La teoría dice que todo buen reportero debe estar donde ocurre la noticia, cueste lo que cueste y si se puede ir más lejos, mejor.
Sandy?
por el noreste de Estados Unidos se lo han tomado al pie de la letra.
Pero también nos dejan otra pobre enseñanza, que información y ...Foto de Elena Miñambres la chica del tiempo en la cuatro, etc.
Platós sin público, un meteorólogo famoso... son el balance televisivo del huracán en EE UU
El suceso ha dejado un triunfador en pantalla: el canal del tiempo The Weather Channel
La teoría dice que todo buen reportero debe estar donde
ocurre la noticia, cueste lo que cueste y si se puede ir más lejos,
mejor. Los periodistas que cubren para televisión el paso del huracán
‘Sandy’ por el noreste de Estados Unidos se lo han tomado al pie de la
letra. Pero también nos dejan otra pobre enseñanza, que información y
espectáculo se mezclan a veces de manera tan osada como grotesca.
Allí estaban los intrépidos periodistas de la ABC
entrando en directo en el magacín ‘Good Morning America’ desde la orilla
del mar. «Tened cuidado chicos», recomendaba Lara Steven, la
presentadora, justo antes de que la corriente se los llevara por delante
y pasara por agua la conexión, afortunadamente sin lamentar daños
personales. Otro reportero de la CBS y su cámara pensaron que estaban a
salvo del huracán desde el paseo marítimo de Norfolk (Virginia). El
hombre se mantuvo en su puesto mientras una gran ola se acercaba por su
espalda, poco a poco. «¡Oh, my God!», es lo último que se le escucha
decir antes de que la imagen se congele y nos quedemos sin saber el
final. El viento alcanzó los 150 kilómetros por hora, con eso nos
podemos hacer una idea.
Y a pesar de la desgracia televisada no faltaron, como
siempre, los espontáneos que querían su minuto de gloria. La palma se la
llevó un chaval que salió a correr en bañador y con una careta de
caballo, una de las imágenes de la jornada, que se hizo un hueco en
varios informativos. Como ese grupo de amigos que los espectadores
pudieron ver bailando una coreografía detrás de un reportero de la NBC
que las estaba pasando canutas. O la chica en biquini y botas de vaquero
que se paseaba tranquilamente por Nueva Jersey. No en vano es la cuna
del programa de la MTV ‘Jersey Shore’ (el ‘Gandía Shore’ americano)
cuyos protagonistas nos tienen acostumbrados a ese tipo de
extravagancias. Lástima que ‘Sandy’ no tuviera piedad con los escenarios
donde se graba el ‘reality’ y redujera a escombros la montaña rusa, el
paseo marítimo e incluso la mítica ‘shore store’.
El show de Letterman
La cadena favorita para seguir la evolución del huracán
está siendo The Wheater Channel, un canal dedicado las 24 horas
exclusivamente a la información meteorológica y que ha registrado estos
días un aumento de audiencia del 20%. Uno de sus hombres del tiempo, Jim
Cantore, se ha convertido en toda una celebridad debido a su
espontaneidad y todas las cadenas se lo están rifando para tenerle como
invitado.
Este pasado lunes visitó el ‘show’ del veterano David
Letterman, presentador del ‘late night’ de la CBS. Su plató se encuentra
en el centro de Manhattan y por eso todas las sillas del público
estaban vacías. Solo los trabajadores del programa habían tenido el
valor de cruzar una ciudad con el metro inundado y sin transporte
público para incorporarse a sus puestos. También lo hizo Denzel
Washington, el otro invitado, que apareció empapado y vestido con un
chubasquero amarillo.
Michael Bloomberg, el alcalde de Nueva York, se pasó la
jornada del lunes coordinando las emergencias delante de las cámaras.
Pero hubo alguien que le robó el protagonismo. Su nombre es Lydia
Callis, la intérprete de lengua de signos de la Alcaldía. El ‘New York
Times’ ha comparado la expresividad de la que hace gala al gesticular
los mensajes que traduce con la de «una estrella de rock tocando la
guitarra». Ya tiene varios clubs de fans en la Gran Manzana, siempre tan
ávida de héroes.
