jueves, 3 de mayo de 2012

LA CARTA DE LA SEMANA- MI AMIGO ALFONSO- CON UN TIRANO UNIVERSAL./ NOMBRES NADIE QUE ESCRIBIÓ.

TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA- MI AMIGO ALFONSO- CON UN TIRANO UNIVERSAL.

En algún artículo anterior hemos glosado el modus operandi de todas las tiranías que en el mundo han sido, que no es otro sino el deterioro y paulatina destrucción de los vínculos humanos (los lazos comunitarios que los hombres entablan entre sí, para hacerse fuertes) y su sustitución por unos ‘hipervínculos’ propagandísticos que, a la vez que aíslan a los hombres entre sí, los someten a un poder de apariencia próvida y hospitalaria. De la destrucción de los vínculos humanos tenemos pruebas por doquier, desde la plaga del divorcio (por citar el ámbito familiar) al rifirrafe ideológico (por citar el ámbito de la comunidad política), que convierten nuestra convivencia en un campo de Agramante; y en ese campo de Agramante donde todos andamos a la greña, donde ha desaparecido todo sentimiento de pertenencia y las adhesiones duraderas se han tornado frágiles y adventicias, el tirano puede presentarse como el último refugio que al hombre le resta, si desea satisfacer su maltrecho anhelo de unidad.

Pero ¿qué distingue la tiranía propia de nuestro tiempo de cualquier otra tiranía que en el mundo haya sido? Donoso Cortés lo explicaba con clarividencia hace ya siglo y medio: «En el mundo antiguo la tiranía fue feroz y asoladora; y sin embargo, esa tiranía estaba limitada físicamente, porque los Estados eran pequeños y las relaciones universales imposibles de todo punto. Hoy, señores, las vías están preparadas para un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso... Ya no hay resistencias ni físicas, ni morales, porque todos los ánimos están divididos, y todos los patriotismos están muertos». Las estrategias de este nuevo tirano universal que hace de nuestra división su principal fuerza saltan a la vista: y todas ellas convergen en la constitución de un Nuevo Orden Mundial caracterizado por una concentración de poder como en ninguna otra época de la historia ha existido; una concentración de poder ante la cual los Estados se convierten en marionetas o lacayos y las comunidades humanas sucumben, víctimas de una inicua ingeniería social.

Vemos, por un lado, a este Nuevo Orden Mundial colonizar los organismos y conferencias internacionales, inspirando y financiando lobis y programas `educativos´ que redefinen constantemente los derechos humanos y que, bendecidos desde instancias como la ONU o la Unión Europea, crean un espejismo de `consenso internacional´ que acaba corrompiendo el lenguaje político y las leyes. Así, el Nuevo Orden Mundial impone una nueva y más sibilina forma de tiranía que, a diferencia de las tiranías de antaño, ya no actúa desde una esfera política exterior, sino modelando a su gusto y conveniencia la esfera interior o conciencia de los individuos. Y vemos también cómo este Nuevo Orden Mundial, mediante arriesgadas operaciones especulativas, se apodera de las finanzas y se enseñorea sobre el crédito; y –como ya anticipase Pío XI en su encíclica Quadragesimo Anno– «administra la sangre de la que vive toda la economía y tiene en sus manos así como el alma de la misma, de tal modo que nadie puede ni aun respirar contra su voluntad». Tal dominación económica ha terminado por convertir a los Estados en peleles a su servicio, a quienes no resta otra salida sino obedecer los mandatos del Nuevo Orden Mundial, que expolia y somete a condiciones laborales cada vez más indignas a las comunidades humanas. Y estas, reducidas a una masa amorfa y presas del pánico, acaban viendo en este Nuevo Orden Mundial la única salvación posible ante las calamidades que él mismo ha originado. 

Este Nuevo Orden Mundial derriba o tutela gobiernos, monopoliza el poder económico, controla la educación, promueve un nuevo orden antropológico y hasta postula una nueva religión sincrética, fundada sobre una adoración del progreso y una falsa filantropía. El profeta Daniel ya anticipó su emergencia, hace muchos siglos, cuando anunció el advenimiento de un poder que, tras vencer o someter a los reyes de la tierra, acaudillaría «con poder omnímodo» una gran confederación de naciones. Solo una institución se atreve a discutir su primacía; una institución que, paradójicamente, también tiene vocación universal, pero que cree en los vínculos humanos fuertes, y en la divina ligazón que los hace posibles. A combatir encarnizadamente en todos los frentes a esa institución (infiltrándose, incluso, en su seno) dedicará sus esfuerzos este Nuevo Orden Mundial en los próximos años. Pero está escrito: non praevalebunt.

