miércoles, 14 de diciembre de 2011

LAS TROMPETAS MOJADAS DEL PASEO DEL CAMINO / EN EL TREN HACIA EL ISLOTE DE GULANGYU.

TÍTULO: LAS TROMPETAS MOJADAS DEL PASEO DEL CAMINO:
 
El pie izquierdo es el primero en pisar la alfombra que suavemente me despierta un goce sensitivo en la planta, no estoy para creencias ni acciones involuntarias, he tomado entonces una preferencia por la izquierda, pisar primero con ella. Foto de las trompetas mojadas entre miradas y cantos de los pájaros.


Ya de pie, paso la mano sobre el pelo, enredado y rizado, me encuentro estática, miro: los ojos abiertos, firmes y lúcidos, la boca roja, mordida y codiciable, los senos fijos, redonditos e inmorales, el abdomen moldeable, transtocable y grotesco, el sexo triangular, profundo y gustoso, las piernas entrevenadas, virtuosas y abiertas. Las uñas pintadas.



Es una mañana en la que mientras el olor del cuerpo se va cruzando con el aroma de una risa sarcástica por la cruz de la casa vecina frente a mi desnudo, miro el cielo sin esperanza en él, ni acción de gracias, solo veo el clima, es gris y tengo en el closet, en cada cajón, ilusiones moradas, calientes, nubladas y hasta impasibles de mí, de los pasos dados, de los que daré, son ilusiones redefiniendo la palabra creer, porque no hay nada por encima mío, tampoco debajo, no soy más que una humana caminante por vida, como todas y todos los demás.
Es eso, Lo sé, creo, pero creo en la figura que detallo en el reflejo, creo en mi silueta corpórea, física, natural, humana, ideática y viva desde mi propia mente. Creo en mi existencia, sin anhelaciones divinas o metafísicas, creo en las palabras que arroja mi boca, creo en los círculos, líneas, modos, formas, felicidades, tristezas, ambigüedades, abstracciones que el reflejo en el espejo me da. Mi cuerpo.
 
TÍTULO: EN EL TREN HACIA EL ISLOTE DE GULANGYU:
 
Aunque podemos decir que el otoño de Beijing es templado, especialmente este año, en cuanto tuvimos una semana de vacaciones a principios de noviembre decidimos tirar hacia el sur y en tren como hacíamos antes.
Me encanta viajar y me encanta viajar en tren y especialmente en Asia donde parece que todo va más lento.

No es que el avión no me dé miedo sino que lo veo frío e incómodo y la mayoría de aeropuertos me parecen tan deprimentes como muchos hoteles. Desde hace tiempo busco alojarme en sitios pequeños, familiares y con encanto.

Pero con respecto al avión el tren tiene un no sé qué, algo que me hace disfrutar el viaje mucho más.
Recuerdo un largo trayecto hace ya diez años en India, de Bangalore a Delhi, más de 48 horas que se pasaron de forma rápida y amena gracias a las personas que viajaban conmigo en el mismo compartimento, o el verano de 1992, aquel estío olímpico donde llegué desde España hasta Grecia.

China, el país con la mayor revolución tecnológica del mundo en los últimos 25 años, cuenta con una red de ferrocarriles extraordinaria que prácticamente te acercan a
cualquier rincón.
Los trenes son estrictamente puntuales y son bastante cómodos para trayectos largos (no olvidéis que China es enorme).
Normalmente la segunda categoría consiste en un compartimento de 6 literas sin puertas. Por un poco más vas en primera: 4 literas más anchas y con cierre.
 

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