
El
13 de mayo de 1993, el Gobierno español se veía obligado a devaluar la peseta
un 8%. El por entonces Ministro de Economía, el socialista (no se rían, que pudo ser peor)
Carlos Solchaga atribuía la decisión, la tercera de este mismo cariz
tomada desde septiembre del año anterior, a la incertidumbre política, sin
duda, acrecentada por unas recientes declaraciones del por entonces líder de la
oposición,
José María Aznar. El candidato del
PP había pedido una bajada
inmediata del tipo de interés, que por entonces rondaba el 13%. Según fuentes
de la City londinense, estas palabras de
Aznar advertían sobre su intención de
suavizar la política monetaria española en caso de ganar las próximas elecciones, lo que
empujó a los cambistas a subir un poco más su apuesta por la devaluación. Esa
misma mañana se habían conocido los nuevos datos del paro. El número de
desempleados en el país había aumentado en 250.000 durante el primer trimestre
del año, situando la cifra total en 3,3 millones. A pesar de la recesión
(España cerraría el año con un crecimiento negativo del 1,03%), la inflación no daba tregua. Y es que ese mismo
jueves negro también se conocían los datos del IPC, que subía un 0,4%, situando
la tasa interanual en el 4,6%, muy por encima de las previsiones del Gobierno y
de lo sostenible para una población que vería acabar el año con una tasa de
paro del 23,9% y la aprobación de la Ley Financiera, que, entre otras cosas,
bajaba la prestación mínima para parados sin hijos del 100% del salario mínimo
al 75%. Dos meses después de este jueves negro, un dúo sevillano llamado
Los
del Río editaba un tema titulado
La Macarena. La semilla de
la recuperación
económica del país acababa de sembrarse.
Durante
los dos siguientes años, como España, la canción se mantuvo en estado de
letargo. En 1994, el paro alcanzaba al 24,1% de la población activa española,
pero aquel verano el tema que la leyenda cuenta que se gestó en Venezuela,
durante una fiesta organizada por un empresario local a la que asistieron
Los
del Río y durante la cual quedaron prendados de la destreza de la bailaora
Diana Patricia Cubillán Herrera, fue un éxito en nuestras costas. Se convirtió en la
canción del verano, y el sello BMG decidió promocionarla internacionalmente
(ay, si no fuera por las exportaciones). A finales de 1995, la canción era ya
un fenómeno global. “Es muy pegadiza y, además, es cool”, declaraba al
Miami
Journal, Gordon Kushnick, propietario de un club en el estado de Wasghington (no
acabamos de entender la relevancia del tipo en la historia, pero sus palabras
nos han gustado y por eso las preproducimos). Aida Levitan, organizadora de la
Feria de Sevilla en
Cayo Vizcaíno, Florida, que ese mismo año había convocado a
10.000 personas que bailaron al unísono el tema, explicaba su éxito de esta
forma tan científica (supera eso,
Simon Reynolds): “Tiene un elemento infantil
y saltitos”.
TÍTULO: Vera Jordanova apoya a Finlandia
Vera Jordanova es una modelo y actriz nacida en Finlandia, de
origen búlgaro. Ahora vive en Los Ángeles y le encanta recorrerse las
costas de California para practicar surf. Hoy estará pendiente de lo que
haga Finlandia.
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