Las puertas del infierno (II): Darvaza, el cráter en llamas eternas
El desierto de Karakum cubre el 70% del territorio de Turkmenistán, con un área total superior a los 350.000 kilómetros cuadrados. Es uno de los desiertos más extensos del mundo y uno de los territorios más despoblados del planeta. En mitad del desierto se encuentra Darvaza, una minúscula aldea de poco más de tres centenares de habitantes a unas cinco horas de coche al norte de la capital turkmena, Asjabad. Muy cerca del poblado se halla una de las maravillas más inquietantes conocidas. Los locals lo conocen como la puerta del infierno; es el cráter de Darvaza, que lleva ardiendo sin cesar cuarenta años.
El cráter de Darvaza (fuente)
El pozo o cráter de Darvaza es un agujero en el desierto de casi setenta metros de diámetro (ver en Google Maps). No hay absolutamente nada en diez kilómetros a la redonda, ni tampoco en cien, salvo la aldea que le da nombre y la carretera y el ferrocarril que van hacia Uzbekistán. De día resulta llamativo por su amplitud y por su aparente carencia de sentido. Un enorme boquete en mitad de la más profunda y angustiosa de las nadas. Pero si de día impresiona, al anochecer resulta inquietante. En las horas previas a la desaparición del sol bajo el horizonte, el cráter va adquiriendo la consistencia de las puertas del infierno, resaltando la luz de sus llamas en la cada vez más reinante oscuridad. Cuando desaparece la luz natural, quedan el silencio y la oscuridad quebrados por las llamas del cráter.
Un grupo de turistas junto al cráter de Darvaza (clic en la imagen para ampliarla)
El cráter no tiene origen volcánico sino humano. A principios de los
años 70 un grupo de geólogos soviéticos andaba haciendo perforaciones
por la zona buscando petróleo, gas natural y demás fuentes de energía
fácilmente vendibles a cambio de divisas. En un momento dado encotraron
una cueva que estaba hasta arriba de gas natural. Al perforar
derrumbaron todo el techo de la cueva sobre ésta, formándose así el
cráter de setenta metros de diámetro, que también tiene unos veinte
metros de profundidad. Al percatarse del escape de gas, que podía
resultar muy perjudicial para cualquier cosa que se acercara, los
geólogos decidieron pegarle fuego, esperando que éste se extinguiera en
unos días. Y desde entonces hasta hoy han pasado más de quince mil días y
aquello sigue ardiendo.
Flaming crater, Darvaza (0:30)
De noche el cráter es visible desde varios kilómetros de distancia.
Lleva ardiendo más de cuarenta años, y se desconoce durante cuánto
tiempo más puede seguir ardiendo. Quizá décadas, o quizá esté próximo a
su final. En cualquier caso es la principal atracción turística del
desierto. De hecho podríamos decir que es la única atracción turística
del desierto. No muy lejos de allí hay otro cráter, pero en este no
encontramos llamas sino agua. Eso y la aldea son lo único que tiene vida
en un lugar yermo y desolado. O, visto desde otro punto de vista, hasta
en un lugar tan yermo y desolado se puede encontrar vida y algo que
ver.
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