domingo, 5 de mayo de 2013

EL BLOC DEL CARTERO SE HABLA DE Paula Varona: Una pintora que viste Madrid de la magia de lo .../ CARTA DE LA SEMANA, EXCELENCIA POR UN TUBO,.

TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO SE HABLA DE Paula Varona: Una pintora que viste Madrid de la magia de lo ...

 – Paula Varona: Una pintora que viste Madrid de la magia de lo ... Dos son los temas preferidos en su pintura: los paisajes urbanos y el mar.
 

Paula Varona: Una pintora que viste Madrid de la magia de lo cotidiano

"Es una dama prerrafaelita, pero su pintura no sigue los postulados teóricos de Ruskin". Así la ha definido ese poeta y ensayista español que es Luis Alberto de Cuenca, pero a ella, a Paula Varona, se la podría definir también como la 'reina de Madrid', al menos en su pintura. Esta malagueña, que parece venir de una tradición pictórica que enlaza con el impresionismo -pero desde la realidad fotográfica-, ha hecho de la creación pictórica una vía de emprendimiento difícilmente mensurable. En realidad, Paula ha hecho del arte, más que una forma estética, que desde luego que sí, un estilo de vida y una línea de industria.
 

Paula Varona (Málaga, 1963), galardonada recientemente con la Medalla de Honor en el Premio de Pintura BMW, ha presentado este año en la Casa de Vacas del Parque del Buen Retiro una colección de pintura inspirada en las calles de Madrid, haciendo un recorrido por los lugares más emblemáticos y principales de la capital.         

Para los que aún no la conocen habría que decir inicialmente que Paula no es nueva ni en esta plaza madrileña ni en el mundo del arte. Malagueña de nacimiento, vivió entre Tarifa y San Fernando, en Cádiz, pero a los dieciséis años se marchó a Londres e inició un periplo artístico que la ha conducido a la categoría que hoy tiene. Pasó por la Foundation Course de la Heatherly School of Art, primero, y luego por el Art Degree en Byam Shaw School of Art, Saint Martins School of Art hasta 1988.
         
Paula viajó por Japón y por Estados Unidos, hasta su regreso a España, en 1989, estableciéndome definitivamente en Madrid. Dos son los temas preferidos en su pintura: los paisajes urbanos y el mar. Pero es en las ciudades donde Paula desarrolla todo su arte plástico: "Me gustan las ciudades", dice, "son la máxima expresión del plasticismo humano, están llenas de ideas, sensaciones, juego de proporciones, contrastes, leyes ocultas, claves secretas. He pintado Lisboa, La Habana, Nueva York, Barcelona, y, mucho, mucho, Madrid". De ahí el sobrenombre de 'la reina de Madrid'.
         
En la capital española viene exponiendo de forma más o menos continua desde que en 1992 lo hiciera en la Galería 24, dentro de la exposición colectiva Museo de la Ciudad. La última vez que había expuesto en Madrid fue en 2010, también en la Casa de Vacas del Retiro, pero medio mundo ha podido contemplar sus exposiciones: por ejemplo, ha estado en la PBC Art Gallery, Nueva Delhi, India (2008); en Marina de Lagos, Lagos, Portugal (1999); en Lisboa (1998); en The Mall Gallery, Londres (1996), o en la Christopher Hull Gallery, Londres (1988).

Paula y la "magia de lo cotidiano"


         
Paula cuenta con obras en fundaciones españolas y extranjeras, como la Fundación BBVA, Fundación Caja Madrid, Fundación Vodafone... en museos y en numerosas colecciones privadas. Y recientemente ha sido galardonada con la Medalla de Honor en el Premio de Pintura BMW.
         
Es difícil que un pintor, o artista en general, pueda desarrollar hoy en día una línea de emprendimiento que pueda considerarse como tal y que sea rentable. Pero Paula lo ha conseguido, y la mejor presentación de su obra la ha escrito, sin duda, ese filólogo, poeta, traductor, ensayista e investigador español que es Luis Alberto de Cuenca, cuyo comentario, "La magia de lo cotidiano", es suficientemente ilustrativo:
         
"Paula Varona es una dama prerrafaelita, pero su pintura no sigue los postulados teóricos de Ruskin. Ella viene de otra tradición, que emana del impresionismo y que, bajo la especie de una presunta fidelidad a la realidad fotográfica, tiene mucho de onírico. Paula opta por los brillos y las luces en detrimento de las sombras, que pierden la batalla en sus arquitecturas urbanas. Paula consigue que Madrid resplandezca en sus pinturas, todas ellas dotadas de una gran expresividad y de una delicada elegancia escenográfica, tal vez porque la artista mira siempre hacia arriba -terrazas, cúpulas, tejados, estatuas que coronan los edificios-, y el impulso ascensional que ejerce su mirada obtiene a cambio resultados alegres y luminosos.