TÍTULO: EL SHOW CONTINUA PARA BELÁN ESTEVAN;
Belén Esteban prepara su inminente regreso a los platós de televisión totalmente renovaba. Por dentro y por fuera. Las crisis matrimoniales ..
'La de San Blas' prepara su regreso a la televisión tras su paso por el quirófano.
Belén Esteban prepara su inminente regreso a los platós
de televisión totalmente renovaba. Por dentro y por fuera. Las crisis
matrimoniales con Fran Álvarez y los enfrentamientos con sus compañeros
de 'Sálvame' quedaron atrás y ahora afronta con ilusión esta nueva etapa
en su vida. El 'show' debe continuar.
El pasado martes acudió a una cena de trabajo con su
representante, Toño Sanchís, y los directores del programa donde dejó de
colaborar en septiembre, Raúl Prieto y David Valdeperas. El principal
motivo para el encuentro era ponerle fecha a su incorporación y mostrar
que sigue teniendo cuerda para rato. Una cita que tuvo que ir bastante
bien, ya que se despidió de sus antiguos jefes con un fuerte abrazo.
A la salida del restaurante, pudimos ver los últimos
retoques estéticos que la 'princesa del pueblo' se ha hecho en su rostro
además del cambio de prótesis mamarias y retocarse, por tercera vez, la
nariz. Y ya que los cirujanos estaban manos a la obra, aprovechó para
que le estiraran un poquito por aquí y otro por allá. Le han quitado las
bolsas de los ojos, las arrugas del contorno de ojos y hasta las 'patas
de gallo'. Y para finalizar pidió una boquita de piñón con labios más
grandes y perfilado.
'La de San Blas' sabía que esa cita iba a ser su gran
puesta en escena y para encandilar apareció con un modelo muy elegante
de falda de lápiz negra y una blusa beige, que combinó con un cinturón
mostaza y un abrigo azabache de piel, que hizo relucir aún más su larga y
rubísima cabellera.
TÍTULO: FIELES HASTAL EL FINAL:
Fieles hasta el final · Villanueva pondrá en marcha un consejo local del mayor · Los partidos políticos y los sindicatos podrán ser condenados ...
Quizás sea mucho decir que en Piñor no tienen miedo a la muerte, así que
podemos dejarlo en que están familiarizados con ella. Como también lo
están con los periodistas que revolotean por allí cada año, cuando se
aproxima la festividad de Todos los Santos, para tratar de sacar partido
de la sobada paradoja del pueblo que ha hecho de tal trance una forma
de vida.
festividad de Todos los Santos.
Fieles hasta el final.
El ataúd con denominación de origen trata de frenar la invasión de cajas importadas desde China a 100 euros.
Quizás sea mucho decir que en Piñor no tienen miedo a la
muerte, así que podemos dejarlo en que están familiarizados con ella.
Como también lo están con los periodistas que revolotean por allí cada
año, cuando se aproxima la festividad de Todos los Santos, para tratar
de sacar partido de la sobada paradoja del pueblo que ha hecho de tal
trance una forma de vida.
El propio nombre, que deriva de 'pino', ayuda a imaginar
la riqueza forestal de este municipio, situado a 30 kilómetros de Orense
y esparcido entre montes y bosques. Allí siempre se vivió de la madera.
En los años 60 -del siglo pasado- un vecino tuvo la ocurrencia de
ponerse a fabricar ataúdes; la idea funcionó y pronto hubo de contratar
aprendices para producir más. Fue cuestión de tiempo que algunos de
ellos se independizaran, poniendo en marcha sus propios negocios. No
hace falta extenderse mucho detallando cómo se multiplicó la actividad:
según los datos facilitados por Ángela García, responsable de la Agencia
de Empleo y Desarrollo Local de Piñor, hoy día conviven once empresas
dedicadas a producir féretros; emparentados a ellas están no solo los
tres aserraderos que las surten, sino un montón de negocios surgidos
alrededor: desde los que se dedican a tapizar las cajas hasta los que
las barnizan o ensamblan y colocan los apliques metálicos. Así, hasta
lograr que el sector emplee a un tercio de sus 1.400 habitantes.
