-foto--El príncipe advierte del enredo legal que traerá el bebé de Kate. Pone reparos al cambio de leyes que permitirá a la mujer el acceso directo al .
El príncipe advierte del enredo legal que traerá el bebé de Kate. Pone reparos al cambio de leyes que permitirá a la mujer el acceso directo al trono,.
El príncipe de Gales siente más responsabilidad por las
cuestiones ecológicas que siempre le han ocupado -el cambio climático,
la agricultura orgánica, la homeopatía...- desde que sabe que será
abuelo. No quiere dejar a su nieto «un mundo disfuncional», ha afirmado
en una entrevista. Pero ha alertado también, aunque de forma más
discreta, del enredo constitucional que trae el bebé.
Un día después de que se anunciase el embarazo de
Catalina, el Gobierno reveló que ha logrado el visto bueno de los quince
países de la Commonwealth que tienen a la monarquía británica como
jefatura de sus estados para cambiar la ley de sucesión, de tal modo que
el primogénito, sea niño o niña, herede la corona y también para que no
se le prohíba contraer matrimonio con una persona católica.
Han pasado los días sin que ninguna voz airee desacuerdo
alguno ante lo que parece un cambio acorde con los tiempos. Pero ayer,
un periodista del 'Daily Mail', Simon Heffer, publicó un largo artículo
en el que hace saber que «amigos del príncipe» le han dicho que ni el
heredero ni la reina fueron consultados sobre los cambios y que Carlos,
que no se opone en principio a ellos, ha comprobado que los funcionarios
que redactaron el proyecto de ley ignoraban sus consecuencias.
La Iglesia de Inglaterra nació en 1531 de la disputa del
rey Enrique VIII con el papa Clemente VII, que se negó a anular su
matrimonio con Catalina de Aragón. El monarca fundó la Iglesia
anglicana, con una combinación de creencias y ritos protestantes y
católicos. Pero en 1701 el Parlamento dictó la prohibición de que
reinasen católicos o de que los reyes contrajesen matrimonio con
católicos en medio de una gran batalla política con ramificaciones
europeas.
La Iglesia de Inglaterra es la oficial, pero no lo es de
Reino Unido, porque en Escocia, Gales e Irlanda del Norte la ley es
distinta. Para complicar un poco más la cosa, el regente es Supremo
Gobernador de la Iglesia de Inglaterra. Entre sus funciones se incluye
la de ratificar el nombramiento de obispos, que son aprobados también
por el primer ministro, a propuesta de una comisión eclesial.
Carlos advierte que la ley Canónica, que es la que
gobierna la Iglesia Católica, dice, en su capítulo 6 (De los Matrimonios
Mixtos), del título 7, que regula el matrimonio, que solo se levanta la
prohibición a los católicos de casarse con alguien de una iglesia
protestante si la «parte católica declara que está dispuesta a evitar
cualquier peligro de apartarse de la fe y promete sinceramente que hará
cuanto le sea posible para que toda la prole se bautice y se eduque en
la Iglesia católica».
Títulos y pleitos
Eso significa que, si el nieto de Carlos contrae
matrimonio con una persona católica, habría que cambiar todas las reglas
de la oficialidad de la Iglesia de Inglaterra, o bien aceptar que un
rey católico nombre a los arzobispos y obispos anglicanos, de los que
sería además su más elevada figura, o bien pensar en la posibilidad de
que sus biznietos sean católicos y se les prohíba reinar, como ocurre
ahora. El alto funcionario que redactó el proyecto de ley dijo a Carlos,
según «los amigos del príncipe» citados por el Daily Mail, que habría
que resolver tal enredo negociando con el Vaticano.
También la eliminación de la preferencia de los varones
en la sucesión traerá problemas legales. Hasta ahora, una heredera no
recibía el título de princesa de Gales, reservado para las esposas de
los herederos varones, como lo fue Diana y como tendría que ser Camila,
si el sentimiento de respeto hacia la memoria de la fallecida no se lo
hubiera desaconsejado. La reina Isabel II fue duquesa de Edimburgo antes
de ser coronada.
Los herederos varones son príncipes de Gales y duques de
Cornualles. Si se cambia la preferencia como dice el proyecto de ley,
creará un precedente que permitirá querellas de mujeres apartadas en la
herencia de títulos. Es algo que ya ha causado múltiples pleitos en la
aristocracia española, tras la ley de Igualdad para la Sucesión de
Títulos Nobiliarios de 2006.
TÍTULO: MUERE EL FOTOGRAFO QUE HIZO DE LA AVENTURA UN ARTE,.
