TÍTULO: El día que Nieto rompió el audímetro.
Nieto gana la carrera de 125cc que le dio el título en 1971. DIARIO AS-FOTO,.
Fue el 26 de septiembre de 1971, exactamente ese día. Para entonces, Ángel Nieto ya había sido campeón del mundo de 50cc dos veces, pero eso no pasaba de ser comentario de un círculo concreto de aficionados. Y eso que tenía mérito, era un caso de pura vocación, de superación desde la escasez. Como lo de Santana y el tenis poco antes, vamos. Nieto era un niño zamorano venido a Madrid con cuatro años. Bueno, a Vallecas, donde sus padres pusieron una tienda de huevos. Muy cerca había un taller de reparación de motos, que un joven llamado Tomás Díaz Valdés trataba de sacar adelante, tras el fallecimiento prematuro del padre. Por allí iba constantemente a curiosear el hijo de los polleros, un chavalillo rubio y listo como una ardilla:
—¿Me dejáis?
Y le dejaban apretar aquí, aflojar allá. Una vez dijo:
—¿Me dejáis subir en una moto?
Le dejaron y empezaron a pasar cosas asombrosas.
Porque el chico era una bala y fue un estímulo para Tomás Díaz Valdés, que conocía el mundillo y le fue introduciendo. Crecieron juntos. Tomás Díaz Valdés fue entrando en el periodismo como especialista del motor (llevó esa sección en AS durante muchos años) y sus contactos le fueron sirviendo al chaval para encontrar carreras, motos, patrocinios. Todo se les iba quedando pequeño hasta que saltaron al Mundial de motociclismo. Allí, Díaz Valdés era el único periodista español en las primeras carreras, entre una nube de ingleses, alemanes, italianos, holandeses y franceses. Los éxitos de Nieto hicieron que se le uniera Hernández Rivadulla, de Marca. Pero aquello seguía siendo en ambos periódicos una llamita mantenida por el especialista, nada más. Y fuera de los deportivos, poco o nada.
Nieto ganó el Mundial de 1969 de 50cc en Opatija (Yugoslavia entonces, hoy Croacia). En 1970 corrió en 50 y 125. La temporada terminó en Barcelona, en el circuito urbano de Montjuïc, que alternaba, año a año, con el Jarama como Gran Premio de España. En Barcelona, siempre más polideportiva, se vio rodeado de cierta agitación, pero aún faltaba algo: la tele. Nieto fue cuarto en la carrera de 50, con lo que renovó el título, y ganó la de 125. Descarado como era, le planteó ese mismo día a Juan Antonio Samaranch, entonces Delegado Nacional de Deportes, su queja por la falta de atención de la televisión a su deporte. Y le arrancó delante de testigos (entre ellos el presidente de la Federación, Luis Soriano, miembro de la Guardia de Franco) la promesa de que el Gran Premio de España del año siguiente se televisaría. La televisión había hecho en los sesenta muy populares a deportes prácticamente desconocidos en los cincuenta, particularmente el baloncesto, el tenis y el balonmano, y Nieto lo tenía muy en cuenta.
Así que el año siguiente, en el Jarama, se televisó. También era el cierre de temporada. Y Ángel Nieto llegó con posibilidad de salir campeón en 50 y 125. José María García, en aquel tiempo Director de Deportes de Televisión, agitó las vísperas con excelentes reportajes. La transmisión corrió a cargo de José María Casanovas, hoy editor del Sport, y Mercedes Milá (sí, la de Gran Hermano), de familia motera: su padre fue el creador de la célebre Montesa Impala. Cuatro cámaras, una de ellas en la torre de control, para seguir la mayor parte de pista posible, aunque fuera desde lejos. Y 80.000 personas en el Jarama. Aire de gran acontecimiento.
Y aquello estuvo a punto de irse al traste. La primera carrera que se corrió de las dos fue la de 50cc, en la que el rival era el holandés De Vries, cuya Kreidler le sacaba unas décimas a la Derbi de Nieto.
Además complotó a Saarinen y a Barry Sheene para entorpecerle en la salida. Nieto le había dado muchas vueltas al problema y decidió que su única posibilidad era no cortar gas en la última curva del circuito, la de entrada a la recta de meta. Y al final de la primera vuelta, al llegar a esa última curva… “Me tiré un metro más tarde, y…”. El golpe fue de aúpa. Conmoción cerebral, una profunda herida en la rodilla izquierda, que dejaba el tendón rotuliano al descubierto y tremendas magulladuras.
