FÚTBOL
El embrollo de Cristiano Ronaldo
«Cristiano Ronaldo no tiene precio». Consciente de que el
nuevo proyecto del Real Madrid pasa, por encima de Carlo Ancelotti y
Gareth Bale, por la continuidad de uno de los dos mejores futbolistas
del mundo, Florentino Pérez está decidido a no ahorrar esfuerzos ni
dinero en la renovación de Cristiano. Horas después de que desde
Portugal el diario A Bola asegurase que la ampliación de contrato del
crack luso está muy complicada, la Cadena Cope ha adelantado que ya
existe un «principio de acuerdo» entre el Real Madrid y Cristiano para
garantizar que 'CR7' defienda la camiseta blanca tres años más, hasta
2018.
La relación de Cristiano con el Madrid vence en 2015, pero
Florentino le considera fundamental para la conquista de la 'décima' y
está dispuesto a ofrecerle 15 o 16 millones de euros limpios por
temporada, con lo que se convertiría en el segundo jugador mejor pagado
del planeta, solo por detrás de Samuel Eto'o (20 millones en el Anzhi), y
por delante de Zlatan Ibrahimovic (14,5 en el PSG) y de Falcao (14 en
el Mónaco).
El París Saint-Germain tienta a Cristiano con un sueldo de
17 o 18 millones de euros netos anuales y una espectacular prima de
fichaje de hasta 50 millones para el futbolista si el goleador se marcha
al club de los jeques cataríes dentro de dos años, pero el Real Madrid,
nueve meses después de su proclamada «tristeza», a través de su
reciente filtración ya da prácticamente por hecha la prolongación y
mejora de su contrato.
Florentino no concibe a día de hoy un Real Madrid sin
Cristiano, pero deberá aumentar de forma considerable su salario, a
cambio de no concederle un porcentaje mayor de sus derechos de imagen,
ahora al 50%. El astro de Madeira siempre ha deseado poseer el cien por
cien de sus derechos de imagen, pero, en estos momentos es política
irrenunciable de empresa del Real Madrid repartirlos a medias con sus
estrellas, por lo que el club blanco está decidido a incrementar su
ficha, ya desde la próxima campaña, y asegurarle una vinculación al
menos hasta los 33 años.
La amenaza es el PSG, que promete a Cristiano no solo un
sueldo superior al de la casa blanca, sino la totalidad de sus derechos
publicitarios, pero después de las preocupantes noticias surgidas desde
el país de origen del segundo máximo artillero de la Liga, el Real
Madrid desea tranquilizar a sus aficionados, convencido de que ahora sí
está dando los pasos adecuados.
Durante la pretemporada Cristiano le dijo a Florentino que
se quería marchar, sin dar más explicaciones, pero la tensa relación
entre ambos se ha suavizado recientemente, después de que el presidente
haya puesto sobre la mesa su oferta y se haya encargado de dejar claro
que no vendería a su jugador franquicia «ni por 1.000 millones (su
cláusula de rescisión)».
El gran fichaje de los 94 millones de hace cuatro años no
se ha sentido valorado en el Real Madrid ni querido en el vestuario, y
esos fueron dos de los motivos, que no los únicos, que le llevaron a
reconocer públicamente que estaba «triste» y pedirle a Florentino que le
abriese la puerta de salida. A Cristiano, que tanto ha dado al Madrid,
deportiva y económicamente, le dolió que no llegase un gesto del club,
después de que el Manchester United le renovase su contrato hasta en
cinco ocasiones en seis años. Sin embargo, Florentino estaba obligado a
acercar posturas en esta recta final de temporada y se ha propuesto
cerrar cuando antes la ansiada renovación.
Ya sin José Mourinho, su continuidad también debe ser
bastante más fácil, porque Cristiano tampoco soportaba ya al nuevo
técnico del Chelsea, que ha manifestado que solo tuvo «un único
problema» con él, «desde el punto de vista táctico». «A lo mejor
Cristiano se cree que lo sabe todo», ha lanzado Mourinho.
TÍTULO: MORANTE DE LA PUEBLA, OTRA VEZ PROTAGONISTA DE UNA AZARODA TARDE,.
Qué.es
La parte mayor de la historia sucedió en torno a Morante.
Por Morante se colgó el 'no hay billetes' y suyo era el ambiente.
Tirios, troyanos, güelfos y gibelinos, idólatras y algún impensado
iconoclasta. Los del cinco, los del siete, los del nueve y los del diez.
Estaba todo el mundo. Hasta los invitados de aluvión, que en la corrida
de la Beneficencia son unos cuantos. Protagonista indiscutible, diana
de todas las miradas y comentarios con solo hacerse presente, justificó
de sobra tanta atención, pero no al gusto de todos.
