sábado, 12 de enero de 2013

VOLUNTARIA POR UN DÍA./ ASUNTOS DE FAMILIA--BERNADETTE LA PIÉRRE Y JAVIER MORO PASIÓN POR LA LITERATURA Y LOS VIAJES,/ MUNDO ADELA NAVARRO BELLO, PERIODISTA..

Voluntaria por un día en Cáritas: cursos de formaciónTÍTULO: VOLUNTARIA POR UN DÍA:

Mujeres de hoy

Voluntaria por un día en Cáritas: cursos de formación,.

 Mediante clases de español y fomemtar las habilidades sociales, se trata de insertar a los inmigrantes en la sociedad española. 

Elena Tablada, voluntaria por un día en ANAA,.

'El líder de la manada' quiere promover el voluntariado en las protectoras,.

Me siento muy satisfecha conmigo misma"

“El líder de la manada”, Elena Tablada y César Millán han pasado un día como voluntarios en la Asociación ANAA. Como gran amante de los perros, Elena Tablada no entiende que se pueda abandonar a alguien que es un miembro más de la familia y, junto a César, quiere fomentar el voluntariado. “Dedicando un poquito de tiempo de tu vida a estos animales que lo necesitan, puedes contribuir a un gran cambio”, asegura Elena acerca de esta actividad que puede salvar muchas vidas. Además, tanto ella como César descubrirán que la jornada les ayudará también a ellos mismos: “Como Elena y yo estamos pasando por algo muy similar, que es la separación de nuestra manada familiar, realmente para nosotros esto supone una terapia. Es bueno querer ayudar a alguien para no enfocarte en las cosas malas que están pasando en tu vida. Puede suponer una rehabilitación para ti, una transformación (...) Yo soy de los que cree en entregar energía positiva para contribuir a que tu vida cambie y vaya hacia la forma ideal que deseas”, confiesa César, a lo que Elena añade: “Me han relajado, me han ayudado a olvidarme de todos mis problemas y entregarme. Ahora mismo me siento muy satisfecha conmigo misma.”

TÍTULO: ASUNTOS DE FAMILIA--BERNADETTE LA PIÉRRE Y JAVIER MORO PASIÓN POR LA LITERATURA Y LOS VIAJES,. 


Bernadette Lapière y Javier Moro Bernadette Lapièrre y Javier Moro, pasión por la literatura y los viajes

  • Traductora de algunos de sus libros y primera lectora de casi todos, Bernadette, la madre del escritor Javier Moro, parece un personaje de novela. Francesa y hermana de Dominique Lapièrre, llegó a España a los 16 años por su pasión por el flamenco. 
En una mañana invernal, en el salón de su casa del madrileño barrio de Salamanca, la voz de Bernadette Lapièrre posee un acento especial que nada tiene que ver con su origen francés. Junto al mayor de sus dos hijos, el escritor Javier Moro, esta mujer de 77 años se siente feliz, extrovertida como de costumbre, pero sorprendida por un protagonismo que no esperaba. Desde que se quedó viuda, con 46 años, Bernadette no ha dejado de trabajar, ni tampoco de viajar en familia. Ni de soñar.

Javier escucha atentamente el relato de su madre y la anima a que cuente algunas de las historias de las que él también ha sido testigo. “Mis padres me llevaron, siendo casi una niña, a ver la actuación de Antonio, el bailarín, a un teatro de París. Me encantaba el baile español y le dije a mi padre: “Me tienes que dejar ir a ese país, donde hay un baile tan extraordinario. Quiero conocer España”. Y cuando cumplí los 16 años y vivíamos en Boston, donde mi padre estaba destinado como diplomático, me mandaron a San Sebastián a aprender español. Estaba en un internado de monjas, donde me tenía que bañar vestida. Me quedé con las ganas de poder decirle a Antonio, el Bailarín, que yo vivía en España gracias a él”.

Su hijo Javier la anima a seguir recordando algunas peripecias. Y ella va enumerando momentos importantes de su vida, en un escenario español que ya casi nada tiene que ver con el actual. “A los 19 años me enamoré y me casé con Julio Moro, al que conocí en la compañía aérea TWA, cuando fui a buscar trabajo. Un año después nació Javier. Me alegro de haberme casado tan joven, porque mi marido murió de cáncer con apenas 46 años y así tuve más tiempo de disfrutar en familia de una de mis grandes pasiones: los viajes. A él le daban billetes gratis en los aviones y a mí me hacían descuentos en los hoteles de la cadena Hilton, donde trabajé como traductora. En realidad, me siento más española que francesa. Por eso, cuando enviudé le dije a mi hermano Dominique que me quedaba a vivir aquí. Me gusta mucho el flamenco y me gustan mucho los toros. Son cosas de las que vosotros ya no queréis saber nada y que a mí me parecen algo fantástico”.

