Rajoy asegura que no le preocupan los recursos ante el Constitucional de Andalucía, Cataluña y el País Vasco.
Mariano Rajoy y el primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho, han demostrado que comparten la doctrina de la austeridad que con tanta fe promulga la canciller alemana, Angela Merkel. Ambos mandatarios antepusieron ayer la necesidad de reducir el déficit público y estabilizar la deuda de sus respectivos estados como paso previo e irrenunciable a cualquier política de crecimiento. «El debate sobre el déficit no está en cómo relajar las exigencias, sino en cómo cumplir los compromisos», recalcó Rajoy en la clausura de la XV Cumbre Bilateral Luso-Española, celebrada en Oporto.
Durante este encuentro de alto nivel, en el que participaron ocho ministros por cada país, el jefe del Ejecutivo puso en valor todas las reformas estructurales y los duros ajustes que tanto él como Passos Coelho han ejecutado en los últimos meses. Fuentes del Gobierno apostillaron la «satisfacción» que ha supuesto para Rajoy el «alto apoyo popular» que mantiene pese a las subidas de impuestos y recortes que ha tenido que poner en práctica en Sanidad o Educación. Se referían, en concreto, a los once puntos que el PP mantendría de ventaja sobre el PSOE, según el último sondeo del CIS.
A su juicio, perder cuatro puntos de respaldo en cuatro meses podría ser preocupante en una legislatura con una coyuntura económica normal, pero es asumible tras los sacrificios que se han pedido a los españoles en este intenso primer tramo de mandato. Lo que sí sorprende, adujeron, es que pese a todo el PSOE solo haya logrado recortarles un punto.
Rajoy aseveró también que «no le preocupa en absoluto» la decisión de Andalucía, Cataluña y el País Vasco de presentar ante el Tribunal Constitucional recursos contra el tijeretazo de 10.000 millones de euros en Educación y Sanidad. Lo importante, dijo, es que estas tres comunidades hayan confirmado que cumplirán con la reducción del déficit «aunque sea por imperativo legal». Reiteró así su convicción de que todos los gobiernos regionales son conscientes «de la gravedad de la situación» y comentó que puede entender que Cataluña adopte este tipo de decisiones porque sienta que se amenaza a sus competencias aunque dijo desconocer qué podría llevar a Andalucía y País Vasco a plantear dudas sobre la constitucionalidad de estas medidas.
Foto- Rajoy, junto Passos Coelho, primer ministro luso.
TÍTULO: GRECIA SE HUNDE SIN SOLUCIÓN:
Abocada a nuevas elecciones, espera rebajar la presión de la UE pero Berlín dice que nadie les obliga a estar en el euro.
Grecia no se le ve solución y solo queda esperar el momento de la verdad. Es una guerra de nervios entre Atenas y la Unión Europea, léase Alemania, en la que, o alguien cede, o la quiebra y la salida de Atenas del euro es el final más probable. Como en una carrera de coches hasta un precipicio, solo hay que esperar a ver a quién le entra antes el miedo. Ya no se trata de otra catarsis más del culebrón griego que se resuelve in extremis, porque las históricas elecciones del domingo en Grecia han volcado el cuadro político y han reflejado un rechazo masivo a las políticas de austeridad.
En medio del caos que impide formar un Gobierno y obligará probablemente a repetir los comicios dentro de un mes, todas las fuerzas políticas griegas pretenden, como mínimo, renegociar y aligerar los duros planes de recortes aceptados a cambio del dinero de rescate. Y los partidos radicales quieren romper lo firmado. Sin embargo, desde la UE y Alemania se responde como un profesor severo a un niño viciado. Si no se cumplen los pactos, no hay dinero. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Shäuble, ayer fue tajante: «Si los griegos no quieren quedarse en la eurozona, no podemos obligarlos, depende de ellos». Aseguró que «no hay plan B».
En el fondo, casi se trata del choque cultural de dos mentalidades opuestas. El órdago alemán es claro, en blanco y negro, tomar o dejar, y esperan que Grecia recapacite porque si no la quiebra sería peor. Sin embargo muchos griegos paracen pensar que ya no tienen nada que perder, tras dos años de brutales recortes y subidas de impuestos. Solo un 32% de los votantes apoyó el domingo a los dos partidos tradicionales que defienden los planes de rescate, y se han hundido por ello, el conservador Nueva Democracia (ND) y el socialista PASOK. La mayoría han elegido partidos extremistas que se niegan a cumplir los acuerdos. Alexis Tsipras, el líder de Syriza, formación de la izquierda radical y revelación de los comicios como segunda fuerza política, escribió ayer una carta a las autoridades comunitarias y del Banco Central Europeo (BCE) en la que esgrime ese dato para plantear que los acuerdos ya no pueden aplicarse.
Tsipras, de 37 años, siguió ayer explotando su turno de consultas para formar Gobierno, tras el fracaso del primer partido, ND, y agotará mañana sus tres días de plazo. No le salen los números, pero aprovecha este momento de gloria para exhibirse como líder y negociar con otras formaciones de izquierda que han quedado fuera del Parlamento, pensando ya en las nuevas elecciones. Luego le tocará al Pasok, que tendrá otros tres días, y seguirá un intento de Gobierno de unidad nacional del jefe de Estado. Pero, salvo sorpresa, habrá que ir a las urnas. Se habla del 17 de junio.
Voto contradictorio
Pero hay algo más. Las encuestas y el voto también dicen que los griegos, al mismo tiempo que rechazan los planes de austeridad, desean seguir en el euro, pues solo el partido comunista (KKE) apuesta por dejar la moneda única y no ha crecido. En teoría ambas cosas no son posibles y es un voto contradictorio, equívoco, reflejo de la mentalidad griega. La línea política imperante es precisamente esa, una vía intermedia y flexible. También ND y Pasok, que defienden los planes de austeridad, quieren renegociar las condiciones, alargando los plazos y con nuevas ayudas.
En Alemania les debe de dar un cortocircuito mental solo de pensarlo, querer todo a la vez y olvidar lo firmado hace nada. Sin embargo, en Atenas se calcula que la UE hará cualquier cosa para salvar a Grecia antes de permitir poner en riesgo el euro y abrir un terremoto de efectos imprevisibles. Y otro dato: el 73% de la deuda helena, 194.000 millones, está en manos de quienes hasta ahora han sido sus salvadores, el Fondo Monetario Internacional, el BCE y varios países europeos. También pagarían el pato. «Si decimos que no a todo, saldremos del euro», advirtió ayer preocupado Gikas Hardouvelis, asesor económico del primer ministro saliente, el técnico Lucas Papademos.
«Tenemos opciones de negociar, pero no debemos exagerar y pensar que algo va a cambiar en Europa solo porque la gente ha gritado 'no', son ellos quienes tienen el dinero». Si hay elecciones, espera un mes de altísima tensión. La solución, si la hay, tendrá que ser rápida. En junio a Atenas le toca devolver 450 millones de préstamos y debería aprobar nuevos recortes ya pactados por 11.500 millones. Sin la ayuda exterior no podrá pagar sueldos ni pensiones.
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