El primero de los dos toros de Valdefresno que mató echó
las manos por delante -Morante lo fijó de salida con sutiles lances-, se
vació en un primer puyazo cobrado sin empujar, se salió suelto de un
segundo trasero y, frío de principio a fin, se resolvió en la muleta
rebotándose, protestando y apoyándose en las manos. Ni celo ni entrega
ni ganas. Morante faenó con manifiesto asiento y, visto el aire del
toro, tomó la feliz decisión de abreviar. Los muletazos de pitón a pitón
con que desengañó al toro antes de cuadrarlo fueron del repertorio
propio: toreo de castigo pero de pura plástica. A paso de banderillas,
un pinchazo y media ladeada y caída. Protestaron las visitas. No los
habituales.
Antes de llegarse al segundo turno de Morante, la fiesta se
había envenenado. Venía cruzada antes de empezar: solo cuatro toros de
Valdefresno pasaron los reconocimientos -rarísimo en una ganadería de
impecable trapío y limpio expediente- y se completó corrida con dos de
Victoriano del Río, jugados de primero y último. El primero de
Victoriano sacó mucho carbón y buen galope de salida. Romaneó en la
primera vara -puyazo caído y delantero de Antonio Montoliu, el primero
de una tarde en general desdichada de los piqueros- y salió de ella
claudicando. Como fue toro codicioso, las claudicaciones fueron
múltiples. Padilla, jaleado en el saludo de capote en línea, no se
decidió a bajarle la mano ni llegó tampoco a acoplarse. Le perdió pasos,
se empeñó en faena larguísima y plana, y, al fin, el brazo por delante,
un pinchazo y una estocada quedándose en la cara.
El turno de Castella encendió la mecha de una gresca de
fondo que iba a ser telón de fondo del espectáculo. Abierto de cuerna
pero muy bien hecho, el toro se acalambró tras solo la primera carrera y
aunque no llegó a perder las manos la gente lo tomó por inválido y
desesperó encrespada cuando el palco se enrocó y lo aguantó. El toro se
estiró con fogoso estilo y Castella pareció capaz de asentarlo, pero se
impuso a todo la borrasca de fondo. Palmas de tango, un coro de oles de
chufla, cara de circunstancias del torero de Beziers, media trasera, un
aviso.
El cuarto fue picado a voleo, por libre y donde fuera. Con
aire manso, metió la cara bien, se abrió y soltó mucho, pero fue, dentro
de ese estilo tan de su encaste, toro manejable. Padilla anduvo
nervioso, se avino mal, se sintió inseguro, se puso demasiado por fuera
-huecos exageradamente abiertos- y acabó cogido y volteado. Se atascó
con la espada. Dos pinchazos, media, el toro se levantó con la puntilla
prendida, dos avisos, un descabello.
Así la cosa, Morante se sentó en el estribo antes de asomar
un lindo quinto negro que iba a deparar los mejores momentos de la
tarde. Belleza y fuerza, sin embargo, fueron la cara y la cruz de ese
toro que Morante recibió con un ramillete de despaciosas, mecidas y
encajadas verónicas. A su reclamo volaron desde un tendido de sol dos
sombreros de los que se arrojan a los toreros buenos en pleitesía. Con
una floreada media que pareció un recorte entregó Morante el toro al
caballo de pica. Luego del saludo, y tras la primera vara, volvió
Morante en otro terreno y quiso repetir suerte. Antes de entrar en
jurisdicción se le paró el toro dos veces.
Lo que no pudo el toro lo puso Morante. Tres lances de
escándalo: bellísimos, compás perfecto. Pero entonces germinó una
protesta que iba a acompañar lo demás. Los que protestaban la poca
fuerza del toro, que las tenía justas, negaban el valor del arte de
Morante o eso pretendían. Se cruzaron insultos entre espectadores de
tendidos vecinos. No se llegó a las manos.
Mientras el toro aguantó, Morante hizo no pocas magias: una
madeja de siete de entrada, primorosos los siete, con una trincherilla
singular; una de cuatro en redondo rematada con un ayudado; compuesta
espera cuando el toro se negó a llegar del todo antes de pararse. Unos
muletazos a dos manos para dejarlo cuadrado en los medios, donde no
pensaba, por cierto, Morante entrar a matar. Un gran jaleo. Se cansó de
pinchar. Cinco veces. Un aviso. Suculenta división.
Castella hizo generoso despliegue con el sexto pero el toro
punteaba, protestaba, llevaba la cara arriba, no se enceló nunca en
serio, se llegó a sacudir el engaño. No estaba el horno para bollos.
Media tendida, otro aviso, un descabello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario