TÍTULO: REVISTA XL SEMANAL UN REPORTAJE DESVELA QUÉ OPINAN LOS CIUDADANOS DE UN PUEBLO ALEMAN SOBRE LOS ESPAÑOLES,Experimento Hassloch
¿Cómo nos ven los alemanes?
Un pueblo de 20.000 habitantes 
representa estadísticamente de forma perfecta al alemán medio. Viajamos 
allí para saber qué opinan de los españoles
       
              
              
       
         El futuro de Europa se decide en un pueblo alemán perdido 
entre bosques y viñedos. ¿Qué tiene de especial esta localidad de apenas
 veinte mil habitantes? ¿Quién sería capaz de situarla en el mapa? Un 
par de pistas: cae en la ruta de los vinos del Rin y está a media hora 
del polo industrial de Ludwigshafen. ¿Pero qué se nos ha perdido a 
'XLSemanal' por aquí? 
¿Por qué es tan importante lo que piensan sus habitantes? Porque Hassloch es Alemania en miniatura. Su composición demográfica, la renta de los hogares, la tipología familiar, los porcentajes de población activa y jubilada, las simpatías políticas y una docena de variantes sociológicas más lo sitúan en el punto medio exacto de Alemania. Ni más ni menos. Así que es el tubo de ensayo perfecto para sondear qué pasa por las cabezas [¿cuadradas o no tanto?] de nuestros socios germanos. Y qué opinan de sus vecinos del sur en apuros. Y más ahora que entramos en año electoral. En septiembre se celebran los comicios al Bundestag, donde no solo se ventila un tercer mandato de Angela Merkel; lo que está en juego es la supervivencia del euro y, por tanto, de la Unión Europea. Si sucede lo acostumbrado, el partido que gane en Hassloch ganará las elecciones.
Llegamos a Hassloch después de conducir seis horas desde Berlín por autopistas heladas -sin límite de velocidad y sin peajes, aunque el Gobierno anunció que pronto serán de pago-. Y la primera impresión es anodina. Hay poco que ver. Apenas algunas casas antiguas que han sobrevivido a las destrucciones bélicas; entre ellas, la perpetrada por soldados españoles en 1621 durante la Guerra de los Treinta Años. Un museo de historia local donde el legado de la comunidad judía ocupa un lugar preferente. Un mercadillo más bien desangelado con solo media docena de puestos. Un par de restaurantes de comida rápida: pizzas a cuatro euros, un kebab... Al fotógrafo que ha realizado las imágenes del reportaje, berlinés y cosmopolita, le mosquea que el pueblo se llame 'agujero del odio', que es la traducción literal de Hassloch, y al principio se mueve por sus calles con cierta aprensión. «Tengo la sensación de que la gente nos mira». Pero pronto ese recelo se disipa. Durante nuestros tres días de estancia seremos tratados con una mezcla de paciente amabilidad y curiosidad respetuosa. Nos invitarán a café, a tarta, a más café... Y pocos pondrán pegas a que les preguntemos. Están acostumbrados a ser cobayas de encuestas y sondeos.
Los primeros que se percataron del potencial de Hassloch como laboratorio de opinión fueron los directivos del Instituto de Investigaciones de Mercado (GfK) de Núremberg, que instalaron allí su base de operaciones en 1985. Cada lanzamiento comercial en Alemania se prueba primero en Hassloch. Unos 3500 hogares participan en los ensayos. Los vecinos disponen de unas tarjetas electrónicas que registran sus compras. Y en la televisión por cable local se emiten anuncios especiales del producto en cuestión. «Si funciona en Hassloch, lo hará en el resto de Alemania», me cuenta la directora de GfK, Bettina Bartholomeyzik.
Las bicicletas se aparcan delante de las tiendas sin ponerles candado. Las calles están inmaculadamente limpias y cada vecino barre la porción de acera que le corresponde. Se ven muchos ancianos, pero hay que tener en cuenta que unas 3000 personas cogen el coche para desplazarse a las industrias de los alrededores. Y el resto se ocupa de sus huertos de espárragos y lechugas y de sus granjas de faisanes, gansos y caballos. La tasa de paro es del 6 por ciento. El fotógrafo ha alquilado un salón en el centro de cultura municipal y monta allí su estudio. Regateó el precio. Le pedían 400 euros, pero al final lo ha conseguido por la mitad. El Ayuntamiento está en números rojos; debe casi tres millones y hay que rentabilizar como sea las instalaciones. Así que 200 euros es mejor que nada.