Antes de dar el salto de la España de mediados de los 50 a la de ahora y de hablar de su relación con su hijo el escritor, Bernadette recuerda la adquisición del que sería el primer frigorífico del barrio, que consiguió a través de la embajada americana. “Entonces –puntualiza– en España comprabas dos pesetas de hielo y ese era tu frigorífico”. También le dedica su pequeño homenaje a un 600 blanco, con el que paseaba por las calles de Madrid.

“Una mañana me equivoqué y me llevé el del vecino, sin darme cuenta, pues aquellos coches se abrían con cualquier llave”. Javier Moro, a sus 57 años, admira la vitalidad de su madre y recuerda la irrenunciable pasión de toda la familia por los viajes.

Javier: Mi padre había sido marino mercante, antes de pasarse al mundo de la aviación. Y a él lo que más le gustaba era viajar con su mujer y sus hijos. Entonces no te encontrabas a un español en ningún país lejano y, cuando te lo encontrabas, te hacías amigo de él para toda la vida. En una ocasión conocimos a un mago español en Kioto, que había sido contratado por la televisión japonesa.

Bernadette: A principios de verano, tu padre aparecía en casa con un montón de billetes de avión gratis de distintas compañías y nos decía: podemos ir a este sitio o a este otro.

Javier: Nos salía más barato irnos a Hong Kong que a Benidorm.

Pero si hay un viaje especial para ambos, es el realizado hace poco más de un año a Barcelona, con motivo del Premio Planeta. Era el mejor regalo que podía hacerle a su mejor lectora y consejera editorial.

Bernadette: Yo no tenía ni idea de que estabas entre los seleccionados por el jurado. Así que, cuando pronunciaron tu nombre, pegué un grito enorme, en plena cena, y vino corriendo a abrazarme y felicitarme María Dueñas. No me conocía nadie más que ella.

Javier: Te lo pasaste mejor que yo.

Viven cerca, se ven con frecuencia y hablan por teléfono a diario. Además, ella tiene el privilegio de ser la primera en leer y opinar sobre las primeras 100 páginas de cada nuevo libro. “Como soy una lectora corriente, le digo lo que pienso”, comenta la madre. “Si veo que tuerce el gesto, es que algo no funciona –replica él–. Yo sé que no me va a alabar por el hecho de ser mi madre. Somos una familia muy corta, pero muy unida”. Una vez entregada, como él dice, “la corona de Miss Planeta a Lorenzo Silva”, pelea ahora por la custodia compartida de sus hijos, de nueve y cinco años. “¿Cómo que yo tengo derecho de visita a mis hijos? Pero, ¿qué es eso de derecho de visita? ¡Oiga, que son también mis hijos!”, se lamenta el escritor. 

TÍTULO: MUNDO ADELA NAVARRO BELLO, PERIODISTA.

LOS NARCOS LO SABEN TODO DE TI, SI QUIEREN MATARTE, TE MATAN,.

Adela Navarro: ‘No se puede ejercer el periodismo con chaleco antibalas’,.

La periodista Adela Navarro Bello, editora del semanario Zeta fue incluida en la lista de los 100 pensadores destacados que cada año presenta la revista Foreign Policy.

La periodista tijuanense fue incluida por “Decirle al mundo la realidad brutal de la guerra contra las drogas”. Adela Navarro Bello ha sido premiada también por la Fundación Femenil Internacional de Medios y por el Comité para la Protección de Periodistas en años recientes.
Zeta, bajo la dirección de Navarro, ha publicado importantes notas sobre la participación de gobernantes en actos delictivos (como la investigación a Jorge Hank Rhon, cuyos guardias pudieron haber participado en el asesinato de un columnista del mismo semanario). A pesar de las amenazas de muerte recibidas hacia su persona, Adela Navarro afirma que “cada vez que un periodista se autocensura, toda la sociedad pierde”.
Foreing Policy destaca que, a pesar de que la autocensura se ha vuelto una práctica regular en México, el semanario Zeta es uno de los pocos que “se precia de realizar un verdadero trabajo investigativo de la guerra contra las drogas y el miasma de corrupción e incompetencia que se relaciona con ésta”.
Navarro es definitivamente una de las más destacadas periodistas del país, su reconocimiento es justificado pues es de las pocas profesionales que ha tomado el oficio de riesgo en que se ha convertido el periodismo con una seriedad asombrosa y un compromiso permanente.
Navarro figura en el número 76 del conteo junto con Paul Ryan, Christine Lagarde, George Soros, Aung San Suu Kyi y Barack Obama, entre otros.

 

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