Pasó a la enfermería, ante la que se agolpó una multitud. El director médico de la prueba no le autorizaba a correr en 125, por la conmoción sufrida. Corrió el rumor y parte de los espectadores, acudidos todos al reclamo de Nieto, decidió marcharse. Cuando Nieto lo supo se hizo subir hasta la megafonía (le habían puesto ocho puntos en carne viva en la rodilla) y anunció en su propia voz que iba a correr. Luego hubo que conseguir que un médico presente, Manuel Gutiérrez Cantó, exmotorista, firmara un parte en el que decía que sus constantes vitales eran normales. El director de carrera, Pablo Arranz, conocido en el mundillo como Cauca, asumió la responsabilidad, tras muchas discusiones y presiones y con el recelo de las autoridades civiles y deportivas presentes en el debate. Nada podía detener la voluntad de Nieto ni la euforia colectiva en torno al caso. En las casas, ante el televisor, se iban recibiendo noticias sobre las alternativas de la situación en el vibrante relato de Casanovas y Milá. Los que habían salido del circuito regresaron, primero con discusiones con los vigilantes de las entradas, luego libremente, tras darse aquello como una causa nacional.
Hubo que subir a Nieto a la moto. Cauca dio la largada en el fondo muerto de miedo, porque había asumido la responsabilidad y muchos le insistían en que una conmoción era algo que exigía descanso y
observación durante 24 horas. Pero él entendió que nadie se atrevía a frenar el ansia de Nieto y de la gente y que las circunstancias le cargaban a él la responsabilidad del sí o el no. Y decidió en motero: sí. Todo entre una pasión desbordada, con público en la pista al que costó muchísimo retirar con los
solamente 22 guardias con que contaba.
Por fin arranca la carrera, entre una pasión delirante. Ahora el rival era Barry Sheene, con Suzuki. Hay por delante 30 vueltas, 102,19 kilómetros, cerca de una hora de carrera. Nieto pasa cuarto la
primera vuelta, señal positiva. Ahí sigue hasta la vigésima, en la que empieza a remontar. En la 25 está en cabeza, con el público enloquecido y Casanovas y Milá encendiendo los hogares de toda España desde la tele. En su persecución, Barry Sheene tiene un despiste que le hace caer. Se reincorpora, pero ya sin posibilidades. Terminará tercero, a un minuto largo del español.
Cuando entra Nieto, Cauca tira la bandera y corre tras él, en un gesto que hoy todavía insiste en negar. Explica que se la entregó a su ayudante Álvaro Urgoiti, para recoger cuanto antes a Nieto,
instalarle en un coche que había al final de los boxes y llevarle al hospital, a salvo de la pasión de sus seguidores. En este punto, discrepa del recuerdo de todos los testigos, que afirman que la euforia le desbordó. La foto del suceso tampoco favorece su versión. En realidad la euforia desbordó a todo el mundo, mucho público saltó a la pista cuando todavía otros pilotos estaban completando su última vuelta y de milagro no se produjo más que un accidente, un joven atropellado por Andersson
con la consecuencia de triple fractura de fémur.
En las casas las familias se abrazaban. El motociclismo, vía Ángel Nieto, había ocupado un lugar en nuestros salones, desde donde no ha salido hasta hoy. Y sigue viniendo de su mano, por cierto,
ahora como comentarista.
Aquel lunes, Nieto no sólo desplazó al fútbol de las portadas de los periódicos deportivos: fue incluso portada de ABC, el diario de referencia de la época.
Un día le pregunté qué pensaba de los pilotos de hoy, en relación a los de su época:
—Estos chicos son otra cosa, están preparadísimos, son ingenieros, saben todo lo que pasa en la moto. ¡Nosotros éramos unos majaras!
TÍTULO: GP DE CHINA,.
Kimi Raikkonen-foto- se entrena con su equipo de motocross,.
El finlandés es propietario de una escudería del Mundial de la especialidad en MX1 y ha estado rodando con sus pilotos en un circuito belga.
Kimi Raikkonen es un apasionado del mundo del motor. No hay que descubrirle como piloto y campeón mundial de Fórmula 1 y tampoco es necesario recordar su experiencia en el Campeonato del Mundo de rallys, aunque quizá menos conocido es su interés por las motos custom (una afición muy extendida en los países nórdicos) y también que es propietario de una escudería que participa en el Mundial de motocross en la categoría de MX1.
Así que aprovechando unos entrenamientos del equipo Ice1 Racing, que así se llama, en Bélgica, Kimi ha querido seguir con su puesta a punto antes de viajar a Shanghai para participar en el GP de China del próximo fin de semana. De ese modo, se puso al manillar de una KTM y rodó durante algunas vueltas en un arenoso circuito junto a sus pilotos, Xavier Boog y Rui Gonçalves.
Y Raikkonen exhibió un magnífico estilo, tanto en las trazadas de los exigentes peraltes de las curvas como en los saltos. Eso sí, habrá que saber si en Lotus habrá gustado mucho ver a su piloto estrella tan entregado a la práctica del motocross. Ya tuvieron bastantes con los rallys de Robert Kubica…
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