En otro de los salones se celebra una fiesta de una asociación de aficionados a la horticultura; la mayoría, septuagenarios. Uno de ellos, Boto Kison -de 77 años-, fue director de operaciones comerciales en BASF, la compañía química más grande del mundo, ubicada a 25 kilómetros del pueblo. «Tenemos los mismos problemas que en el resto de Europa. Los ayuntamientos, las autonomías y los gobiernos tienen sus cuentas en rojo. Yo soy muy partidario de la Unión Europea, pero empiezo a tener dudas. Como nación exportadora, Alemania se ha aprovechado mucho del euro. Pero la disciplina en la economía es lo más importante. Y vemos que algunos países no han sido responsables ni disciplinados. Y Alemania no puede solucionarlo todo, porque también tenemos que preocuparnos de lo nuestro», dice. Y se marcha con prisa después de un vigoroso apretón de manos. Pero vuelve pasada una hora porque quiere «puntualizar un par de cosas». Se le nota dolido.
«A la señora Merkel le echan la culpa de todo en los países del sur; hasta la tachan de nazi. Y es injusto. Hace veinte años que los alemanes hacemos nuestros deberes. Y eso salvó nuestra industria y consiguió que la economía fuese competitiva. En BASF había 6000 personas de este pueblo trabajando, ahora son la mitad. La plantilla era de 55.000 empleados. Ahora solo hay 35.000. Hubo que despedir, prejubilar. Tuvimos que producir más con menos gente, ser competitivos. Y fue doloroso. Hubo que cerrar divisiones que no eran rentables. Por eso somos fuertes ahora, porque tomamos decisiones difíciles que implicaban sufrimiento. Pero no había más remedio para salvar la industria. Y, por eso, ahora en Alemania hay trabajo y en España la mitad de los jóvenes están parados».
Así que Hassloch vota a Angela Merkel, aunque hay excepciones. Matthias Seger, de 59 años, fue uno de esos obreros prejubilados en la reconversión de BASF y actualmente trabaja de conserje. «Merkel no sabe lo difícil que es sobrevivir con 700 euros, que es la prestación mínima por desempleo. Yo nunca había visto a gente buscando en los cubos de basura y ahora empieza a verse. [El fotógrafo me apunta que en Berlín la gente recoge botellas de plástico o cristal porque les devuelven 30 céntimos con cada envase]. Los políticos viven en otro mundo. Hay uno en Berlín que dice que con tres euros se puede comer todo el día e incluso ha publicado un menú. Debería darle vergüenza... El mayor problema que tiene Alemania aflorará en los próximos años. Y será la pobreza de los jubilados. No es mi caso, porque yo he ganado bastante: unos 4000 brutos, así que me quedará una pensión de 2000 euros. Pero hay muchos empleos muy mal pagados... Mucha gente que apenas ha cotizado. El Gobierno le dice a esa gente que suscriba un plan privado, porque con la pensión estatal no le va a llegar. En España piensan que los alemanes ganan mucho dinero, pero no es así desde la reunificación. Entonces cerraron muchas fábricas en el Este. Los sueldos empeoraron. Y ahora hay trabajos que se pagan a cinco euros la hora, algo increíble hace unos años. Muchos compañeros dicen que se vivía mejor con el marco alemán. Pero no creo que sea esa la cuestión. El problema es de competitividad de Europa. Mi primer ordenador me costó 4000 marcos. Ahorré durante un año para comprármelo. Ahora podría comprarme media docena con lo que gano en un mes. Pero antes todas las piezas del ordenador se fabricaban en Alemania o en Europa. Ahora vienen de China. Vale, importamos barato, ¡pero al precio de perder nuestros empleos!».