Paula nos regala en esta nueva exposición una serie de cuadros con un cromatismo más sereno que en otras ocasiones, jugando con los grises, con los blancos, con los colores suaves y pasteles, en un camino hacia la sencillez que incluye ahora, como novedad, más atención a la figura humana, integrada, eso sí, de forma armónica en el paisaje urbano. Creando nuevas perspectivas, imaginando puntos de vista sorprendentes, la gran pintora clásica que es Paula sigue impartiendo clases en sus lienzos de fresca, positiva y feliz modernidad, tan lejos de la mera fotografía como de la aburrida deconstrucción artística, inmersa en el misterio de lo real, en la magia que brota de lo cotidiano".
 
TÍTULO: CARTA DE LA SEMANA, EXCELENCIA POR UN TUBO,.

 Excelencia por un tubo -
Salir de paseo por Zaragoza implica necesariamente dejarse caer por el Tubo, ese laberinto de calles nacido para la caña, la tapa, el vino y ...
 

Excelencia por un tubo

Salir de paseo por Zaragoza implica necesariamente dejarse caer por el Tubo, ese laberinto de calles nacido para la caña, la tapa, el vino y las bravas. Calles estrechas llenas de vasos y platos, de olores y sabores, de idas y venidas de propios y extraños. Entramado de callejones en los que la memoria de las comidas breves de diversas épocas sobrevuela la densa y vaporosa atmósfera del vino aragonés, el que pasa por Calatayud, por Borja, por Cariñena o por Somontano. Hay varios 'Tubos' en España, y todos sobreviven a sí mismos: sobrevive la calle Laurel en Logroño, sobrevive la parte vieja en San Sebastián y sobrevive el Barrio Húmedo en León, ejemplo de que, cuando a la ciudadanía le da por mantener un modo de vida, esta consigue imponerse a los sacrosantos intereses urbanísticos o a los designios municipales. El Tubo debería estudiarse en los colegios, y alguno de sus portales y locales deberían ser objeto de referencia cultural para grandes y pequeños, como se estudia a Gaudí o se reverencia cualquier barrio gótico. Como todos los cosos, el Tubo ha pasado por cimas y hondonadas, dejado de la mano de Dios o aupado a las cumbres más soleadas. Ahora anda en las segundas, sin que haya más mugre que la preceptiva para que parezca verdad y sin que la decadencia marque sus horas en las paredes de cada callejuela. Hubo un tiempo en el que pasear por las calles que parten de plaza España y que transitan por el Coso, Libertad, Mártires y compañía suponía una aventura por un zoco medianamente nauseabundo. Hoy, sin ser un paseo por el diseño artificial y mentirosillo de algunos barrios artificiales, es un pequeño placer higiénico. O, al menos, mucho más higiénico que hace años. Y animado a cualquier hora.
Con mi amigo José Luis Campos, embajador de Calamocha en el mundo e impulsor de las garnachas de Cariñena, probamos la consistencia de algunas barras del Tubo en una sabrosa tournée de la que aún guardo sabores en el retrogusto de la memoria. Estaba cerrado mi templo de las patatas bravas, el mítico Texas, que resiste impenitente al paso del tiempo, ya que los hacendosos propietarios ambos con una edad abren cuando les apetece: un letrero impreciso que rezaba «cerrado por unos días» desalentó mis pasos, pero sobreviví gracias a las que preparan en Albarracín (fuera del barrio) y las que confecciona el gran y afectuoso Hermógenes, autor de unos siempre apetitosos calamares con los que amortiguar la caída del vino sobre el manto del estómago. En Almau me pudo la grandeza de su anchoa y en Pascualillo volví a recurrir a sus 'cigalas' de la huerta, que son los más sabrosos ajetes a la plancha de Occidente. La cumbre, no obstante, anduvo en dos lugares a los que hay que dedicar capítulo aparte, a los que hay que volver hasta completar todo menú posible: Lac y La Kupela.
Casa Lac presume de ser el restaurante más antiguo de España y puede serlo, ya que reinaba Fernando VII cuando lo fundó una familia francesa. Es el reino de la verdura y exhibe una carta imprescindible para los que amen el pimiento de cristal, el espárrago al horno, el puerro a la plancha, la alcachofa frita o el bacalao al ajoarriero. No me dio tiempo a probar más, pero fue suficiente para saber que es un templo verde a la altura de su central tudelana y de su prolongación en Madrid. Las anchoas en salmuera de La Kupela cubrieron todas las expectativas posibles, junto a unos perrechicos y boletus con yema de huevo. Si les queda sitio para zamparse una chuleta roja como la bandera de China, háganlo en esta casa.
Excelencia por un Tubo. Paseo por Zaragoza. Optar por cenar en La Bastilla, más sofisticado, o comer en El Churrasco, más tradicional, complementan un fin de semana apetecible en una ciudad interesante y acogedora. Sople o no el cierzo por todo el valle del Ebro.

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