TÍTULO: NOMBRES NADIE QUE ESCRIBIÓ:

De vez en cuando, algunos de ustedes sugieren que me ponga en plan abuelo Cebolleta y cuente batallitas viejas. Lo hago con placer, porque me gusta la Historia y creo útil recordar ciertos episodios que, para bien o para mal, nos definen. E incluso, a veces, permiten reconciliarnos con nosotros mismos: con este desgraciado país que, pese a obispos, reyes, ministros y generales, también parió durante siglos a no poca gente honrada, valerosa y decente. A hombres y mujeres con los que valdría la pena tomarse una copa, e incluso dos. A fulanos admirables.

No siempre es necesario ir lejos en busca de analgésicos. Ejemplo fresco es algo ocurrido hace poco en Afganistán. En la guerra de Afganistán, palabra incómoda para esa idiotez de las Fuerzas Armadas Desarmadas Humanitarias que todo ministro de Defensa, sin distinción de pelaje ni pesebre, pretende calzarnos por la cara. El caso es que, en un lugar llamado Vigocho, hubo candela. Y varios nombres de legionarios españoles, que debían haber sido mencionados en el telediario y los papeles, no lo fueron. Si hubiera sido fútbol, no faltarían fotos, protagonistas calificados de héroes y ondear de banderas. Pero pegar tiros es menos mediático. Poco humanitario. Así que, por si les interesa –si no, lean a Paulo Coelho–, hoy cedo esta página al general que sí mencionó esos nombres en la orden del día. Y que, por cierto, no tiene mala prosa:

«Con motivo del combate acaecido.
el 7 de marzo de 2012, quiero felicitar a los componentes de la IIIª Sección de la TF 1ª Legión por su meritoria actuación, en especial los que se relacionan a continuación:

Teniente Ramón Prieto Gordillo. Jefe de la III Sección. Reaccionó de forma ejemplar. Dirigió el fuego de sus pelotones, distribuyendo los fuegos propios y solicitando apoyo del Pelotón de Morteros para hacer frente al fuego enemigo. Mantuvo la calma, transmitiéndola a sus subordinados. Coordinó la evacuación del herido, y realizó el repliegue de forma ordenada y coordinada.

Sargento José Moreno Ramos. Jefe del 3er. Pelotón. En cuanto recibe información sobre un hombre suyo herido en el cuello comprueba que su pelotón responde al fuego, realiza fuego rápido de supresión y abandona su pozo bajo fuego enemigo para atender personalmente al herido, que se encontraba cuarenta metros al sur. Mantuvo la calma en todo momento y la transmitió a sus subordinados. Su actuación en la atención de las heridas de uno de sus hombres, cortando una abundante hemorragia bajo fuego enemigo, fue determinante para salvarle la vida.

Cabo 1º José Manuel Gómez Santana. Jefe del equipo de tiradores de la compañía. Suprimió los orígenes de fuego enemigos realizando fuego de Barret y de Fusa, designó objetivos al jefe de sección, corrigió el fuego de mortero. Atendió a su binomio (compañero observador) cuando quedó cegado por la tierra a consecuencia del fogonazo del Barret. Mantuvo la calma en todo momento, siendo su actuación fundamental y clave para hacer frente al enemigo.

Cabo 1º José Miguel Ortega. Jefe del 1º Pelotón. Realizó de forma precisa fuego de mortero contra dos objetivos, exponiéndose al fuego enemigo para realizar fuego con eficacia, dirigiendo el fuego de su pelotón para que se le apoyase cuando se exponía al tirar con el mortero. Saltó de su posición, avanzando al descubierto para ocupar una mejor posición de tiro. Colaboró en la evacuación del herido, manteniendo la calma en todo momento.

Cabo Fernando Carrasco Ibriani. Jefe de Escuadra, tirador de MG42. Realizó fuego eficaz contra tres orígenes de fuego enemigos, manteniéndose firme sobre su ametralladora sin cesar en su apoyo en ningún momento. El jefe de Sección observa cómo el fuego de su ametralladora cae sobre un insurgente a 250 metros. Designó al jefe de su Sección los cuatro orígenes de fuego enemigos. Informaba del consumo de munición, dosificando los últimos 250 cartuchos, haciendo fuego sólo contra objetivos claramente identificados. Mostró un control total de la situación.

Iván Castro Canovaca. Fusilero del 3º Pelotón. Herido en los primeros segundos del combate, mantiene la calma y pide a su jefe de Pelotón que lo deje solo y acuda a su puesto nuevamente. Cuando su jefe de Sección le decía que estuviera tranquilo, que volvería a España a ver nacer a su hija, respondió que eso no le importaba en ese momento, que lo que quería era seguir en su puesto. No perdió en ningún momento la compostura, evitando ser un problema más en aquella situación»

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