¿Alguna conclusión 
después de oír a la gente de Hassloch? Alemanes y españoles vamos en el 
mismo barco, aunque eso también podrían decirlo todos los pasajeros del 
Titanic y solo se salvaron los que iban en primera. Por lo menos España 
cae simpática, algo de lo que los griegos no pueden presumir. Como 
resume la carnicera del pueblo: «Es mejor tener un final horroroso que 
un horror sin final». Traducción: auf wiedersehen, Grecia. Los alemanes 
parecen menos reacios a echarnos un cable. Falta saber si la política de
 austeridad es un cable al cuello o la única salvación. Justo cuando nos
 marchamos del pueblo salta la noticia de que Merkel ha conseguido que 
las cajas de ahorros alemanas -cuya solvencia está en entredicho por 
activos tóxicos que algunos analistas cifran en 250.000 millones de 
euros- se libren de la vigilancia del supervisor único europeo. Además, 
el mecanismo de ayuda directa no entrará en vigor hasta 2014. Por eso, 
lo más probable es que todos los contribuyentes españoles deban 
responder del crédito europeo de 41.000 millones que han recibido sus 
bancos, pero si las 'bankias' alemanas empiezan a 'petar' 
(convenientemente a partir de 2014), todos los europeos (incluidos los 
españoles) compartirán el coste. Oído lo cual, el fotógrafo también 
aporta su propia conclusión: «Merkel ganará otra vez. Los alemanes saben
 que con ella el dinero alemán se quedará en Alemania».
BOMBEROS VOLUNTARIOS: "¿Rescatar a España? Vale, pero que el dinero vaya a las familias, no a los bancos"
Rainer Dietz, de 45 años, es, además, Empleado del ayuntamiento. Su hijo, Markus, de 18, estudia Formación Profesional, rama de Electricidad.
Los
 alemanes gastamos ahora menos dinero que antes. Se nota en la calle. 
Ahora, la gente es más agarrada. Y nosotros también lo notamos en los 
viajes. Hemos ido de vacaciones a España un par de veces, a Mallorca y 
Alicante. Eran otros tiempos. Actualmente vigilamos más el dinero, así 
que los viajes al extranjero se acabaron para nosotros y otros alemanes.
 Lo siento por los españoles, porque sé que lo están pasando mal y que 
el turismo es muy importante para ustedes. Pero tengo tres hijos y una 
exmujer. Y eso son muchos gastos. ¿Rescatar a España si lo piden? ¿Por 
qué no? Si lo hemos hecho con Grecia, habrá que hacerlo con España. Pero
 el problema es ver a quién le das el dinero. Si se lo das al Gobierno o
 a los bancos, como en Grecia, es como si te lo gastases en fuegos 
artificiales. Lo que hacen falta son créditos para las pequeñas empresas
 y no subir los impuestos para que las familias puedan comprar».
JUBILADO: "Me indigna que los españoles nos vean como los malos. ¡Hagan sus deberes!"
Boto Kison, de 77 años, Exdirector de operaciones comerciales de la compañía química BASF.
Temo
 por el euro. Si vemos que un país tan pequeño como Grecia causa tantos 
problemas y casi hace caer a la Unión Europea, un país tan grande como 
España puede provocar una catástrofe... Si no hemos dejado que Grecia 
salga de la Unión, con más razón debemos procurar que no caiga España. 
Pero ustedes deben hacer sus deberes, los alemanes no podemos 
solucionarlo todo. El futuro de la Unión Europea depende de que ustedes y
 los italianos pongan su casa en orden. Si lo hacen, saldremos adelante.
 Nosotros hemos recortado sueldos. Desde que cayó el Muro y se abrieron 
los mercados, primero al Este de Europa y luego a Asia, no hay otra 
alternativa. Gracias a eso todavía somos potentes y exportamos. Pero si 
nuestra economía entra en recesión porque países como España, Italia y 
otros no pueden comprar nuestros productos, no podremos ayudar a nadie, 
ni siquiera a nosotros mismos. Nuestra fuerza son las empresas medianas.
 Las de menos de 500 trabajadores. Son las más creativas. Y se han 
aplicado el cuento. Por eso no entiendo que en España digan que somos 
los alemanes los que exigimos los recortes. Nosotros no tenemos la 
culpa. Y, además, tuvimos que hacerlos antes que nadie. Me indigna que 
en el sur nos vean como los malos».
DEPENDIENTA: "Los alemanes nos preguntamos por qué siempre debemos pagar"
Miriam Rechner, de 46 años, trabaja en en una tienda de fotocopias.
Soy pesimista. Cuido mucho más el dinero que antes porque temo por el futuro. No creo que la situación en Europa vaya a mejorar. Y en España, tampoco. Los alemanes nos preguntamos por qué siempre tenemos que pagar. Pero vamos todos en el mismo barco y, si no lo hacemos, se hundirá. Quizá si todo se derrumba, la gente por fin se despierte. Antes éramos más solidarios, nos preocupábamos del vecino. Ahora vamos a lo nuestro. Tenemos que cambiar esa mentalidad».
