Ni lo intentó. Mariano Rajoy ya ha dejado claro que tratará de negociar con sus socios europeos un objetivo del déficit algo menos complicado de alcanzar que el 4,4% previsto para 2012. Sin embargo, obvió el asunto en su primer encuentro como presidente del Gobierno con la canciller alemana, Angela Merkel, en Berlín. La guardiana de la disciplina fiscal tampoco hizo el menor amago de abrir la puerta motu proprio a una revisión. Es más, insistió en que «presupuestos sólidos y crecimiento no son contrarios».
Merkel tiene en estos momentos una prioridad: cerrar en el Consejo Europeo del lunes el pacto fiscal que comprometerá constitucionalmente a todos los países de la UE, menos Reino Unido, con la llamada 'regla de oro', es decir, con el mantenimiento de un déficit estructural inferior al 0,5% del PIB. Cree que servirá para tranquilizar a los mercados y elevar la confianza en la zona euro, aunque su entrada en vigor no será inmediata y sin duda se enfrentará a muchos obstáculos.
Con ese propósito firme en mente, la canciller despeja cualquier comentario sobre los riesgos de estrangulamiento de la economía si se insiste en recortar el gasto público de una manera tan drástica. Si algo ha demostrado es que resiste bien la presión. Lo hizo de nuevo el miércoles en la primera jornada del Foro Económico Mundial de Davos, donde tuvo que oír las críticas de personajes como George Soros o Nouriel Roubini. Quizá por eso, Rajoy ni se molestó. O eso dijo.
El jefe del Ejecutivo, que siempre presume de saber controlar los tiempos, esperará al momento y el lugar adecuados, cuando la Comisión Europea haya actualizado sus previsiones de crecimiento, a finales del mes próximo, para discutir una suerte de moratoria. En sintonía con el FMI y el Banco de España, Rajoy da por hecho que la economía española caerá el 1,5% del PIB y que el déficit oficial de 2011 supera el 8%; cifras que hacen prácticamente imposible llegar al 4,4% acordado sin asfixiar al país.
Frente a Merkel, insistió en que está comprometido con la reducción del gasto e hizo hincapié en que, personalmente, es un «convencido» de la austeridad, como queriendo remarcar que eso le diferencia de su antecesor José Luis Rodríguez Zapatero. «Es verdad -matizó- que partimos de unas circunstancias difíciles y que hay que combinar el rigor presupuestario con políticas que estimulen el crecimiento y el empleo; por eso he planteado reformas».
Escenarios realistas
Mientras en una rueda de prensa en la Cancillería él enumeraba sus planes, la ley de estabilidad presupuestaria, la reestructuración del sector financiero o la reforma laboral, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, aseguraba en el Congreso que sin duda la UE modificará los objetivos del déficit «porque nadie tiene interés en que haya unos escenarios de crecimiento que no se van a cumplir». Y en una línea similar se pronunció el ministro de Economía, Luis de Guindos.
A 2.500 kilometros de Madrid, de lo que seguía hablando Rajoy, en cambio, era de continuar tomando medidas difíciles. Lo que más preguntas de Merkel suscitó, según fuentes gubernamentales, fue la futura reforma laboral. Y su mensaje fue claro: tendremos que hacer como Alemania en 2003 y asumir las consecuencias de intentar dotar de mayor flexibilidad al mercado de trabajo con la pérdida de derechos adquiridos que eso pueda suponer.
«El nuevo Gobierno está acometiendo las reformas que yo creo que son correctas, por la experiencia alemana, y que van a ser una contribución a la generación de empleo; aunque sé -admitió- que puede ser duro». El ejemplo de las reformas acometidas por Gerhard Schroeder, el creador de los 'minijobs' de 400 euros, no resulta precisamente alentador a corto plazo. Durante dos o tres años a partir de la modificación de la ley, como recordó la propia canciller, Alemania, siguió destruyendo empleo y el paro aumentó por encima de los cinco millones. «Ahora -destacó-está por debajo de los tres millones». La tasa de paro es del 6,9%, la más baja desde 1991.
Poco mensaje esperanzador logró arrancar, pues, Rajoy a su homóloga germana, aunque ambos 'vendieron' con entusiasmo que el Gobierno español podrá dedicar los remanentes de los fondos estructurales y de cohesión de la Unión Europea a incentivar el empleo juvenil. La idea de 'peinar' los fondos europeos y utilizar lo no empleado en iniciativas a favor del crecimiento y la competitividad partió de Alemania y Francia, y se discutirá el lunes en Bruselas. Pero Rajoy no pudo especificar cuánto dinero acabará suponiendo para España.
España podrá dedicar remanentes de fondos europeos a incentivar la contratación juvenil.
España podrá dedicar remanentes de fondos europeos a incentivar la contratación juvenil.
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