Ataúdes a 100 euros
Cerca de 400.000 personas fallecen cada año en España,
una clientela fiel para las empresas de servicios fúnebres, pero no
tanto para los fabricantes de ataúdes, sumidos en una profunda crisis al
comprobar cómo en los últimos diez años su mercado ha mermado en casi
un 40% por la invasión de cajones procedentes de China a precios sin
competencia: menos de 100 euros, cuando aquí se empieza a hablar a
partir de 600 para su venta al público.
Todo empezó cuando, a mediados de la década pasada, un
empresario levantino buscó la forma de reducir los costes de producción
trasladándola hasta el país asiático. Lo que empezó siendo un flujo
controlado de cajas terminó convertido en un torrente que desbordó esos
primeros canales de distribución que pretendían contenerlo.
La primera consecuencia de todo ello ha sido la quiebra
de numerosas empresas y una creciente animosidad hacia el rival oriental
y su forma de entender la economía, compartida por quienes sufren su
competencia en cualquier gremio. Claro que, en este caso, la llegada de
género oriental no ha supuesto rebaja alguna para el consumidor, sino
solo el aumento del margen de ganancia para las funerarias, que jamás
admitirían que utilizan un producto 'made in China'.
«A mí me parece que la culpa de la situación es del
fabricante que se ha ido convirtiendo en importador», opina José Luis
Heredia, administrador de la empresa barcelonesa de logística Aries
Global que, entre otros muchos productos, se encarga de transportar
ataúdes desde China hasta España desde hace cinco o seis años. «Entre
ellos se ha generado una guerra, y las funerarias han estado riéndose de
todos, porque al final consiguen precios más baratos».
Joaquín Cavero, responsable de Funeraria La Montañesa,
una de las más importantes de Cantabria, tiene una filosofía muy
distinta. «Para un servicio que es caro y que se hace una vez en la
vida, uno no se puede andar con esas cosas: imagina que el ataúd se
pueda desfondar o que pase cualquier imprevisto en un momento tan
delicado. Yo he oído que las cajas que vienen de China se cargan en
contenedores y algunas vienen dañadas. Aunque no las he visto, no me fío
de ellas: no tienen la misma calidad y por eso nosotros no las
compramos».
La calidad es el principal argumento que esgrimen también
los fabricantes nacionales. Víctor Gallego, hijo del fundador de
Ataúdes Gallego, la fábrica más importante de Piñor, con una producción
anual de 12.000 unidades, cree que por ahí pasa su futuro. Por eso se ha
integrado, junto a una decena de firmas de todo el país, en la
asociación Iberataúd, que trata de defender y promocionar el producto
autóctono frente a una competencia exterior «creciente y desleal».
Ese interés por diferenciar su oferta -«de un segmento
medio-alto»- les ha llevado a crear una marca colectiva, algo así como
una denominación de origen. Una tarjetita verde identifica sus arcas
-numeradas- y, como se advierte al leerla, apela también a cierto
sentido patriótico del futuro inquilino: «Comprando este ataúd nos estás
ayudando a mantener el tejido industrial español y a fomentar el
empleo». Puede que no llegue a los extremos del Cid en su lucha contra
el moro, pero no deja de ser una forma de presentar batalla al chino aun
después de muertos.
Quizás sea mucho decir que en Piñor no tienen miedo a la
muerte, así que podemos dejarlo en que están familiarizados con ella.
Como también lo están con los periodistas que revolotean por allí cada
año, cuando se aproxima la festividad de Todos los Santos, para tratar
de sacar partido de la sobada paradoja del pueblo que ha hecho de tal
trance una forma de vida.
El propio nombre, que deriva de 'pino', ayuda a imaginar
la riqueza forestal de este municipio, situado a 30 kilómetros de Orense
y esparcido entre montes y bosques. Allí siempre se vivió de la madera.