DIRECTIVA: "El euro llegó demasiado pronto y sin meditar las consecuencias"
Bettina Bartholo-Meyzick, de 52 años, es directora del Instituto de Investigaciones de Mercado (GfK).
lLevo 25 años trabajando en Hassloch y he tenido ocasión de ver su evolución. Se vive bien aquí, sobre todo si comparamos la situación alemana con la española. Creo que la Unión Europea tiene un problema grave y es la gran diferencia que hay entre países pobres y ricos. Y la situación ha empeorado. Creo que el euro llegó demasiado pronto y sin meditar bien las consecuencias. No era una mala idea, pero se hizo muy deprisa y no todos estaban preparados. A la gente le preocupa la inflación y la caída de su valor. Ahora hay que ayudar a España, no queda otra».
PROFESOR: "Necesitamos que los españoles ganen dinero para comprar nuestros productos"
Kurt Siebein, de 61 años, es Profesor de música y director del conservatorio.
Nací
 aquí y  lo que más me gusta es el tejido social. Hay 110 asociaciones 
culturales, musicales, deportivas... Ese espíritu colectivo es lo que 
mejor representa a Alemania. En las asociaciones se aprende a trabajar 
en equipo, a respetar las jerarquías. Se construye nuestra forma de ser.
 Pero la crisis se nota. Este año nos han recortado el presupuesto en 
10.000 euros en la escuela. Ni creo que el caso de España es tan grave 
como el de Grecia ni que la corrupción esté tan generalizada. España 
está más integrada en la Unión Europea. Somos socios. Si Alemania quiere
 vender sus productos, necesita países que los compren. Y España es un 
gran cliente... y viceversa. Un mercado común necesita que las 
mercancías circulen. Somos un país exportador. Producimos más de lo que 
necesitamos, por lo que nos interesa que los trabajadores españoles, 
italianos o portugueses ganen dinero para que puedan comprar nuestros 
productos».
CONSERJE: "Lo de que los españoles son vagos es un mito. Si España 'kaputt', Alemania sufrirá"
Matthias Seger, de 59 años, es exempleado de basf y trabaja de conserje.
o creo que haya futuro para la Unión Europea. ¿España? Es muy grande para rescatarla. Además, las ayudas a Grecia no están funcionando. De hecho, son un error. El dinero se presta con tantas contrapartidas que la economía griega jamás podrá recuperarse. Ahorrar hasta límites exagerados es un suicidio. Grecia habría capeado el temporal mucho mejor fuera de la Unión. Deberían estar fuera y volver a su moneda. Sería mejor para ellos. Sé que los bancos españoles necesitan dinero, pero los bancos han sido los culpables de la crisis en España y en todas partes. Jugaban a la ruleta. En Alemania también tenemos unos cuantos ejemplos de bancos rescatados. Si España kaputt, Alemania sufrirá. No solo porque muchos fondos de pensión alemanes compraron deuda española. Es una cuestión de tamaño. Lo de que los españoles son unos vagos es un mito. No sé en España, pero doy fe de que los que vienen aquí a trabajar se esfuerzan tanto como los alemanes».
¿Por qué es tan importante lo que piensan sus habitantes? Porque Hassloch es Alemania en miniatura. Su composición demográfica, la renta de los hogares, la tipología familiar, los porcentajes de población activa y jubilada, las simpatías políticas y una docena de variantes sociológicas más lo sitúan en el punto medio exacto de Alemania. Ni más ni menos. Así que es el tubo de ensayo perfecto para sondear qué pasa por las cabezas [¿cuadradas o no tanto?] de nuestros socios germanos. Y qué opinan de sus vecinos del sur en apuros. Y más ahora que entramos en año electoral. En septiembre se celebran los comicios al Bundestag, donde no solo se ventila un tercer mandato de Angela Merkel; lo que está en juego es la supervivencia del euro y, por tanto, de la Unión Europea. Si sucede lo acostumbrado, el partido que gane en Hassloch ganará las elecciones.
