miércoles, 10 de abril de 2013

muere jose luis sampedro,./ MARÍA RUIZ CAMPINS PINTA LA MÚSICA,.

TÍTULO:  muere jose luis sampedro,.

Muere el escritor y economista José Luis Sampedro-foto.

El humanista, símbolo del compromiso intelectual y ciudadano y referente del movimiento indignado, fallece a los 96 años en su casa de ..

De la asamblea del 15-M de Chamberí (su barrio madrileño), al Ministerio de Cultura (que en 2011 le concedió el Premio Nacional de las Letras); de los vecinos anónimos de Mijas (donde pasaba parte del invierno) a sus ilustres colegas de la Real Academia Española (que en 1991 le vieron ocupar el sillón F), pocas veces un intelectual español habrá sido tan llorado en sitios tan distintos como José Luis Sampedro. Novelista y economista, referente para los críticos del capitalismo salvaje y profesor de varios ex ministros de Hacienda, el autor de Octubre, octubre y Realidad económica y análisis estructuralmurió en su casa de Madrid el domingo pasado, pero la noticia solo se ha conocido hoy, cuando sus restos ya habían sido incinerados.
Sampedro tenía 96 años y ninguna gana de protagonizar “el circo mediático en torno a la muerte de los famosos”, según explicó Olga Lucas, su viuda y colaboradora en los últimos años y en los últimos libros —de Escribir es vivir a Cuarteto para un solista, su despedida de la ficción, publicada en 2011—, la mujer que, decía el escritor, hizo que su moribundez fuera “muy satisfactoria”. “Nos dijo que quería beberse un Campari”, contó Lucas sobre los últimos momentos del escritor, “así que le hicimos un granizado de Campari. Me miró y me dijo: ‘Ahora empiezo a sentirme mejor. Muchas gracias a todos’. Se durmió y al cabo de un rato se murió”.
En 1991, durante su discurso de ingreso en la RAE, José Luis Sampedro afirmó que su dios era Jano —“el de un rostro a cada lado”—, y su vida tuvo siempre más de una cara. Nacido en Barcelona el 1 de febrero de 1917, el escritor vivió hasta los 13 años en Tánger, “un mundo que debería ser la tierra entera”, decía. “Los chicos llegábamos al colegio con diversas lenguas maternas, comprábamos golosinas con monedas diferentes, celebrábamos varias fiestas nacionales e incluso nuestro descanso semanal se repartía entre los días sagrados de tres religiones”. Así describía su infancia en ese discurso que le sirvió tanto para subrayar su calidad de “escritor furtivo” como para reconocer que el hecho de haberse dedicado a la literatura en las horas que le dejaba libres su oficio de economista había favorecido que, en su caso, marginalidad y autenticidad fueran más que una rima.
Cuando se estrenó como novelista con Congreso en Estocolmo (1951) Sampedro había escrito ya dos novelas que tardarían 40 años en ver la luz. También una obra de teatro. No en vano, el hombre que en 1977 entró en el Senado por designación real, pasó parte de la posguerra escribiendo con pseudónimo para espectáculos de revista protagonizadas por actrices que dormían en las butacas del teatro. Necesitaba el dinero, pero tuvo que dejarlo cuando le amonestaron en el ministerio de Comercio. Sampedro había llegado a Madrid en 1940 para estudiar económicas. Pensaba que la Economía sería útil para un funcionario de Hacienda y él lo era como “aduanero por oposición”. Había sacado la plaza siendo “un niño” después de dejar Tánger por Soria —”casi antes de la electricidad”— y Aranjuez —”un paraíso” con ventanas al jardín del Príncipe— para recalar en Santander poco antes de que estallara la Guerra Civil. Movilizado en el bando republicano, con la toma de la ciudad por los sublevados en agosto de 1937, el precoz funcionario fue reclutado por los franquistas. “No cambié de bando, me cambiaron”, decía. Por tradición familiar estaba más cerca de las posiciones conservadoras, pero pronto descubrió que la guerra no la habían gando los suyos.
José Luis Sampedro siempre dijo recordar la nobleza de los anarquistas con los que compartío batallón fugazmente, y durante toda su vida mantuvo una actitud lateral respecto al mundo literario y crítica respecto al financiero. Cuando miles de lectores se rindieron en los años ochenta y noventa del pasado siglo a obras como La sonrisa etrusca (1985), La vieja sirena (1990) o Real sitio (1993), su favorita, muchos descubrieron que el autor era un reputado Catedrático de Estructura Económica por cuyas clases habían pasado alumnos con apellidos como Boyer, Sochaga o Solbes.
“Solo los ingenuos y algún premio Nobel de economía llegan a creer que nuestro mercado encarna la libertad de elegir, olvidando algo tan obvio como que sin dinero no es posible elegir nada”, afirmó también en su ingreso académico alguien que reconocía que al capitalismo “le debemos el gran progreso que nos trajo desde las monarquías absolutas hasta las democracias surgidas de la Revolución francesa” pero que deploraba que la libertad no hubiera ido acompañada de la igualdad ni la fraternidad.
Fue su malestar con un tiempo cuyo libro sagrado, decía, es “el Evangelio según san Lucro” lo que acercó a Sampedro al movimiento del 15-M. En los últimos años, ni las cataratas ni la sordera consiguieron aislarlo del mundo. Ya nonagenario recordaba los versos de un poema que había escrito con 14 años y los puestos aduaneros de Hanoi y de Chile, que recitaba con la música de La casta Susana (versión de Marujita Díaz). Su lucidez estuvo siempre a la altura de su memoria. Cuando el periodista Jordi Évole le preguntó en su programa de televisión si antes de la crisis los españoles habían vivido por encima de sus posibilidades, José Luis Sampedro negó rotundo: también el crédito es una posibilidad, dijo. Si como economista sabía deslindar valor y precio, como escritor sabía desactivar con una sola frase cualquier lugar común.
OBRAS ECONÓMICAS
Principios prácticos de localización industrial (1957)
Realidad económica y análisis estructural (1959)
Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1967)
Conciencia del subdesarrollo (1973)
Inflación: una versión completa (1976)
El mercado y la globalización (2002)
Los mongoles en Bagdad (2003)
Sobre política, mercado y convivencia (2006)
Economía humanista. Algo más que cifras (2009)
El mercado y nosotros
NOVELA
La estatua de Adolfo Espejo (1939) -no publicada hasta 1994-
La sombra de los días (1947) -no publicada hasta 1994-
Congreso en Estocolmo (1952)
El río que nos lleva (1961)
El caballo desnudo (1970)
Octubre, octubre (1981)
La sonrisa etrusca (1985)
La vieja sirena (1990)
Real Sitio (1993)
El amante lesbiano (2000)
La senda del drago (2006)
Cuarteto para un solista (2011) -escrita en colaboración con Olga Lucas-
CUENTO
Mar al fondo (1992)
Mientras la tierra gira (1993)
OTRAS OBRAS
Escribir es vivir (2005) -libro autobiográfico escrito en colaboración con Olga Lucas-
La escritura necesaria (2006) -ensayo-diálogo sobre su obra novelística y su vida. Edición y diálogo: Gloria palacios. Ed.Siruela.
La ciencia y la vida (2008) -diálogo junto al cardiólogo Valentín Fuster ordenado por Olga Lucas-
Reacciona (2011),.