En los años 60 -del siglo pasado- un vecino tuvo la ocurrencia de
ponerse a fabricar ataúdes; la idea funcionó y pronto hubo de contratar
aprendices para producir más. Fue cuestión de tiempo que algunos de
ellos se independizaran, poniendo en marcha sus propios negocios. No
hace falta extenderse mucho detallando cómo se multiplicó la actividad:
según los datos facilitados por Ángela García, responsable de la Agencia
de Empleo y Desarrollo Local de Piñor, hoy día conviven once empresas
dedicadas a producir féretros; emparentados a ellas están no solo los
tres aserraderos que las surten, sino un montón de negocios surgidos
alrededor: desde los que se dedican a tapizar las cajas hasta los que
las barnizan o ensamblan y colocan los apliques metálicos. Así, hasta
lograr que el sector emplee a un tercio de sus 1.400 habitantes.
Ataúdes a 100 euros
Cerca de 400.000 personas fallecen cada año en España,
una clientela fiel para las empresas de servicios fúnebres, pero no
tanto para los fabricantes de ataúdes, sumidos en una profunda crisis al
comprobar cómo en los últimos diez años su mercado ha mermado en casi
un 40% por la invasión de cajones procedentes de China a precios sin
competencia: menos de 100 euros, cuando aquí se empieza a hablar a
partir de 600 para su venta al público.
Todo empezó cuando, a mediados de la década pasada, un
empresario levantino buscó la forma de reducir los costes de producción
trasladándola hasta el país asiático. Lo que empezó siendo un flujo
controlado de cajas terminó convertido en un torrente que desbordó esos
primeros canales de distribución que pretendían contenerlo.
La primera consecuencia de todo ello ha sido la quiebra
de numerosas empresas y una creciente animosidad hacia el rival oriental
y su forma de entender la economía, compartida por quienes sufren su
competencia en cualquier gremio. Claro que, en este caso, la llegada de
género oriental no ha supuesto rebaja alguna para el consumidor, sino
solo el aumento del margen de ganancia para las funerarias, que jamás
admitirían que utilizan un producto 'made in China'.
«A mí me parece que la culpa de la situación es del
fabricante que se ha ido convirtiendo en importador», opina José Luis
Heredia, administrador de la empresa barcelonesa de logística Aries
Global que, entre otros muchos productos, se encarga de transportar
ataúdes desde China hasta España desde hace cinco o seis años. «Entre
ellos se ha generado una guerra, y las funerarias han estado riéndose de
todos, porque al final consiguen precios más baratos».
Joaquín Cavero, responsable de Funeraria La Montañesa,
una de las más importantes de Cantabria, tiene una filosofía muy
distinta. «Para un servicio que es caro y que se hace una vez en la
vida, uno no se puede andar con esas cosas: imagina que el ataúd se
pueda desfondar o que pase cualquier imprevisto en un momento tan
delicado. Yo he oído que las cajas que vienen de China se cargan en
contenedores y algunas vienen dañadas. Aunque no las he visto, no me fío
de ellas: no tienen la misma calidad y por eso nosotros no las
compramos».
La calidad es el principal argumento que esgrimen también
los fabricantes nacionales. Víctor Gallego, hijo del fundador de
Ataúdes Gallego, la fábrica más importante de Piñor, con una producción
anual de 12.000 unidades, cree que por ahí pasa su futuro. Por eso se ha
integrado, junto a una decena de firmas de todo el país, en la
asociación Iberataúd, que trata de defender y promocionar el producto
autóctono frente a una competencia exterior «creciente y desleal».
Ese interés por diferenciar su oferta -«de un segmento
medio-alto»- les ha llevado a crear una marca colectiva, algo así como
una denominación de origen. Una tarjetita verde identifica sus arcas
-numeradas- y, como se advierte al leerla, apela también a cierto
sentido patriótico del futuro inquilino: «Comprando este ataúd nos estás
ayudando a mantener el tejido industrial español y a fomentar el
empleo». Puede que no llegue a los extremos del Cid en su lucha contra
el moro, pero no deja de ser una forma de presentar batalla al chino aun
después de muertos.
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