Llegamos a Hassloch después de conducir seis horas desde Berlín por autopistas heladas -sin límite de velocidad y sin peajes, aunque el Gobierno anunció que pronto serán de pago-. Y la primera impresión es anodina. Hay poco que ver. Apenas algunas casas antiguas que han sobrevivido a las destrucciones bélicas; entre ellas, la perpetrada por soldados españoles en 1621 durante la Guerra de los Treinta Años. Un museo de historia local donde el legado de la comunidad judía ocupa un lugar preferente. Un mercadillo más bien desangelado con solo media docena de puestos. Un par de restaurantes de comida rápida: pizzas a cuatro euros, un kebab... Al fotógrafo que ha realizado las imágenes del reportaje, berlinés y cosmopolita, le mosquea que el pueblo se llame 'agujero del odio', que es la traducción literal de Hassloch, y al principio se mueve por sus calles con cierta aprensión. «Tengo la sensación de que la gente nos mira». Pero pronto ese recelo se disipa. Durante nuestros tres días de estancia seremos tratados con una mezcla de paciente amabilidad y curiosidad respetuosa. Nos invitarán a café, a tarta, a más café... Y pocos pondrán pegas a que les preguntemos. Están acostumbrados a ser cobayas de encuestas y sondeos.
Los primeros que se percataron del potencial de Hassloch como laboratorio de opinión fueron los directivos del Instituto de Investigaciones de Mercado (GfK) de Núremberg, que instalaron allí su base de operaciones en 1985. Cada lanzamiento comercial en Alemania se prueba primero en Hassloch. Unos 3500 hogares participan en los ensayos. Los vecinos disponen de unas tarjetas electrónicas que registran sus compras. Y en la televisión por cable local se emiten anuncios especiales del producto en cuestión. «Si funciona en Hassloch, lo hará en el resto de Alemania», me cuenta la directora de GfK, Bettina Bartholomeyzik.
Las bicicletas se aparcan delante de las tiendas sin ponerles candado. Las calles están inmaculadamente limpias y cada vecino barre la porción de acera que le corresponde. Se ven muchos ancianos, pero hay que tener en cuenta que unas 3000 personas cogen el coche para desplazarse a las industrias de los alrededores. Y el resto se ocupa de sus huertos de espárragos y lechugas y de sus granjas de faisanes, gansos y caballos. La tasa de paro es del 6 por ciento. El fotógrafo ha alquilado un salón en el centro de cultura municipal y monta allí su estudio. Regateó el precio. Le pedían 400 euros, pero al final lo ha conseguido por la mitad. El Ayuntamiento está en números rojos; debe casi tres millones y hay que rentabilizar como sea las instalaciones. Así que 200 euros es mejor que nada.
En otro de los salones se celebra una fiesta de una asociación de aficionados a la horticultura; la mayoría, septuagenarios. Uno de ellos, Boto Kison -de 77 años-, fue director de operaciones comerciales en BASF, la compañía química más grande del mundo, ubicada a 25 kilómetros del pueblo. «Tenemos los mismos problemas que en el resto de Europa. Los ayuntamientos, las autonomías y los gobiernos tienen sus cuentas en rojo. Yo soy muy partidario de la Unión Europea, pero empiezo a tener dudas. Como nación exportadora, Alemania se ha aprovechado mucho del euro. Pero la disciplina en la economía es lo más importante. Y vemos que algunos países no han sido responsables ni disciplinados. Y Alemania no puede solucionarlo todo, porque también tenemos que preocuparnos de lo nuestro», dice. Y se marcha con prisa después de un vigoroso apretón de manos. Pero vuelve pasada una hora porque quiere «puntualizar un par de cosas». Se le nota dolido.
«A la señora Merkel le echan la culpa de todo en los países del sur; hasta la tachan de nazi. Y es injusto. Hace veinte años que los alemanes hacemos nuestros deberes. Y eso salvó nuestra industria y consiguió que la economía fuese competitiva. En BASF había 6000 personas de este pueblo trabajando, ahora son la mitad. La plantilla era de 55.000 empleados. Ahora solo hay 35.000. Hubo que despedir, prejubilar. Tuvimos que producir más con menos gente, ser competitivos. Y fue doloroso. Hubo que cerrar divisiones que no eran rentables. Por eso somos fuertes ahora, porque tomamos decisiones difíciles que implicaban sufrimiento. Pero no había más remedio para salvar la industria. Y, por eso, ahora en Alemania hay trabajo y en España la mitad de los jóvenes están parados».