Nació Enrique Meneses, en 1929, la misma
semana que se produjo la quiebra financiera de Wall Street. Siendo sus
padres periodistas, ...
Nació Enrique Meneses, en 1929, la misma semana que se
produjo la quiebra financiera de Wall Street. Siendo sus padres
periodistas, su vocación estaba encauzada. Leyenda del periodismo, la
fotografía perdió ayer a uno de sus mejores profesionales. Cubrió todos
los grandes hitos del siglo XX. Sus reportajes sobre Fidel Castro y el
Che Guevara en Sierra Maestra dieron la vuelta al mundo, si bien sus
retratos de Martin Luther King o el asesinato de Kennedy, sus trabajos
sobre la guerra del Canal de Suez, de Rodesia, la independencia de
Bangladesh o el asedio de Sarajevo no desmerecen en absoluto y forman
parte de su mejor legado.
Había superado dos cánceres y estaba permanente conectado
al oxígeno por la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) que
padecía, lo que no le impidió vivir a sus 83 años con espíritu vitalista
y jovial. Su salud quebradiza no pudo aguantar más y murió ayer en el
Hospital la Paz de Madrid.
Como dice su buen amigo Javier Fernández Barrera, estuvo
bregando hasta el final y en sus más de sesenta años de profesión se
jactaba de no haber ido a nunca a una rueda de prensa. Su ética
profesional se resumía en el lema de «ser débil con el débil y fuerte
con el fuerte». Meneses siempre fue por libre, un 'freelance' eterno, y
eso que trabajó para el 'Paris Match', 'Life' y en 1976 dirigió la
edición española de 'Playboy'. Periodismo y aventura eran para él la
misma cosa.
Vietnam es uno de los pocos conflictos que Meneses no
vivió por la mirilla. Estuvo ausente de esa guerra porque entonces su
esposa luchaba contra un cáncer que la llevó a la muerte.
Jamás utilizó el trípode ni el flash. Cuando había poca
luz, aguantaba la respiración, abría las piernas para utilizarlas como
trípode y apretaba los codos contra el cuerpo. Así, con un minuto de
exposición, inmortalizó a Fidel Castro en Sierra Maestra a la luz de una
vela. Los negativos de la revolución cubana puso sacarlos ocultos en
los pliegues de las enaguas de una muchacha y su publicación le costó la
expulsión del país.
Su padre fue un 'bon vivant', un hombre que heredó una
fortuna y la dilapidó en el Hotel Ritz. La Guerra Civil sorprendió a los
Meneses en Biarritz. Como su progenitor había sido gobernador civil de
Segovia con la República, su familia se exilió y montó en París la
agencia Prensa Mundial para ganarse la vida. En la capital del Sena fue
testigo de la ocupación nazi y vivió muy de cerca las fatigas del
periodismo. No en vano, la sede de la agencia era la vivienda familiar.
Sangre y tinta
Su progenitor Enrique Meneses Puertas, había planeado que
su vástago fuera diplomático, razón por la cual el joven estudió
Derecho, una carrera que terminó con desidia y hacia la que nunca mostró
el menor interés. Como «en lugar de sangre tenía tinta de imprenta»,
ingresó en 1952 en la Escuela Oficial de Periodismo.
Con un reportaje dedicado a la muerte del torero Manolete
consiguió abrirse paso en el mundillo. Pronto se dio cuenta de los
reportajes escritos estaban muy mal pagados, mientras que el lenguaje de
la fotografía era universal. No por eso dejó de escribir. A su máquina
de escribir Olivetti la llamaba Adelita, en homenaje a una prostituta
que frecuentaba en sus años mozos en Salamanca.
Como reportero de guerra, tenía tres premisas claras que
siempre cumplía a rajatabla: no correr, porque si uno se mueve se
convierte en un blanco fácil; no mimetizarse con ninguno de los dos
bandos y jamás portar armas. En Sierra Maestra Raúl Castro le ofreció un
rifle y él le dijo que lo suyo era disparar con la cámara. Para cubrir
la guerra del Canal de Suez, se plantó en El Cairo, paró un taxi y le
dijo al conductor: «Lléveme a la guerra».
Pese a su magisterio, Enrique Meneses es conocido gracias
a una generación de periodistas que hoy tiene cuarenta años. Sabía
hacer de todo. Escribía sus crónicas, editaba sus películas y si era
necesario hacía de locutor para la radio. Por eso cuando irrumpió la
revolución digital, no le pilló desprevenido. Bloguero consumado,
ubicaba sus fotos en baja resolución en Twitter.
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