TÍTULO:  MARÍA RUIZ CAMPINS PINTA LA MÚSICA,.

 María Ruiz Campins pinta la música

Hasta el próximo día 13 puede verse en la Sala Vaquero Poblador de la Diputación de Badajoz la muestra Espacio rítmico, que devuelve a la ...
 
Hasta el próximo día 13 puede verse en la Sala Vaquero Poblador de la Diputación de Badajoz la muestra 'Espacio rítmico', que devuelve a la actualidad a la pintora María Ruiz Campins, a la que en sus comienzos se situó en la tendencia del 'lirismo abstracto'.
Han pasado diez años desde que Ruiz Campins expuso en el Colegio de Arquitectos de la capital pacense y justifica ese largo periodo de silencio público diciendo escuetamente que «es así como viene».
'Espacio rítmico' reúne dos disciplinas muy queridas que han definido la vida de esta pintora que nació en Palma de Mallorca en 1940 y estudió piano en el Real Conservatorio de Madrid, donde obtuvo el título en 1960. Después, en 1968, finalizó los estudios de Bellas Artes en Sevilla.
'Espacio rítmico' es un serie que, está conformada por cuadros al óleo, collages, y esculturas realizadas con materiales reciclados e instalaciones. La serie mereció este nombre «porque he incorporado la música a la pintura», según dice Ruiz Campins.
Cuando se le pregunta si sigue tocando todos los días el piano, contesta que «a veces». «Estoy más dedicada a la pintura», dice al fin.
Lo del óleo es uno de los secretos que se esconde tras los delicados colores de los cuadros de María, porque la artista lo utiliza muy diluido, casi como si aplicase acuarela, lo que le obliga a dar al cuadro un tratamiento rápido y decidido que, además, no permite rectificaciones.
Los material reciclados para las esculturas los selecciona porque le gustan sus formas o sus colores. También por una cuestión ecológica, admite.
María Ruiz Campins ha sido profesora en la Universidad de Extremadura, pero ya está jubilada, y desde esa distancia, añora a sus alumnos y al mundo de los compañeros que la rodearon.
La abtracción fue el camino que se abrió con naturalidad ante la artista en momentos en que no muchos pintores habían optado por ella en Extremadura o se limitaban a realizar incursiones experimentales en la misma. «Yo iba reduciendo y reduciendo las cosas. Y llegué a la abstracción», simplifica para explicar esa elección abstracta que le obliga, según confiesa, a controlar férreamente la composición de los cuadros. «Hay que pensarlo bien, no se trata de dar pinceladas sin ton ni son. Todo va muy estudiado».


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