Así que Hassloch vota a Angela Merkel, aunque hay excepciones. Matthias Seger, de 59 años, fue uno de esos obreros prejubilados en la reconversión de BASF y actualmente trabaja de conserje. «Merkel no sabe lo difícil que es sobrevivir con 700 euros, que es la prestación mínima por desempleo. Yo nunca había visto a gente buscando en los cubos de basura y ahora empieza a verse. [El fotógrafo me apunta que en Berlín la gente recoge botellas de plástico o cristal porque les devuelven 30 céntimos con cada envase]. Los políticos viven en otro mundo. Hay uno en Berlín que dice que con tres euros se puede comer todo el día e incluso ha publicado un menú. Debería darle vergüenza... El mayor problema que tiene Alemania aflorará en los próximos años. Y será la pobreza de los jubilados. No es mi caso, porque yo he ganado bastante: unos 4000 brutos, así que me quedará una pensión de 2000 euros. Pero hay muchos empleos muy mal pagados... Mucha gente que apenas ha cotizado. El Gobierno le dice a esa gente que suscriba un plan privado, porque con la pensión estatal no le va a llegar. En España piensan que los alemanes ganan mucho dinero, pero no es así desde la reunificación. Entonces cerraron muchas fábricas en el Este. Los sueldos empeoraron. Y ahora hay trabajos que se pagan a cinco euros la hora, algo increíble hace unos años. Muchos compañeros dicen que se vivía mejor con el marco alemán. Pero no creo que sea esa la cuestión. El problema es de competitividad de Europa. Mi primer ordenador me costó 4000 marcos. Ahorré durante un año para comprármelo. Ahora podría comprarme media docena con lo que gano en un mes. Pero antes todas las piezas del ordenador se fabricaban en Alemania o en Europa. Ahora vienen de China. Vale, importamos barato, ¡pero al precio de perder nuestros empleos!».
BOMBEROS VOLUNTARIOS: "¿Rescatar a España? Vale, pero que el dinero vaya a las familias, no a los bancos"
Rainer Dietz, de 45 años, es, además, Empleado del ayuntamiento. Su hijo, Markus, de 18, estudia Formación Profesional, rama de Electricidad.
JUBILADO: "Me indigna que los españoles nos vean como los malos. ¡Hagan sus deberes!"
Boto Kison, de 77 años, Exdirector de operaciones comerciales de la compañía química BASF.
DEPENDIENTA: "Los alemanes nos preguntamos por qué siempre debemos pagar"
Miriam Rechner, de 46 años, trabaja en en una tienda de fotocopias.
Soy pesimista. Cuido mucho más el dinero que antes porque temo por el futuro. No creo que la situación en Europa vaya a mejorar. Y en España, tampoco. Los alemanes nos preguntamos por qué siempre tenemos que pagar. Pero vamos todos en el mismo barco y, si no lo hacemos, se hundirá. Quizá si todo se derrumba, la gente por fin se despierte. Antes éramos más solidarios, nos preocupábamos del vecino. Ahora vamos a lo nuestro. Tenemos que cambiar esa mentalidad».
DIRECTIVA: "El euro llegó demasiado pronto y sin meditar las consecuencias"
lLevo 25 años trabajando en Hassloch y he tenido ocasión de ver su evolución. Se vive bien aquí, sobre todo si comparamos la situación alemana con la española. Creo que la Unión Europea tiene un problema grave y es la gran diferencia que hay entre países pobres y ricos. Y la situación ha empeorado. Creo que el euro llegó demasiado pronto y sin meditar bien las consecuencias. No era una mala idea, pero se hizo muy deprisa y no todos estaban preparados. A la gente le preocupa la inflación y la caída de su valor. Ahora hay que ayudar a España, no queda otra».
PROFESOR: "Necesitamos que los españoles ganen dinero para comprar nuestros productos"
Kurt Siebein, de 61 años, es Profesor de música y director del conservatorio.
