-foto--Cuando Manu Ruiz bajó a por el coche, lo aparcó como pudo
 y vio que su mujer tardaba más de la cuenta, subió a casa de nuevo. 
Eran las ocho de la mañana, abrió la puerta, contó las personas que 
había dentro y se percató de que de repente había uno más en la familia.
 Había sido padre por segunda vez antes de tiempo.
La protagonista de la historia es en realidad Vanessa 
Correa, 32 años, extremeña de Valverde de Leganés (Badajoz) y que emigró
 a Tarrasa (Barcelona) hace siete años. E indirectamente Hugo Ruiz, que 
apenas tiene una semana de vida y vino al mundo con prisa, cuando su 
madre aún estaba en casa.
El padre se frotaba los ojos y Martí, de dos años y 
medio, le confirmó la noticia. «Mira papi, ya ha salido Hugo», dijo el 
pequeño con naturalidad señalando a su nuevo hermano.  Vanessa trabaja 
en una tienda de deportes y su pareja Manu en la hostelería. Ninguno 
tiene habilidades sanitarias. Cuando llegaron los sanitarios del 112 no 
daban crédito de lo bien que había ido todo.
Todo empezó el miércoles pasado. A Vanessa le faltaban 
once días para salir de cuentas, pero por la noche sintió que rompía 
aguas. «Las contracciones empezaron a las cinco y media de la mañana, 
pero me lo tomé con calma. Me duché, preparé la maleta y sobre las siete
 llamé a los abuelos para decirles que le llevábamos al niño. De repente
 las contracciones empezaron a ser más rápidas. A las ocho menos cuarto 
le dije a Manu que fuera al párking a por el coche. Bajó con Martí y me 
quedé sola. Donde más cómoda estaba era en el baño, me senté, me vino 
una contracción y sentí que tocaba la cabeza del bebé, me vino otra y 
ésta salió entera. Vino la tercera ¡y el niño estaba fuera!».
En esos momentos Manu estaba en la calle. Aprovechó que 
era temprano para aparcar en una zona de carga y descarga que aún estaba
 libre. «Nadie bajaba -cuenta- y como vivimos en un tercero sin ascensor
 decidí subir por si Vanessa necesitaba ayuda. Cuando abrí la puerta con
 el chico escuché 'entra, que ya está aquí'. Me quedé de piedra».
Lo siguiente fue llamar al 112 y atender las 
instrucciones de un médico, como abrigar al bebé con una toalla que 
tenían a mano y estrangular levemente el cordón umbilical con el cordón 
de un zapato. En quince minutos llegaron seis sanitarios y la llevaron 
al hospital mientras el padre telefoneaba a los abuelos para explicarle 
un cambio de planes provocado por un parto que los médicos calificaron 
de excepcional, pues no es normal que la madre llegue a la sala de parto
 con el bebé en brazos. Hugo pesó 3,6 kilos y en un par de días 
recibieron el alta.
«Lo que nos queda a los humanos de animales aflora en 
estos momentos», afirma el padre. «La naturaleza lo hizo todo, aunque si
 hay que repetir -suspira- prefiero que sea en un hospital».
La gran triunfadora en los Globos de Oro, Homeland, acaba de entrar en la historia de los mejores dramas, pero todavía no ha alcanzado a ...
LOS SECRETOS DE LA TV
Kim Basinger quería ser un ángel
Un libro recupera las mejores anécdotas de las series de los setenta. Schwarzenegger era «bajito» para hacer la 'Masa'
La gran triunfadora en los Globos de Oro, 'Homeland', 
acaba de entrar en la historia de los mejores dramas, pero todavía no ha
 alcanzado a clásicos de la tele como 'Dallas', 'V' o 'Starsky y Hutch'.
 Las historias de los años setenta marcaron a varias generaciones y 
todavía hoy siguen sorprendiendo. ¿Quién reconoció a Chiquito de la 
Calzada como un cantaor flamenco en 'Vacaciones en el mar'?
A pesar de los años, muchos espectadores no saben que Kim
 Basinger y Michelle Pfeiffer querían ser ángeles de Charlie, que Arnold
 Schwarzenegger no pudo interpretar a la 'Masa' por su estatura -bajo 
para el papel pese a su 1,88-, o que Bruce Lee era demasiado asiático 
para 'Kung Fu'. Los hermanos Javier y Enrique Matesanz han recopilado 
estas historias en el libro 'Una más en la familia. Un paseo nostálgico 
por las series televisivas' (Editorial Dolmen).
Se trata de la primera entrega de una trilogía que viaja 
por la pequeña pantalla de los años setenta y ochenta. Una mirada a «la 
primera edad de oro televisiva, que tuvo una gran fiebre creativa y de 
público», explica Javier Matesanz. Todo «un ejercicio de nostalgia para 
recuperar aquellas series que son parte de nuestra cultura» y en el que 
han trabajado durante ocho meses.
Para encontrar el material tuvieron que bucear «mucho» 
por internet y revisar algunos de los capítulos de estas series, aunque 
también han recurrido a otras fuentes: «Hay libros y muchos álbumes de 
cromos que nos han ayudado. En uno de ellos, de pronto, encuentras fotos
 como la Sean Penn debutando en 'La Casa de la pradera'».
'Lost' o 'Juego de tronos' son los descendientes modernos
 de grandes transgresores como 'Raíces', que «fue un éxito monstruoso y 
marcó un hito entre la ficción y la realidad al reivindicar los derechos
 de la comunidad negra», o 'Colombo', que «aún hoy sería muy moderna, 
porque empezaba mostrando la cara del asesino». A este periodista y 
escritor le resulta difícil decantarse por un actor de esa época, aunque
 admite su debilidad por Peter Falk, quien estuvo al frente de esta 
historia desde que se empezó a emitir en 1971 hasta poco antes de su 
muerte, en 2011. «Peter y Colombo han estado muy unidos. Hasta la famosa
 gabardina era de su armario. No se trataba de un vesturio», revela.
«A codazos en el sofá» 
Mientras que Javier se queda con 'Colombo', Enrique 
apuesta por 'M.A.S.H.'. Una diferencia de gustos que les ha acompañado 
desde la infancia. «Muchas veces nos peleábamos porque él era más de 
ciencia ficción y yo de policías, y como en mi casa solo había una 
televisión y un sofá ahí estábamos a codazos», rememora Javier. La peor 
parte de este trabajo ha sido «volver a ver 'Vacaciones en el mar', 
aquel barco navegando por almíbar, aquellos tripulantes con sonrisas 
Profident... La serie es peor vista ahora y ¡eso que la recordaba cursi y
 sentimental!». O McCloud, «el vaquero a caballo por Nueva York que se 
ha quedado de cartón piedra».
Gracias al éxito que tuvieron, algunas de estas historias
 fueron rescatadas sin pena ni gloria. ¿Las causas? «Todo el mundo las 
conoce y las productoras intentan aprovecharse de la nostalgia para 
explotarlas pasándolas por la sofisticación y los efectos especiales, 
perdiendo su esencia original que era lo que fidelizaba», lamenta 
Matesanz. Así que mejor no jugar con los recuerdos.
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