores admirados por pintores», enseñanza inagotable para nuevas generaciones de artistas, desde Manet, Renoir y Toulouse-Lautrec, que visitaron el museo en el siglo XIX, hasta Picasso, Matisse, Dalí, Francis Bacon y Antonio Saura, quien decía: «Este museo no es el más extenso, pero sí el más intenso».[12]
Las escuelas pictóricas de España, Flandes e Italia (sobre todo Venecia) ostentan el protagonismo en el Prado, seguidas por el fondo francés, más limitado si bien incluye buenos ejemplos de Nicolas Poussin y Claudio de Lorena. La pintura alemana cuenta con un repertorio discontinuo, con cuatro obras de Durero y múltiples retratos de Mengs como principales tesoros. Junto al breve repertorio de pintura británica, circunscrito casi al género del retrato, hay que mencionar la pintura holandesa, una sección no demasiado amplia pero que incluye a Rembrandt.
Aunque sean aspectos menos conocidos, el museo cuenta también con una importante sección de Artes decorativas (Tesoro del Delfín) y con una destacada colección de esculturas greco-romanas.
Junto con el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía, el Museo Nacional del Prado forma el Triángulo del Arte, meca de numerosos turistas de todo el mundo. Esta área se enriquece con otras instituciones cercanas: el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional de Artes Decorativas, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y otros pequeños museos.,etc,.

 TÍTULO:  NO HAY COLOR EN EL AIRE,.


 NO HAY COLOR EN EL AIRE,

Heraldo de Aragon
  1. No hay color en el aire

    Labios de fresa sabor de amor. Pulpa de la fruta de la pasión. Ya lo decía claramente Danza Invisible en aquella canción de los años 80.
     
    'Labios de fresa sabor de amor. Pulpa de la fruta de la pasión'. Ya lo decía claramente Danza Invisible en aquella canción de los años 80. Toda una advertencia. Una llamada de atención a la lujuria, al beso y a lo que viene después. Porque los labios de una mujer siempre han sido muy sugerentes. Objeto del deseo de muchos caballeros. Eso ocurre siempre, hasta que alguna se propone destrozárselos inyectándose sustancias para hacerlos más carnosos o darles volumen, pero acaba convirtiéndolos en bolsas amorfas que solo afean su sonrisa.
    Esto último es lo que debería estar prohibido o, por lo menos, no aconsejado y no lo que está ocurriendo en Turquía. Allí la sociedad laica, que no es minoritaria, está horrorizada con lo que ha hecho su compañía aérea de bandera. Turkish Airlines ha prohibido a sus azafatas el uso de lápices de labios de colores fuertes, tales como el rojo o el rosado.
    Cuán grande error comenten los responsables de la aerolínea, en lo que se teme que sea un nuevo movimiento del gobierno islámico-conservador de Recep Tayyip Erdogan, que busca islamizar poco a poco la sociedad del país. De entrada, la medida ya ha sido contestada por las mujeres turcas. Jóvenes y mayores han comenzado a colgar en las redes sociales y páginas de internet fotografías en las que aparecen con los labios pintados del rojo más pasión posible que han encontrado. Aquel que utilizaban las odaliscas, aprendices de concubinas, del imperio otomano para agradar al sultán.
    La vida de una azafata no es sencilla. Solo quien tiene una amiga que trabaja como tripulación de vuelo sabe los horarios que cumplen estas mujeres, levantándose a horas intempestivas o acostándose a media mañana tras una madrugada de turbulencias, pasajeros impertinentes o problemas en la aduana. Sonríen y te tratan como un señor, les duela lo que les duela, dejando todos los problemas personales a un lado y, además, tienen que dar la mejor imagen posible como mujer.
    La compañía aérea turca justifica su decisión en que «un maquillaje simple, en tonos pasteles es preferible para las personas que trabajan en el sector de los servicios». ¿Por qué no en blanco? Y es que esta compañía aérea ya no sirve alcohol -prohibido por el islam- abordo en los vuelos domésticos.
    El pintalabios se inventó hace 5.000 años, cerca de Turquía, en Mesopotamia. Se extendió hacia oriente y occidente. Hacia el norte y el sur. Este cosmético empezó fabricándose con piedras semipreciosas pulverizadas y luego con los propios colores que se encontraban en los minerales, los animales y los vegetales. Toda una moda que unió a reinas y esclavas.

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