CONSERJE: "Lo de que los españoles son vagos es un mito. Si España 'kaputt', Alemania sufrirá"
o creo que haya futuro para la Unión Europea. ¿España? Es muy grande para rescatarla. Además, las ayudas a Grecia no están funcionando. De hecho, son un error. El dinero se presta con tantas contrapartidas que la economía griega jamás podrá recuperarse. Ahorrar hasta límites exagerados es un suicidio. Grecia habría capeado el temporal mucho mejor fuera de la Unión. Deberían estar fuera y volver a su moneda. Sería mejor para ellos. Sé que los bancos españoles necesitan dinero, pero los bancos han sido los culpables de la crisis en España y en todas partes. Jugaban a la ruleta. En Alemania también tenemos unos cuantos ejemplos de bancos rescatados. Si España kaputt, Alemania sufrirá. No solo porque muchos fondos de pensión alemanes compraron deuda española. Es una cuestión de tamaño. Lo de que los españoles son unos vagos es un mito. No sé en España, pero doy fe de que los que vienen aquí a trabajar se esfuerzan tanto como los alemanes».
título; LA FERIA DE PLASENCIA CORRE EL RIESGO DE PERDER UNA CORRIDA DE TOROS,.
La feria taurina de Plasencia corre el riesgo de perder uno de sus festejos mayores esta temporada. En concreto, una de las corridas de toros ...
La feria taurina de Plasencia corre el riesgo de perder 
uno de sus festejos mayores esta temporada. En concreto, una de las 
corridas de toros dejaría de celebrarse en 2013. La empresa Eventauro, 
actual adjudicataria del coso, se ha puesto en contacto con el 
Ayuntamiento para comunicarle esta posibilidad. Sería una opción que se 
tomaría debido a las pérdidas económicas derivadas de la anterior 
campaña. 
De esta manera, Eventauro habría pedido al Consistorio 
una revisión de las condiciones, que se estudiase una fórmula y buscase 
una solución para que la feria fuese rentable o que al menos, no 
supusiese  la ruina de la empresa. HOY se ha puesto en contacto con sus 
representantes, que han preferido ampliar la información sobre este tema
 la próxima semana. 
Quien sí ha confirmado estos hechos ha sido el propio 
Ayuntamiento de Plasencia, que señala que en el pliego de condiciones se
 recoge que si, «por causas ajenas a la voluntad del contratista, y 
debidamente justificadas y acreditadas, se hubiese de producir alguna 
modificación en la composición de los carteles ofertados o propuestos, 
deberá solicitarse, con la debida antelación, autorización a la Junta de
 Gobierno». 
El Consistorio está estudiando las circunstancias que 
alega la empresa y si es oportuno lo que proponen desde Eventauro dado 
que el pliego permite modificación por causas justificadas. Además, ha 
consultado al Club Taurino de Plasencia, entidad de reconocido prestigio
 en la ciudad del Jerte, cuál sería la fórmula más eficaz para ello. 
Por su parte, el Club Taurino Placentino ha convocado una
 asamblea entre sus socios en la que se explicará este tema y se 
propondrán distintas opciones que serán votadas por sus miembros. La 
reunión entre aficionados se celebrará mañana a las doce del mediodía y 
sus conclusiones se presentarán en el Ayuntamiento en días posteriores.
La entidad quiere que la empresa se comprometa de alguna 
manera con el Consistorio a celebrar la feria, sobre todo porque faltan 
cinco meses para la misma y quieren evitar sorpresas de última hora. 
Su idea es que se celebre un festejo de promoción, es 
decir, una novillada sin picadores en la que se anuncien jóvenes 
becerristas. De esta manera y como ya hicieron cuando se presentaron los
 carteles de la feria en 2012, los socios del Club Taurino Placentino 
abogan nuevamente por la necesidad de ofrecer espectáculos en los que se
 den opciones a las futuras figuras del toreo. 
Proponen también desde el Club Taurino Placentino que se 
ofrezca una corrida de toros y una de rejones, para sábado y domingo de 
feria, siempre y cuando se den carteles cerrados, con los toreros que 
puedan interesar a los aficionados y llenar la plaza. 
Eso sí, las entradas también deberán ajustarse a la 
realidad social y tener unos precios asequibles o que al menos se 
habilite un número más económico en sol que permita a muchos asistir. 
El Club Taurino Placentino reconoce que la situación 
económica en el país es delicada y de ahí que consideren posible la 
reducción de uno de esos festejos mayores, siempre  que se trate de una 
medida provisional y se cumplan los requisitos anteriormente mencionados
 (básicamente, la celebración de un festejo de promoción y dos corridas 
con carteles cerrados). 
De momento el Ayuntamiento aún no ha tomado ninguna 
decisión al respecto. Para los aficionados de la ciudad del Jerte lo 
importante es que se celebre su tradicional feria taurina y que esta 
esté a la altura de la categoría de la plaza y de la afición.  
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